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Cuando Mo Ran pudo abrir sus ojos de nuevo, se encontró con la cara de un tipo extremadamente cansado.

"Oye niño, ¿Cuánto tiempo piensas quedarte ahí? Te están esperando desde hace una hora"

Desde el primer momento Mo Ran lo decidió: no le agradaba el sujeto en lo más mínimo.

"¿Quién me está esperando?"

"¿Quién más te puede estar esperando? Yuheng te está esperando"

¿Yuheng? ¿Acaso Yuheng era algún tipo de Dios o algo similar?

Al final, fue enviado a un pasillo sin ningún tipo de instrucción más que: sigue caminando hasta sientas que debes de parar.

¿Qué clase de instrucción era esa?

Aun así empezó a caminar hasta llegar al final del pasillo.

Era un pasillo demasiado largo.

Pero Mo Ran sentía algo en su pecho que lo impulsaba a seguir caminando.

Raramente, sintió su corazón acelerarse cuando llegó al lado de una puerta maltratada y vieja.

Algo tenía esa puerta que automáticamente lo atraía a ella, sus manos temblaban cuando quiso tocar y ver quién estaba dentro.

Toc toc.

"Pase"

La respiración de Mo Ran se cortó al reconocer la voz, su corazón pálpito lo más rápido que pudo y no lo pensó dos veces antes de abrir la puerta.

La habitación estaba hecha un desastre, pero la figura sentada en la cama brillaba más que nada.

Era tan hermoso y deslumbrante que sus ojos empezaron a lloriquear.

"¡Chu-ge!"

Casi tropieza al intentar pasar por la habitación, pero al llegar abrazó tan fuerte a su Wanning que ambos cayeron.

Mo Ran no podía resistirlo más, agarró las mejillas del hombre y lo besó con todas sus fuerzas.

"!!!"

El calor bajo sus manos aumentó hasta que se separó, viendo la cara completamente roja y sorprendida, Mo Ran no pudo evitar reír.

Su risa era una de las mejores cosas que Chu Wanning pudo haber escuchado en todo su tiempo de existencia.

La risa estaba plagada de amor, y era tan, pero tan dulce que Chu Wanning no pudo evitar sonreír y reír junto al chico.

Chu Wanning dejo de sentir un vacío en su pecho.

Finalmente se sentía completo.

"¿Ves? Te dije que te iba a encontrar sin importar que"

"Mm, lo hiciste"

La sonrisa enamorada del joven se hizo mucho más grande.

"¡Sí! ¡Y ya nunca te dejaré ir, te lo prometo!"

Y parecía que hablaba en serio, pues desde ese momento, la muerte blanca ya nunca se encontraba sola.

Desde ese momento en adelante la muerte tenía a un perro protector a su lado.

Quien diría que incluso la muerte tenía alma gemela.

Muerte blanca | ranwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora