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VEGA

–¿Qué haces aquí?

–Shhhh–me tapó la voca con la mano.–Nos pueden oír.

Me sonrojé.

Pero me aparté.

–No, ya basta –salí corriendo de aquella aula.

Ya estaba más que harto de sentirme así por uno y por el otro, este curso no deseaba enamorarme deseaba tomarme un porro con mis amigos en el julio.

¿Era mucho pedir?

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Por fin ya terminaron las clases y podía irme felizmente a mi casa, deseaba después de comer ir a mi campo y encontrarme con mi pony Steisy que era la única que me quería y comprendía.

Tras comer me fui con Steisy y cabalgué en ella por el pueblo.

Saltando bancos y esquivando la gente por un momento sentí como me resbalaba de mi poni pero no llegué a caer.

Elevé mi cabeza y no podría creer lo que estaba ante mis ojos, algo que juré que nunca iba a creer.

El Dios Pacheco.

–¿Necesitas ayuda?

Que mierda.

–Em...no...eh no estoy bien–me volví a poner bien en el caballo.

–Eso no parecía.

–¿Cómo eres real?–murmuré avergonzado.

–Soy real cuando la gente quiere que lo sea , solo me presento ante los pachequistas de corazón de melón.

–Pero-

–Y recuerda todos los corazones entran en mi reino , el reino de Pacheco.

Y se fue.

Fui a dar un último paseo con mi pony y me dirigí hacia la tienda de Shrek donde vende mucho potaje sabroso para la piel.

Esperando la cola empecé a mirar a mi alrededor por puro aburrimiento y vi a Pedro , pero no estaba solo, estaba con un chico alto que no supe identificar hasta que se giró.

Nacho.

Y estaban hablando muy coquetamente mientras Nacho sujetaba el brazo de Pedro.

Me hirvió la sangre.

No podía ser de que Pedro me estuviese tirando a mí la caña y a la mínima se la este tirando a otro.

No podía seguir viendo esta escena así que me fui.

OrgullecemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora