Regalo

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Michael sentía que le debía algo a Adam

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Michael sentía que le debía algo a Adam. Había sido una tarde demasiado amena, muy diferente a lo vivido en todos sus millones de años de existencia.

Siempre tuvo a sus hermanos, a un padre que lo colocó en el mismo pedestal del que había quitado a Lucifer y la humanidad que siempre buscaba que necesitar para pedírselo.

Todo se había ido en esperar el día que su hermano surgiera del infierno para que el ciclo volviera a comenzar. Nunca, en ningún momento, alguien había hecho algo como darle un pastel y pasar un poco de su tiempo a su lado, a excepción de él.

Un humano le mostró que esas criaturas, tan amadas por su padre y detestadas por su hermano, eran acreedores de sentimientos que ni él podía llegar a comprender; sentimientos que cada día lograban sorprenderlo.

Su mente simplemente seguía divagando mientras los recuerdos del día anterior se reproducían una y otra vez en su cabeza. Sin poder evitarlo, volvió a sonreír de esa misma forma, con una de gratitud infinita.

Caminaba de vuelta a casa. Había engañado a Adam para hacerlo creer que seguían en la sala mientras le preparaba una sorpresa. Se sentía mal, no quería que el trato que tenían fuera violado de esa manera. Sin embargo, quería creer que Adam lo perdonaría al ver lo que él le había preparado.

Su mente, ahora, ya no reproducía la escena del humano con una sonrisa expectante mientras le pedía apagar las velas, ahora imaginaba las reacciones del rubio abriendo el regalo que llevaba entre sus manos.

Sin poder evitarlo, la imagen de Adam con ojos llenos de ilusión vino a su mente. Feliz, completo, pleno. Querido. Así se imagina que se sentiría al ver qué, de la misma manera en que él lo hacía sentir, era correspondido.

Colocó la caja negra con un moño en azul marino en la mesa ratonera, esperando a que quedará perfecto. Nada debía salir ni un milímetro de cómo lo veía.

Cuando todo estaba justo como él quería, se sentó en el sofá y sacó a Adam de la ilusión que le había creado.

-...Por eso un trabajo donde paguen 10 dólares la hora ya no se considera...-Adam vio a su alrededor, algo parecía diferente, se sentía diferente.-Michael, amigo, ¿Por que siento que estuve en una ilusión?

Michael se quedó callado a lo lejos, recargado en uno de los muebles. ¿Cómo se había dado cuenta?.

-Yo, bueno...-Michael trató de explicar sin decirle la verdad, pero era complicado. ¿Cómo le mientes a alguien que puede saberlo solo con verte?-Salí un momento.

-¿Saliste? ¿Por qué no me avisaste?

-Quería sorprenderte.-respondió un tanto cabizbajo.-como tú ayer.

-¿Qué? Pero...-Michael dio una señal con la cabeza, a lo que Adam vio en esa dirección. Sus ojos se abrieron con ilusión al ver el regalo frente a él.-¿Tu... lo compraste para mí?

-Sí, usé algo de tu dinero espero que no te moleste.-Adam se enternecido ante eso. Si, usó su dinero para comprarlo pero, a diferencia de la última vez que intentó salir de compras, no habia solo chasqueado los dedos para llevárselos.

-No tenías qué.

-Sí tenía.- Michael se sentó a su lado.- También fue tu cumpleaños y bueno...- buscó dentro de su cabeza las palabras que tanto había ensayado pero que ahora, al ver las expresiones de Adam eran aún mejores que las imaginó, se olvidaron.-Tu lo hiciste porque querías que viviera alguna vez lo que tú vivías con tu madre. Ahora, déjame a mí intentar hacerte sentir de esa misma forma.- Michael vio los ojos de Adam que se cristalizaron conforme hablaba.- Se que nunca podré llenar ese lugar pero al menos quisiera hacerte saber que nunca estarás sólo. Mientras siga aquí, estaré contigo desde el anochecer hasta el amanecer, sin importar nada.

Adam quería abrazarlo. Quería dejarle ir a sus brazos justo como antes pero se sentía raro. Era como si lo ocurrido en la jaula hubiera sido afectado por la muerte del arcángel. Sabía que sus sentimientos eran los mismos, pero aún no sabía si debía dar ese paso.

-Gracias Michael.- su voz sonaba temblorosa. Quería decirle que él ya lo tenía todo y no necesitaba más pero las palabras simplemente no salieron de él.

Michael le sonrió, su rostro severo se mostraba feliz ante las reacciones del humano. Se sentía justo como la primera vez que hablaron de manera tranquila.

-Ábrelo.- Pidió.- quiero ver tu rostro cuando lo veas.

Día 2: regalo.

Hasta la eternidad (Midam Week)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora