Al aire libre

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Había quedado con Diego, un amigo, que hacía tiempo no veía. Había insistido en ir a una finca que tiene su familia, que este año se había ido de viaje sin él. De manera que me invitó a pasar el día.

Al recogerme, me sorprendió bastante, no era como le recordaba, aunque seguía estando más alto que él había crecido, estaba más fuerte. Parecía que estaba entrenando y había cambiado mucho de cara.

Tardamos una hora de trayecto en llegar, pero nos pusimos al día, él iba a entrar a la universidad este año, igual que yo. Ambos seguíamos sin pareja, y ambos seguíamos corriendo por las noches.

Cuando cruzamos el portón de entrada empecé a recordar lo grande que era, era tan grande que no se veían edificios cerca, y estaba muy bien cuidado el campo, todo estaba verde, tras continuar un par de minutos en coche, llegamos al centro de la finca donde había una bonita casa de piedra y una piscina.

Nos bajamos del coche y caí en la cuenta de que no había traído bañador, se lo dije, pero él tampoco tenía para sí mismo. Me planteé decirle que daba igual que no nos bañáramos pero me dijo:
-Bueno pues sin ellos como cuando éramos pequeños.
Sonreí y asentí.

Descargamos algunas provisiones, comida y un par de bolsas más. Debido al calor que hacía decidimos meternos a la piscina. Mientras Diego se quitaba la camiseta pude ver que en verdad había entrenado. Según subía su camiseta veía sus abdominales marcados y sus pectorales perfectos. Tuve que retirar mi mirada rápido en cuanto se dio cuenta de que le estaba mirando. Pero él simplemente se quitó los pantalones dejando un bulto de buen tamaño entre pierna y pierna. Y por último se quitó los bóxers dejando un pene semiempalmado, pero lo dejó poco a mi vista ya que se metió rápidamente.

Yo le imité y me metí a la piscina, en cuanto me metí empezó a salpicar, decididamente nadé hacia él para hacerle una aguadilla, y de paso aprovechar y tocar su pecho y abdominales. Empezó a luchar, pero aunque me costó le conseguí inmovilizar. Sujetaba sus manos y sin darme cuenta su cintura, desnuda. Al darme cuenta me acerqué y le dije.
-No te pongas cachondo.- guiñándole un ojo.
-Tarde.-me respondió.
Tras esto me besó y en ese preciso momento se liberó y salió de la piscina a tomar el sol.

Salí detrás de él y me tumbé a su lado, eché un vistazo y en verdad estaba duro.
-Mira lo que has hecho.-dice.- Ahora tienes que solucionarlo.

Cogió mi mano y la colocó encima de su miembro caliente. Antes de empezar a hacer nada, subí mi mano por su pene hasta llegar a su abdomen y pasé por su cintura y volví a su base. Con esto me incorporé y le besé. Empecé a tragarme su pene, cosa que no era fácil, pero me incentivaban los gritos de placer que soltaba. Unos gritos que nadie excepto nosotros escuchábamos. Frenaba por momentos arriba o abajo para aumentar el placer y así fue llegó su momento de placer en donde cada músculo de su cuerpo se tensó, para después relajarse.

Me volví a mi posición inicial, pero ahora el que necesitaba ayuda era yo.
-Se dice que los anfitriones tienen que ayudar a los invitados.- le dije con tono tentador.- Tienes que cumplir con tu deber.

No hizo falta que dijera más para tenerle amarrado a mi pene, subía y bajaba su cabeza a un ritmo continuo mientras me miraba expectante. Recogí esta con mis manos dirigiéndola hacia mi cabeza para besarle mientras que con la otra seguía el recorrido de su columna hasta llegar a su culo.

Y sin previo aviso mientras le besaba, se la metí, haciendo que todo su cuerpo se contrajera inmediatamente y se le escapara una lágrima. Bajó forzosamente a mi cara y me besó como señal de que continuara. Me giré para quedar encima suya y me comencé a mover lentamente, pero poco a poco empecé a aumentar el ritmo. Su dolor se convirtió en placer y gritaba pidiendo más hasta que se vino por una segunda vez. No tarde mucho en venirme en su interior, salí y me apoyé en su pecho sudoroso y agitado por su respiración.

Y así nos quedamos, desnudos, satisfechos y con ganas de encontrarnos más a menudo.

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