~2~

76 10 0
                                    

Joanne estaba encantada con lord Rizzo, luego de aquel inesperado baile, se había mantenido a su lado conversando amablemente, lo cual agradecía porque había visto a lady Wilson observándola y probablemente estaba esperando a verla sola para hacerle un horrible comentario sobre su vestido o peor sobre su cuerpo poco apropiado para aquel vestido.

Tarah tenía absoluta razón en todo, el hombre era amable en exceso, su bondad se notaba al instante y tenía el don de hacer sentir cómoda a cualquier persona a su lado.

— ¿No beberá nada? —preguntó Angelo luego de un rato de charla.

— No bebo alcohol.

— Podría traerle una limonada.

— No, está bien, eso no es necesario —dijo amablemente.

— De acuerdo, debe pensar que soy un ebrio, al menos he bebido cinco copas.

— No me atrevería a pensar tal cosa, se lo aseguro.

— Que bueno, no quiero que tenga una mala impresión de mí.

— No debería importarle lo que yo pienso.

— Exactamente lo que yo creo que debería hacer usted con los cotilleos.

Quiso decir que no era lo mismo cuando las opiniones venían de al menos unas cincuenta personas y entre ellas se encontraba hasta su familia, pero probablemente no fuera necesario que el hombre supiera de sus problemas.

— Lo intentaré, pero mañana verá lo que dicen de mí y le aseguro que será difícil de ignorar.

— ¿Cómo está tan segura?

— Confíe en mí y solo espere —dijo con tranquilidad—. ¿En Italia la gente es así de cruel? —soltó repentinamente sin pensar en que tal vez, no había sido lo más apropiado.

— A decir verdad, considero que hay gente cruel en todo el mundo, pero allá no se forma todo este cotilleo cruel o al menos no sale publicado en un periódico.

— Que suerte.

— Podría invitarla a visitarme en Italia —comentó amablemente.

— Sería algo maravilloso, excepto porque debería ir con mi madre.

— ¿Y que tiene eso de malo? —preguntó divertido.

— Mi madre es una persona un poco —rebuscó hasta que dio con la palabra adecuada— intensa.

— ¿Intensa?

— Por no mencionar que es de las mujeres más chismosas de Londres y todos la conocen por eso, ha encontrado a varias parejas en situaciones comprometedoras y gracias a ella han caminado al altar.

— Oh.

— Si, oh.

— ¿Y tiene hermanas? —preguntó para no decir nada malo de aquella mujer.

— Dos hermanas y un hermano, todos mayores, casados y con hijos, ¿usted?

— Una hermana menor —dijo señalando a la muchacha castaña mientras bailaba— ella es la razón de que me mantenga en las fiestas hasta que finalizan.

— La recuerdo —dijo al verla— estaba aquí también el año pasado.

— Si, por lo visto tiene buena memoria.

— Mucha de hecho —dijo tranquila—. ¿Y a su hermana le gustan los bailes entonces?

— Los adora, no conozco a nadie que disfrute tanto como ella de bailar diez piezas seguidas.

Una decisión de amor © TL #5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora