VII

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Todo lo malo pasaba los jueves. Minghao lo había determinado tras el fracaso estrepitoso del día en que conoció a Meiqi.

Aún con todas sus malas decisiones y todo el drama que, de alguna manera había tenido en su vida, se solía enfrentar con optimismo a las nuevas experiencias, sobretodo a la hora de conocer gente. Y conocer a la novia de su amigo le hacía mucha, mucha ilusión. Al igual que lo hacía el hecho de que Soonyoung se fuese a presentar allí. Su única preocupación era que Wonwoo se portara, aunque probablemente no saldría de su cuarto.

Minghao estaba tirado en el sofá, bebiéndose un Pumpkin Spice Latte a las ocho de la noche cuando escuchó el timbre. La única otra persona en el piso era Wonwoo, al que no había visto en todo el día.

–¿Es Elver Galarga? –preguntó Hao por el telefonillo.

–Buenas noches –le respondió Jeonghan.

Les abrió. Y esperó en la puerta, ilusionado como un niño que está apunto de recibir su regalo de cumpleaños. Unos segundos más tarde, Meiqi estaba allí, con su novio, portando una caja de chocolate.

–Meiqi, Minghao; Minghao, Meiqi –los presentó Jeonghan.

–Un placer –dijo Minghao, con una sonrisa.

–Toma. Gracias por la invitación –la chica le tendió la caja de chocolate, que Hao puso sobre la mesa de la cocina.

Se fueron al salón. Minghao contó sus dramas, y luego Meiqi y Jeonghan contaron sus historias. Hao se fijó en la buena pareja que hacían, porque sus energías se compenetraban muy bien.

–Una vez, nos llegó una carta de los Testigos de Jehová –estaba empezando a contar, cuando, una vez más, llamaron al timbre.

Se levantó al telefonillo. El universo no quería que se acabase su Pumpkin Spice Latte.

–¿Es Elver Galarga?

–No, soy Elva Ginón –dijo Soonyoung desde abajo, notándose que se aguantaba la risa. Le abrió.

Lo esperó igual en la puerta. Tenía muchas ganas de verlo y, al tenerlo de nuevo frente a él, se dio cuenta de que no lo recordaba tan guapo. Olía a perfume y a tabaco.

–Pasa, Soon. En el sofá están Jeonghan y Meiqi. El resto no han llegado aún.

El trueno que se escuchó desde fuera fue un presagio de que todo iría cuesta abajo. A Minghao siempre le habían dado miedo las tormentas. Se sentó en una esquina del sofá, y Soonyooung le sentó a su lado. Sintió confort.

–¿Sabéis cómo nos conocimos Minghao y yo? –preguntó Soon, sin esperar respuesta, aunque Jeonghan se sabía esa historia–. Minghao le pegó un puñetazo a su ex, entonces el otro le empezó a pegar y yo los separé.

–Te quedaste pateándole –apuntó Hao.

–Qué fuerte –reaccionó Meiqi.

A Minghao le cayó muy, muy bien la novia de su amigo. Era extrovertida como la que más, hablaba con todo el mundo sin problemas y no tenía tabúes sobre ningún tema, en contraste con Jeonghan, que era más callado, más pausado.

Más tarde, cuando aparecieron Jihoon y Seungcheol, empezó la decadencia. Antes, ya había llegado Hansol, que se dedicaba a hacer las pizzas junto con Jeonghan y Meiqi mientras Minghao y Soonyoung miraban. La cosa era que esos dos no fueron solos, sino que Yunho los acompañaba. ¿Acaso Hao iba de encerrona en encerrona?

–Hola –saludó Yunho.

–Hola –respondió Minghao–. Estos son mis amigos: Soonyoung, Jeonghan y su novia, Meiqi. 

–Es un placer.

Minghao se sintió un poco incómodo. Sabía que a Yunho le interesaba pero, por muy mono que fuese, no era recíproco. Minghao no estaba preparado para una relación. Sólo lo estaría si fuese con Jun. Y eso no parecía que fuese a pasar. Aunque, como segunda opción, no le importaría hacerse a Soon. Aunque no sabía si era hetero. Esperaba que no.

