¿Era por estar demasiado cansado? Incluso aunque estaba en una fantasía, descubrió que no tenía la fuerza suficiente como para poder marcharse. Los cortesanos lo atraparon y lo arrastraron a algún lugar, maltratando su cuerpo al sostenerlo de sus brazos y de sus piernas justo como si fuera un costal de papas.
Sin embargo, después de un tiempo, pareció saber a dónde iba.
"No ¡No quiero ir! ¡No quiero! ¡Ah!"Fue una gran batalla, algo que volvió su llanto en un grito aterrador y que provocó que el pánico se derramara de su boca en una oración que sonó como si se estuviera asfixiando.
"¡Déjame ir! No me gusta lo que están haciendo ¡¡Déjame ir!!"
Y es que estaba completamente seguro de que lo estaban llevando a la habitación del emperador. La que ahora le pertenecía a Kyodo y quien seguramente iba cogerlo como le viniera en gana hasta lograr matarlo."¡Por favor!"
Fue justo antes de que se abriera la puerta. Luchó, pataleó e incluso trató de morder a ese hombre en la mano.
"¡No quiero ir!"
"Señor, he traído al Príncipe Heredero conmigo".
Pero algo era extraño allí. Seungwan miró la ropa que llevaba puesta y luego observó hacia adelante como si estuviera verdaderamente confundido por la situación. Cuando se abrió la puerta frente a él, el hombre que estaba adentro se volvió y lo miró con la ternura más grande del mundo.
"Ven aquí, amor."
El mundo de Seungwan se derrumbó ante la amable sonrisa de sus labios. Tanto así, que la única palabra que murmuró sin querer no pareció muy diferente de lo que diría estando desesperado."Papá..."
Su rostro, tan inocente como antes de todo esto, estaba lleno de sonrisas que combinaban a la perfección con su voz.
"Wan."
El emperador nunca llamaba así a sus hijos. Es decir, no estaba acostumbrado a decirles por sus nombres de pila. Era algo especial, algo solo para su primer hijo. Incluso se tomó la molestia de decirle Wan, algo que solía hacer muchísimo antes de que se mezclara con su cuerpo y se involucraran en algo que fue muy aterrador. Seungwan lo sabía muy bien: Kyodo era el mayor, pero él siempre fue el más favorecido.
"Estás temblando tanto... Cariño, ya no llores."Al ver su mano extendida en su dirección, Seungwan se encogió de hombros, sacó un sonido muy parecido a un chillido, y se limpió la cara una y otra vez hasta ocasionar que Jin sintiera lástima. Lo acarició con unos dedos cuidadosos, acomodó su cabello detrás de su oreja y después de susurrar palabras muy amables hacía él y decirle que "era hermoso", Seungwan, que todavía lo miraba a la cara, pareció no poder contener el llanto.
"Ah..."
Incluso si trató de tragarlo, las lágrimas brotaron tanto que ni siquiera funcionaba eso de apretar los dientes.
Jin abrazó lentamente a su hijo, como si lo supiera todo.
"De acuerdo. Está bien. Ven a los brazos de tu padre".
Ambos brazos extendidos, eran como una cárcel. Literalmente estuvo atrapado entre ellos por mucho tiempo. Y ya que no funcionó que sacudiera la cabeza o tan siquiera eso de intentar empujarlo en otra dirección, no tuvo más remedio que quedarse completamente quieto para escuchar y sentir todo lo que quisiera hacerle. Jin susurró, con una voz amorosa:"Antes... Te gustaba mucho abrazarme. Te gustaba que te acariciara y te encantaba tomar mi mano".
"..."
"¿Te acuerdas? ¿Que cuando eras pequeñito tomabas mi mano y no la soltabas nunca? Te ponía a dormir en mis brazos, te enterrabas profundo y dejabas tu cabecita en mi pecho..."
"No... Eso no..."
"¿Por qué estás en negación? Tú sabes lo que pasó."
Mientras Jin seguía frente a él, una voz comenzó a susurrarle esto desde algún lugar:
"Sabes lo profundo que ha penetrado en ti el veneno." Decía "Al final, desordenaste tu esencia y corrompiste lo que antes amabas."
"¿A dónde vas a huir ahora?"
Unas manos fuertes agarraron sus brazos. Tenía miedo de ser aplastado contra la cama de nuevo, así que sus piernas comenzaron a moverse de un lado para otro como si estuviera buscando la manera adecuada de respirar. Sin embargo, a pesar de que aparentemente estaba luchando por apartarse, también había un extraño placer que había decidido extenderse tan adentro de él como para que fuera inevitable que comenzara a tener miedo.
"¡Ah!"
El rostro al que se enfrentaba era amistoso, pero eso no borraba el hecho de que sus manos se movieran afanosamente sobre Seungwan. Tocó sus hombros, siguió su cintura y luego se quedó sobre su pecho para poder desvestirlo. Sin embargo, la parte superior estaba tan blanca como una hoja.
"..."
Jin presionó sus labios contra esa parte, donde no existía un sello de alas, y lo lamió como para demostrarle que le gustaba mucho hacerlo así. Recordaba que a veces podía parecer un niño terco, tocando y besando hasta que despertaba lleno de mordidas y otras marcas rojas que daban miedo.
"Ah, ah..."
Sin embargo, también estaba especialmente alarmado justo ahora. ¿Cuál era el propósito de que esta persona apareciera así de repente frente a él? Inevitablemente, como sucedió en la noche en la que mezclaron sus cuerpos por última vez, las cosas solo irían de mal en peor y se volverían un completo desastre. Tal vez, para demostrarles que no era una buena idea estar juntos.
Aún así, el hombre, a quien había apuñalado y cortado con sus propias manos, acariciaba su cuerpo mientras decía lo mucho que lo amaba y también, lo infinitamente demasiado que lo extrañó.
"Estaba equivocado. Yo... Perdóname... Por favor, por favor. ¡Lo siento!"
Seungwan, quien se desnudó bajo Jin, oró una y otra vez y otra vez después de eso. ¿Eran lágrimas derramadas por expiación? ¿Por miedo? Seungwan, quien rápidamente llenó su rostro de agua, agarró a Jin entre sus manos y le hizo levantar la cabeza para poder verlo mejor."No quería... ¡No quería que tú...!"
"No llores. Ya no llores."
Las manos, arrastrándose sobre su piel desnuda, lo hacían sentir extraño. Ni siquiera tuvo que tomar algún medicamento para hacerse entrar en calor porque, después de todo, su cuerpo conocía sus dedos tan bien que fácilmente sacó el placer y lo esparció sobre todo su cuerpo.
"No hagas eso, lo odio..."
"¿Realmente lo odias?"De verdad no le gustaba.
De verdad lo odiaba pero, de alguna manera, sus labios no podían abrirse para decirlo.
Jin besó su boca fuertemente cerrada, la presionó con la suya y permaneció allí por un tiempo que pareció una eternidad. Seungwan fácilmente pudo haber llorado las lágrimas de toda una vida allí.
"Estás enamorado de mi ¿Verdad, hijo?¿Todavía me amas?"
Preguntó el hombre, como si estuviera seguro de haber ganado esta batalla. Sin embargo, la última línea de defensa de Seung-wan se derrumbó miserablemente con eso hasta hacerse añicos. Justo igual a si siempre hubiese sido un patetico trozo de cristal.