Despertó al día siguiente gracias a su sobrina y de inmediato se levantó para desayunar con los tres. Los dos mayores la recibieron con un efusivo abrazo, la energía que tenían era increíble. A pesar de eso, eran muy educados y unidos entre ellos para su corta edad, cosa que la alegraba porque si no iban a tener demasiada atención de sus padres, era bueno saber que entre ellos se tenían.
Joanne preguntó a una de las criadas si su hermana ya estaba en casa y en efecto lo estaba, pero aun dormía. Debía volver a su casa, pero entre estar sola con su madre escuchando quejas o cotilleos, prefería disfrutar un poco más de sus sobrinos. Les propuso pasar el resto de la mañana al aire libre, no les haría mal tomar aire y jugar un poco en la naturaleza.
La mañana había sido completamente agradable, claro hasta que su hermana despertó, su esposo había tenido que salir, así que le había propuesto que se quedara a almorzar para hacerle compañía, en realidad lo que ella quería realmente, era alguien que «aguantara» a sus hijos, como solía decir.
A la hora del té, ella aún seguía allí, escuchando a Beatriz quejarse de que estaba cansada porque sus hijos eran agotadores y que era imposible cuidarlos sola cuando su marido estaba fuera por trabajo. Al menos eran tal para cual pensó, su cuñado era igual que su hermana, salían por las noches y trabajaba mucho durante el día, así que poco veía a los niños y parecía convivir feliz con esa idea.
Y como si su suerte estuviera siendo demasiada buena, al servir el té, Beatriz comenzó a leer el periódico, lo había evitado toda la semana, pero claro, si no se lo leía su madre, sus hermanas se encargaban de hacerlo.
— ¿Alguien más vio al apuesto conde de Gavello bailar con nada más ni nada menos que lady Smith? Por un momento, creí que solo era parte de una alucinación, pero al parecer lord Rizzo se ha mantenido al lado de la señorita toda la noche. Demasiada suerte para alguien con ese peculiar vestido verde —leyó y luego observó a su hermana —. Te dije que no usaras verde.
— No era tan verde, era muy claro de hecho —se excusó.
— No lo vuelvas a usar entonces, estas cosas hacen ver a la familia como una burla, deberías atrapar un esposo de una vez, utiliza a ese tal lord Rizzo.
«Deberías cuidar a tus hijos» pensó, pero claramente no lo dijo en voz alta.
— No sé si sea correcto referirse así, «atrapar» no es un término muy bonito.
— Da igual, tiene dinero y no te hará faltar nada, además es italiano y sería lindo vacacionar allí, hazlo por la familia, te hemos dado tanto que una compensación no vendría mal.
— No haré nada para «atrapar» a lord Rizzo, es amable y simplemente mantuvimos una conversación.
— Como quieras, pero se te agota el tiempo —dijo mientras ojeaba el periódico—. ¿Sabes algo de Oliver? El muy ingrato no ha respondido a mi carta todavía.
¿El muy ingrato? Pero si él se había hecho cargo de ellas a la perfección cuando perdieron a su padre. Oliver era un buen hermano, pero claro que hablaban mal de él simplemente porque no era de asistir a fiestas desde que se había casado, incluso iba a muy pocas reuniones familiares. Y lo entendía, sus hermanas hablaban peste de su esposa Prudence, por el simple hecho de ser una muchacha de una familia humilde.
— No, no he hablado con él —dijo haciendo uso de su paciencia.
— Es por Prudence, esa aprovechada lo quiere lejos de nosotras.
— No la llames así —pidió con tranquilidad.
— Ay por favor, todos sabemos que se aprovechó de Oliver.
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Una decisión de amor © TL #5
Historical FictionSaga: Temporada en Londres, libro #5 Joanne Smith nunca ha llamado la atención de los caballeros, desde su primer día en sociedad las críticas jamás faltaron. Con veintidós años y siendo la última Smith soltera se ha resignado a encontrar esposo y h...