Borracho

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Los viernes, son los días en los que terminas la semana y sales con tus amigos. Es un día en el que te puedes permitir beber, celebrar y, porque no, ligar.

Volver a casa puede ser incluso uno de los mejores momentos, ya que hablas sin filtros, puede ser por el alcohol.

Volviendo a casa con una amiga me encontré, en una parada de autobús, a un grupo de mi colegio, que estaban esperando a que llegara dicho medio de transporte. Y en el lateral vi a Mateo, el cual estaba en pésimas condiciones, estaba igual de guapo que siempre pero no se podía casi ni poner de pie.

Para aquellos que no sepáis quién es Mateo, es un amigo de clase, con el cual tengo mucha confianza, aunque seamos de diferentes grupos de amigos. Es más bajo que yo, pero su cuerpo es una obra de arte, desde sus ojos verdes a su torso. Pero no todo es superficial, su don de gentes, su inteligencia y amabilidad es todo lo que uno podría desear.

Me acerco al grupo para asegurarme de que está bien, me acerco a sus amigos y les pregunto, por Mateo. No estaba en condiciones para irse a casa solo, pero ellos no podían ir porque si no perdían el último autobús. Sin dudarlo siquiera me ofrecí a llevarlo, sabía dónde estaba su casa y a demás conocía a sus padres.

El autobús de los amigos llegó al cabo de un par de minutos, mi
amiga se unió a ellos y en cuanto se fueron levanté a Mateo y coloqué su brazo encima de mi hombro pero por motivos de alturas no fue factible. Tras varios intentos opté por cogerle, apoyé sus antebrazos en mi cuello y justo cuando le iba a coger me besó, se separó y me sonrió.

No sabía que sentir, porque estaba borracho, pero sin importar lo que había pasado le agarré del culo y le levanté mientras se abrazaba a mi como un koala. Empecé a andar en dirección a su casa  mientras notaba como su respiración chocaba contra mi cuello, al principio estaba agitada pero poco a poco se relajó.

De vez en cuando me soltaba un ligero beso en el cuello, mientras le olía, no a alcohol como sería de esperar, sino a su colonia, que inundaba mis pulmones.

Tras casi un cuarto de hora andando con él en brazos, llegamos al portal de su casa. Una vez allí revisó sus bolsillos por llaves, y justo cuando las encuentro. Él levanta su cabeza y me dice:
-Uy, que atrevido.- acto seguido me vuelve a besar, un beso delicado y sincero, y cae otra vez sobre mi hombro.

Saco las llave de su bolsillo y de alguna manera consigo abrir la puerta sin que se caiga, guardo sus llaves y me dirijo al ascensor para llegar a su casa. Abro la puerta con el mayor silencio posible y paso a su cuarto donde le dejo en su cama, que parecía matrimonial. Le coloco en su cama y le susurro que ya habíamos llegado, se despertó y me lo agradeció.
-¿Quieres algo antes de que me vaya?-le pregunto para asegurarme.
-¿Puedes quedarte? Es tarde.- afirma.
- Si quieres me quedo.-aseguro.- Déjame preguntar.
Escribir a mis padres confirme y me quedé con él.
-Enano.- le llamo.- Me quedo.
-Bien.- dice somnoliento.- Porque me quiero duchar.

Tras decir esto se levanta de golpe, tuve que correr hacia él, ya que se caía. Le ayudé a ir al baño y le empecé a quitar la ropa hasta llegar a los bóxers, que contenían algo duro. No sabía si continuar pero Mateo resolvió mi duda cuando guió mi mano torpemente hacia su cintura, y tras esto se los quité.

Le ayudé a entrar a la ducha y la encendí, afortunadamente estaba caliente, me quité la camisa para no mojarme y le empecé a enjabonar. Comencé por el cuello, baje por su espalda y le rodee llegando a sus abdominales, jugueteé con él como él había hecho conmigo, mientras me observaba con una mirada de tonto, veía sus ojos brillar. Bajé mi mano todavía más y llegue a su ingle donde me encontré su miembro duro, pero lo ignoré y terminé de enjabonarle. Cogí el champú y le masajeé la cabeza mientras veía sus ojos, que me cautivaban. Le quité todo el jabón y tras coger una toalla le comencé a secar al ver que apenas aguantaba de pie me senté en el váter y le senté encima mío con su cuerpo en dirección al mío. Pase la toalla por su abdomen, por su pelo y espalda.

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