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La luna redonda ilumina la extensa e imponente escalinata que conduce hacia la entrada del Museo de Arte de Philadelphia.

El cielo despejado, con millones de estrellas centelleantes, es digno de admirar por horas. Perfecto para tirarse boca arriba en el césped suave a jugar a encontrar constelaciones.

Casi tanto como el perfil majestuoso del cantante de rock más sexy de todas las épocas.

Louis se encuentra de pie, a un lado de la puerta de la limusina, estirando su tersa mano en dirección al interior de la misma, donde Harry no puede dejar de ver, fascinado, las luces de las farolas sobre su cabeza.

Sin querer quitarlo de su pequeño mundo de ensueño, Louis carraspea suavemente.

—Lamento molestarte —inicia, con una sonrisa enmarcada por finos labios color cereza—. Pero me gustaría recorrer el museo junto a vos.

Harry simplemente rueda los ojos y niega con la cabeza, aún desde la comodidad de su asiento en la limusina.

—Tenemos toda la noche —contesta en cambio, deslizándose por la cuerina en dirección al exterior.

Sin dudarlo un segundo, toma la mano de Louis.

Siempre se siente tan cálida y suave, cariñosa.

—Sí, tenemos toda la noche —Louis afirma, pasando su brazo por detrás de Harry para poder cerrar la puerta—. Pero estoy deseando que sea el final de ella para poder tenerte entre mis sábanas.

El viajero en el tiempo sólo se dedica a hacer una de estas caras que bien representan la burla absoluta, las ganas que tiene de matarlo, que son las mismas que de cumplir todas sus fantasías, y añade:

—Que hayamos pasado una noche juntos no significa que podés tenerme en tu cama las veces que quieras.

Louis frunce los labios, mordiéndose la lengua para no soltar un hilo de palabras de las que sabe que se arrepentirá luego.

Sutilmente, se encoge de hombros.

—Como digas, dolly.

Entonces hace esto de voltear su cuerpo para quedar frente a frente con el viajero en el tiempo, para poder observar por un segundo sus ojos verdes brillantes, llenos de completa esperanza porque esta noche sea algo especial, de que vuelva a armar su corazón y se disculpe por haber sido un forro, un hijo de puta sin sentimientos que jugó con cada ilusión suya.

Inclinado su cabeza un poco hacia abajo, Louis le extiende, esta vez, su brazo derecho.

Su traje negro combina con el color azulado del cielo.

Harry levanta las cejas, medio atontado, incrédulo de esta situación que bien parece sacada de un sueño. 

Ahora es cuando comienza a replantearse si no está en uno.

—¿Vamos? —Louis inquiere con su tono de voz grave, ronco. Ese mismo que sabe que causa un desorden en el cuerpo de Harry.

—Vamos —responde Harry entonces, entrelazando su brazo con el de Louis.

Sus pasos son definidos y certeros, conocedores del camino que los dirige hacia el interior de aquel museo lleno de obras artísticas carísimas, preciosas. 

Harry jamás ha estado en un lugar como éste, aunque el arte siempre ha llamado su atención.

Conoce algunas obras, porque su curiosidad ha podido muchísimo más que cualquier otra responsabilidad aburrida que hubiese tenido en sus épocas de estudiante en el futuro, así que no tiene miedo de demostrar sus dotes frente a Louis.

Physical [L.S] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora