Capitulo II

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(Somewhere Only We Know - Keane)

Coloqué un poco de rímel sobre mis pestañas, no acostumbraba usar demasiado maquillaje porque me sentía demasiado incómoda. Era como si tuviese una máscara encima de la que tenía que estar al pendiente cada segundo. Solo usaba el rímel para resaltar un poco mis ojos, cosa que no era tan necesaria porque el café verdoso de los iris ya los hacía resaltar, y tal vez un poco de corrector.

Tenía que ir caminando hasta el café porque aún no tenía mi licencia de conducir y, a decir verdad, no era la mejor manejando.

Me pasé por la cocina para ver qué estaban haciendo papá y mamá: cuchicheaban en voz baja, mientras mamá limpiaba los platos y papá solo estaba ahí pegado a ella, con un brazo rodeando su cintura, como siempre. No podía verlos, pero seguro que se sonreían como bobos.

Una sonrisa apareció en mis labios con el simple hecho de presenciarlos.

- Hola – intenté llamar su atención. Papá se giró de inmediato.

- Hola linda – me sonrió -, ¿Vas a salir? – cuestionó al verme.

Era fácil saber cuándo iba salir, si no lo iba a hacer me pasaba todo el día en pijama. Hoy me vestí de manera muy sencilla; unos pantalones negros mom jeans de talle alto y una camistea corta ajustada blanca con las mangas y cuello negro y un estampado, también negro.

- Sí – me acerqué al mesón al ver unas galletas y robé una. Alcé la vista de nuevo hacia papá, tenía una ceja enarcada -. Bueno, venía a pedir permiso.

- ¿Con quién? – cuestionó mamá sin girarse.

- Con los de siempre –le di un mordisco a la galleta-. Heather, Danah, Ashton...

Los conocía de toda la vida, excepto a Ashton, pero llevaba un par de años conociéndolo junto a las chicas. Desde los 15 para ser exactos. Y sí, tengo más amigos o compañeros, pero ellos son de mi círculo más cercano. Además de que son los únicos a los que mis padres le tienen confianza.

- ¿Quieres que te vaya a dejar? – sugirió papá. Enseguida me negué.

- No, iré a la cafetería de siempre. Aparte, quiero caminar y...

- Escuchar música como la rarita que eres – puso los ojos en blanco divertido -. Ya lo sé.

- ¡No soy una rarita! – me quejé.

Tal vez sí lo era, un poco. Pero no me iba a dejar tratar mal.

- Claro que no – me defendió mamá. Estaba a punto de agradecerle, pero añadió: - Solo es una fanática obsesiva de la música.

- ¡Mamá!

Siguieron burlándose de mí y me crucé de brazos, molesta.

- Como sea. Vuelvo luego.

Pensé que me dejarían ir mientras se reían de mí, pero ni siquiera di la media vuelta, y papá me atrajo del brazo hacia él. Intenté zafarme porque quería seguir "enojada" y solo logré que me apretujara más.

- ¡Papá! – seguí removiéndome entre sus brazos mientras él se reía de mí.

- Darlyn – advirtió. Desistí y dejé que me retuviera.

- No soy una fanática obsesiva – recalqué.

- Solo un poco.

- No.

- Sí. Muy poquito.

- Que no.

- Igual te queremos – escuché que decía mamá -. Aunque seas una fanática obsesiva.

Lo Inefable del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora