Muerte blanca | ranwan

6

Si Chu Wanning realmente pensaba en ello, era su culpa, el nunca debió de haber mostrado compasión por alguien que estaba a punto de morir.

En especial si se supone que debía de haber muerto en dos ocasiones diferentes.

En la primera era un niño de apenas cuatro años, esa fue la primera y única  vez que Chu Wanning había sido cambiado de puesto.

Al no poder tomar la vida del pobre niño y terminar extiendo su vida, su puesto fue cambiado, ahora solo tenía adultos y personas mayores.

En la segunda, era el mismo chico, de no ser por su impresionante belleza masculina, madurez y tamaño, Chu Wanning hubiera jurado haber visto al mismo niño de sonrisa brillante al que solía cuidar antes de que fuera encontrado por sus tíos.

Esta vez Chu Wanning no podía evitarlo.

Bueno, no del todo.

No podía hacer que su vida pasara de los veintidós años, pero podía evitar muertes dolorosas.

Pero de un momento a otro, todas las muertes se le hacían dolorosas a Chu Wanning.

...

"Chu-ge, ¿Por qué no lo haces mientras duermo?"

"..."

"Chu-ge, ¿Por qué no me prestas atención?"

"..."

"¿Podría ser que mi Chu-ge está molesto... por mi culpa?"

"No estoy molesto."

"Si no estás molesto, ¿Por qué no me pones atención?"

Silencio.

La verdad es que Mo Ran sabía que si le estaba poniendo atención, solo no quería responder.

Ciertamente Mo Ran se sentía algo afortunado por haber tenido a alguien tan amable como Chu Wanning a su lado en los últimos momentos de su vida.

Porque si, Mo Ran ya había decidido que esté iba a ser su último día de vida.

Con eso en mente, el joven se levantó y se acercó a Chu Wanning para tomar su mano.

Se inco y dejo su cabeza en sus piernas.

"Wanning, tu mejor que nadie deberías saber que la muerte no se puede retrasar, si sabes eso, entonces ¿Porque sigues retrasando la mía, hm?"

"Yo..." En realidad Chu Wanning no quería decir el porque, le era vergonzoso, pero la verdad es que...

La muerte se había enamorado.

Y de un humano.

De alguien que no podría vivir por siempre, de alguien que entraría en un ciclo de reencarnación y sería casi imposible localizar después, se enamoró de alguien a quien tenía que quitarle la vida.

"Wanning, ¿Tienes miedo? No tengas miedo, ¿Ok? Estaré para ti, sin importar que, aún si reencarno, buscaré la manera de encontrarte, lo juro"

"Pero... Tu no puedes buscarme, y tampoco puedes cambiar el tiempo de tu muerte"

"¿Y si me suicidó?"

"Sigue siendo parte de tu destino, es algo que no puedes cambiar"

"Hmm... Aún así, yo creo que Wanning y yo estábamos destinados a vernos, si te vi en esta vida, te veré en la siguiente y en la siguiente, hasta que mis vidas se terminen"

Era un alivio que Mo Ran no lo estuviera viendo en el momento, la cara de Chu Wanning rápidamente estaba tomando tonos rojos y rosados.

"Tú– ¿Por qué insistes tanto en morir?"

"¿Hm? No lo sé, tal vez porque la idea de que Wanning es la última persona que voy a ver me agrada, también me preguntó cómo te verías momentos antes de mi muerte, ¿Usas una arma? Porque si es así me parece algo muy sexy–"

"Mo Ran, guarda silencio"

El joven soltó una ligera risa ante ello, estaba contento y relajado en el regazo del hombre.

O cuando menos lo estuvo hasta que se dió cuenta de que Chu Wanning estaba muy callado.

Desde que Mo Ran lo conoció siempre había sido alguien callado, en especial cuando estaba molesto, pero siempre era un callado tranquilo, y en este momento no se sentía así.

Al voltear su cabeza para checar el estado del otro, noto la mirada de tristeza y remordimiento en esos preciosos ojos miel.

Las palabras no eran lo mejor en ese momento, por lo que Mo Ran se levantó para poder cargar a Chu Wanning y llevarlo a su cama.

El hombre no dijo nada y tampoco se opuso al respecto.

Mo Ran los recostó a ambos en su cama, dejo que Chu Wanning se recostara en él, con la cabeza en su pecho, escuchando el sonido constante de su corazón ligeramente acelerado por el contacto de alguien que le gustaba.

De pronto, Mo Ran sintió dolor en el pecho, el mismo tipo de dolor que tenían las inyecciones.

Aunque, en vez del dolor punzante que seguía de las inyecciones, se empezó a sentir cada vez más y más ligero y cansado.

Al final Mo Ran solo sintió un pequeño beso en su pecho y vio completamente negro.