–¿Os habéis mojado mucho viniendo? Está cayendo la gota gorda –comentó Hansol.

–Hemos venido en bus –contestó Jihoon.

–Pero qué miedo la tormenta –apuntó Seungcheol.

La pareja se fue a la habitación de Hoon, y Yunho se sentó al lado de Minghao. Su primer instinto fue llevarse la mano al bolsillo, a la cajetilla de tabaco, pero había una norma: no fumar en el piso. Al darse cuenta de ese detalle, dirigió su mano a su cabello, peinándolo hacia atrás. En sus gestos, se notaba que no estaba a gusto, y tanto Jeonghan, como Meiqi, como Soonyoung se dieron cuenta.

–¿De qué hacemos la siguiente pizza? –preguntó Meiqi, para distraer a Minghao se sus pensamientos.

–De... De pollo –dijo él–. Pero con mucha, mucha mozzarella.

Se enderezó. Soonyoung le puso la mano en el hombro. No entendía la situación, pero tenía claro que no le gustaba ver a su nuevo amigo así. No obstante, todo fue a peor cuando Wonwoo se presentó en la cocina. Hao se puso a toser al atragantarse con su propia saliva por la sorpresa.

–¿Quién es? –preguntó, señalando a Soon–. Porque supongo que la chica es la novia de Jeonghan.

–Me llamo Soonyoung –reconoció a Wonwoo, de haberle visto de lejos la semana pasada. Entendió la reacción de Minghao–. Soy amigo de Hao.

–Ah. Soy Wonwoo. Vivo aquí también –se apoyó en el marco de la puerta–. ¿Hace mucho que os conocéis?

–No. Nos conocimos la semana pasada.

–¿Cómo?

–Pues es una bonita historia de amor...

Pero Wonwoo lo cortó. Sus neuronas hicieron sinopsis y recordó lo que había pasado el jueves anterior. La paliza a su amigo.

–...Eres el que le pegó a Seonghwa.

–Joder, ya era hora de que admitieras que sigues hablando con él –fue lo único que se le ocurrió decir a Minghao.

–Cállate. ¿A ti te parece normal hacerte amigo de alguien así? –gritó Woo.

–Yo es que le pegué primero a "la mosca".

–No es algo de lo que debieras alardear, Minghao.

–No alardeo. Y él me hizo más daño a mí que yo a él. Pero tú no lo viste porque estabas encerrado en tu habitación. Tenía la cara hinchada y llena de moretones.

–Eso es verdad –confirmó Sooyoung–. De hecho, yo le di de hostias porque lo vi atacando a Minghao. Ya lo he dicho, es una bonita historia de amor.

Wonwoo no dijo nada. Simplemente se fue del piso. Yunho, mientras tanto, estaba en la más profunda de las confusiones.

–¿Qué?

–Minghao borracho decidió que era buena idea pegarle un puñetazo a su ex el hijo de puta –explicó Hansol.

–Porque él me llamó infantil. ¡Él a mí! Menudo sinvergüenza –se justificó–. No soy una persona agresiva.

–Después su ex le pegó más y yo aparecí –siguió Soon.

Yunho suspiró. No sabía cómo reaccionar. Ordenó rápidamente sus ideas, titubeante ante si seguir su plan inicial para la noche o no. Y decidió que sí.

–Minghao, ¿podemos hablar en privado?

–Sí, claro –no quería, pero era lo suficientemente educado como para ser incapaz de decir que no.

Se levantaron de las sillas, yendo al cuarto de Hao. Se escuchaban cosas extrañas desde la habitación de al lado, dónde se habían quedado Jihoon y Seungcheol. Resulta que Hoon le estaba ayudando de una manera interesante a su novio a dejar de tener miedo de la tormenta.

–Me gustas –susurró Yunho.

–¿Qué?

prosa triste ;; soonhaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora