V. Algún dia

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Llegamos a la mansión. A nuestra mansión, me da cosas decirlo pero pensar una y otra vez que pasamos de odiarnos a esto.

No quería decir nada. El silencio intenso me mataba. ¿Y si hablaba?
No creo que me corte la lengua por hablar. No claro que no, soy su esposa.

—¿En qué piensas?

Ramón estaba pendiente a mi desde que salimos del auto, podía percibir su miraba bajo la mía. Pero estaba tan distraída que no pregunté nada.

— En nada ...

—Mientes ..

— Ramón.. no empieces

—Okey, esta bien —Dijo, levantando las manos en modo de rendición.

Intentaba poner humor a la situación, la parecer quería sacarme una sonrisa. Y lo hizo, siempre lo hace.

—¿Vamos a dormir? —Me preguntó dando un bostezo.

—Claro.

Me levante con dirección a nuestra habitación. Pero me detuve al frente de las escaleras.

—Poppy ....

—mmm? —murmure sin mirarlo

—aún no sabes donde es nuestra habitación.

—si, justamente pensaba eso.

Siento como sus manos pasaron por mis caderas pegándome a su pecho por detrás.

—¿Qué haces pervertido?

—Nada, pervertida —me lo dice cerca del oído.

Me encantaba cuando hacía eso. Sentía ese cosquilleo que me ponía débil y amada a su lado.

—que bueno porque tienes que dormir.

—si, dormir....

—dormir de verdad

—ósea, cerrar los ojos

—y quedarse en un sueño profundo

—entonces ya estoy dormido...

—¿porqué?

Voltee y busque sus ojos, esta vez estábamos frente a frente y su respiración chocaba con la mía.

Esperaba su respuesta, este se limito a sonreír y decir.

—estando contigo ya es un sueño del cual no quiero despertar.

Sus labios se envolvieron con los míos, y obtuvieron respuesta. No fue un beso rápido como solía darme. Este fue el más tierno desde que tengo memoria.

Tal vez él lo veía igual que yo. Este era un nuevo capítulo de nuestra vida juntos y este beso era el inicio de nuestro libro con hojas en blanco que suplicaba ser escritas con nuestras experiencias.

Me cargo y enrolle mis puertas en su cintura para sujetarme. Comenzó a subir las escaleras sin dejar de besarme.

Tenía miedo de caernos, no veía por donde pisaba y tenía mi peso de más. Pero estando junto a él arriesgaría todo y no tengo duda de que el no me haría daño alguna.

Llegamos al segundo piso y comenzó a dirigir pero dándome vueltas por el pasillo hasta llegar a la habitación.

Me separe de él por falta de respiración pero sin bajarme.

El me dedico una sonrisa, mirandome directamente a los ojos. Esos ojos azules color al mar, esos ojos que nunca me iba a cansar de mirar y presumir de que solo sean los únicos que me miren a mi. Esos ojos que me dejan locamente embobada como el señor que los tiene.

⊱𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐀𝐃𝐎𝐒~𝟐⊰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora