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Habían llegado hasta un parque. Casi eufórico, Soonyoung se tiró en el campo, empezando inmediatamente a reírse.

–Hermano, ¿estás bien? –habló Yujin.

–¿Yo? –dijo Soon–. De puta madre. Hacía mucho que no me sentía tan vivo.

Minghao empezó a toser. Le dolía la cara de los golpes. El día siguiente entre eso, la resaca y la gripe sería horrible.

–¿Qué acaba de pasar? –preguntó.

–No lo sé, no lo he entendido muy bien –contestó su amiga.

–¿Quién era el pavo que te estaba pegando? ¿Y por qué te pegaba? –quiso saber Soonyoung.

–Mi ex. Porque yo le pegué primero.

–Qué chungo, ¿no? Espero haberte ayudado.

Soonyoung portaba una gran sonrisa. Minghao se dio cuenta de que, cuando este sonreía, sus ojos desaparecían. Era guapo. Y probablemente, también bastante problemático. Por lo menos, lo parecía a primera vista, no como Seonghwa, que parecía una persona normal hasta que llegabas a conocerlo bien.

–Gracias.

–Esta noche ha sido una locura –Yujin sacó otro pitillo, ofreciéndolo otro a Minghao. Al verlos, Soonyoung sacó una cajetilla de uno de los bolsillos–. ¿Quién se supone que eres?

–Soonyoung, ya lo he dicho –respondió, con su cigarrillo entre los labios, mientras luchaba por encenderlo con un mechero que ya tenía poco gas.

–Sí pero, ¿quién eres? –insistió ella.

–Un buen chaval. Y muy guapo.

–¿Qué estudias? –cuestión ahora Minghao.

–Psicología. ¿Y vosotros?

–Historia los dos –dijo Yujin.

Soonyoung no tenía pinta de estudiante de Psicología. Tenía pinta de modelo. O de actor. O cantante. Era carismático, no por las cosas que decía, sino por cómo lo hacía. A Minghao le parecía atractivo. Pero de una forma extraña. No atractivo cómo la forma en la que percibía a Jun, que era perfecto, sino como cuando los navegantes se enfrentan al mar bravo por gusto, sin miedo a acabar heridos. Ese tipo de atractivo.

–Historia me gusta. Sobretodo la de Grecia.

–Qué básico –comentó la chica, dando una calada a su pitillo.

–¿Y a ti qué te gusta de Psicología? –la retó Soon.

–El Psicoanálisis de Freud.

–Qué básico. Aparte, está casi obsoleto.

Minghao, que permanecía callado, decidió sentarse en la hierba, al lado de dónde estaba tumbado Soonyoung.

–¿Por qué me has ayudado? –inquirió.

–Me gusta ayudar a la gente.

–¿Ayudar a base de patadas? –se burló Yujin.

–Exactamente.

El parque en el que estaban se situaba cerca de una de las residencias universitarias más importantes, por lo que estaba bastante concurrido a esas horas, pues los estudiantes que salían de fiesta entraban y salían continuamente. También, ese lugar quedaba de camino al piso de Minghao, Seungkwan, Jihoon y Wonwoo. Yujin abrió mucho los ojos y Minghao, que la estaba mirando, ladeó la cabeza.

–¿Qué pasa?

Yujin señaló a la distancia, disimuladamente, agachándose hacia Minghao para susurrarle con tal de que la escuchase.

–Allí, están pasando Wonwoo y Xiaoting.

–¿Y esos quiénes son? –inquirió Soonyoung.

–Mi compañero de piso y su novio –aclaró Hao–. Pensé que Wonwoo no iba a salir hoy. Qué cabrón, podía haber venido con nosotros.

–Pues menos mal que no lo hizo. Porque con lo súper amigo que es de Seonghwa, seguro que cuando salisteis a puñetazos le habría ayudado a él –dijo la chica.

–¿Tu compañero de piso es amigo de tu ex? Qué chungo. ¿No es incómodo? –comentó Soon.

–No sería incómodo si Wonwoo no pensase que soy gilipollas y no me lo intentase ocultar. Como si no fuese amigo de los compañeros de piso de Seonghwa.

–Como yo –Yujin levantó la mano.

–No me jodas. La hostia bendita. Pero la situación esta es chunguísima.

–Ya –Hao se encogió de hombros.

Wonwoo y Xiaoting nunca salían de fiesta juntos. Ni solos ni con más gente. Porque a ella no le gustaba la marcha de las noches de los jueves y, si lo hacía, era con su grupo de amigos. Por eso era chocante.

–Su novia es guapa, eh –apreció Soonyoung.

Cuando a Soonyoung se le estaba acabando el pitillo, se levantó de la hierva para ir hacia el asfalto, tirar ahí la colilla y pisotearla. Minghao hizo lo mismo. Se fijó en que era un poco más alto que el otro chico, sin embargo, Soon parecía más grande, más fuerte, con los hombros más anchos. "Atractivo", pensó de nuevo.

–¿Deberíamos ir a saludar? –propuso Yujin.

–No. No me apetece hablar con Wonwoo. Seguro que Seonghwa ya lo ha llamado para contarle la pelea física.

–Pero vives con él, en algún momento tendréis que hablar –lo más inteligente que había dicho Soonyoung desde que los otros dos lo habían conocido. Y en toda la noche.

–Me quiero morir.

–A ver, te ofrecería dormir en mi piso, pero casi peor. Joder, odio vivir con la puta "mosca" de los cojones.

–Puedes dormir en mi piso esta noche, si quieres –ofreció Soonyoung.

–¿Les parecerá bien a tus compañeros de piso?

–No tengo. Vivo solo.

¿Se iba a meter en el piso de un desconocido que había pateado al imbécil de su ex? Mentalmente, hizo una lista de pros y contras. Los pros: no vería a Wonwoo ni esa noche ni a la mañana siguiente, así que no tendría que hablar con él ni darle explicaciones de nada. Los contras: el resto. Pero Minghao tenía diecinueve años y un larguísimo historial de decisiones cuestionables. Así que, evidentemente, iba a responder que sí, que dormiría en casa de Soonyoung. Así que simplemente le dijo "vale". Y le pidió otro cigarro a Yujin.

–Poco te duró lo de dejarlo –se mofó ella, dándole otro pitillo para luego encendérselo.

–Te devolveré los cigarros de hoy, te lo prometo.

–No hace falta, Ming.

–¿Y si volvemos a algún pub? Necesito meterme más alcohol en el cuerpo –pidió Soonyooung.

Así que así hicieron. Volvieron a la zona de la fiesta, rezándole a Dios y a todos los santos no encontrarse con Seonghwa. Y efectivamente, no lo vieron en el resto de la noche. Entraron al primer pub que pudieron, sin mirar siquiera cuál era el nombre. Bajo las luces del lugar, el rostro golpeado de Minghao parecía un cuadro pop art, de todos los colores. Pero daba igual. Bebieron y bailaron hasta que cerraron el local. Al final, la noche había acabado bien. Y el piso de Soon estaba cerca. Era pequeño, pero suficiente para una sola persona. Y Soonyoung insistió en que Hao durmiese en su cama. Le hacía falta. Él ya dormiría en el sofá.

De esa forma, al día siguiente, Minghao, se despertó en la cama de un desconocido, con una mezcla, de gripe, resaca y dolor de la pelea que lo hicieron querer morir.

prosa triste ;; soonhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora