𝐈𝐈𝐈

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Jimin sentía el fuego recorrer raudo sus entrañas, quemando su raciocinio y jugando burlonamente con la falsa capa de tranquilidad que le obligó a colocar para no dejar en visto su inexperiencia.

Nada más entrar en aquel cuarto, notando rápidamente las condiciones que lo provisionaban como un estudio, Jeon Jungkook le propuso ponerse manos a la obra.

Jimin trataba de dismilar el temblor de su cuerpo apretando la delgada tela de la vieja camisa que lo cubría, respiraba pausadamente en un vago intento por calmarse, y mentalizarse de una vez por todas de lo que iba a pasar. De lo que estaba a punto de hacer.

Recibió las indicaciones de Jeon Jungkook obedientemente, como un corderito que solo sabe seguir a su pastor, a pesar de que este lo puede guíar a un destino cercano a la muerte.

Lo cierto es que temía decepcionar al pelinegro con su actitud penosa y nula experiencia.

¿Cómo es que había llegado ahí?

Fue una tarde particularmente calurosa en la que el chico de cabellos dorados se disponía a hacer sus deberes diarios, ir al pueblo, comprar el pan y recoger algunas verduras de la huerta de su familia.
Claro que como era de costumbre desde hace un tiempo la presencia del joven Jeon fue indispensable.

Ambos mantenían una de sus típicas charlas, cuando de un momento a otro salió un tema a relucir que honestamente, tenía a Jeon curioso desde hace un tiempo.

Y se trataba de la familia Park.

Según Jimin estuvo narrando, el otro chico supo que provenía de una familia extensa. Él siendo hijo mayor de un matrimonio consolidado, su padre era un pescador desde sus tiempos más mozos, se pasaba la mitad del año embarcado, viviendo entre el salitre y la espesura de las olas. Era un trabajo honesto y con buenos frutos, más sin embargo pagaba el precio de no ver a su familia durante demasiado tiempo.

Su madre mientras tanto era una mujer de familia humilde, una ama de casa comprometida con el deber de amar y cuidar a su familia. Siempre esperando el regreso de su esposo con ansias y anhelo.
Y mientras este no estaba para provicionarlos de dinero, solía vender sus elaborados tejidos a cambio de algunas monedas entre los pueblerinos.

Jimin solía ayudarla la mayoría del tiempo. Si no estaba cuidando de sus cuatro hermanos menores, estaba tejiendo junto a su progenitora o realizando los recados del hogar.

Pero el dinero había comenzado a escasear. La comida era cada vez menos y se volvía aún más difícil con tantas bocas que alimentar.

Y Jimin ya no sabía que hacer, cargando el peso de un hogar sobre su joven espalda y sin saber como aportar un poco más.

Jungkook escuchó su historia atentamente sin interrumpirlo, sintiendo su estómago revolverse de pena e impotencia.

Y fue ahí cuando una idea retorcida surcó su mente, sintiéndose un ser despreciable por aprovecharse de la precaria situación del chico, pero dispuesto a llevarla a cabo.

Ayudaría a Jimin, a cambio de un pequeño favor de su parte.

𝐍𝐗𝐃𝐄 ➻ 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐌𝐢𝐧. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora