Capítulo VIII

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(Falling apart - Michel Schulte)

Advertencia: Mención de temas sensibles como: auto lesiones. 


Hice mil intentos de tragarme el nudo en mi garganta.

Ya no quería llorar.

Limpié las lágrimas que salieron sin permiso e inspiré hondo.

Un suspiro entrecortado salió de mis labios.

Estaba enojada conmigo misma.

No sabía por qué, pero lo estaba.

Quise defenderme, en serio lo intenté, pero no pude.

"Lo intenté, pero no pude".

Más lagrimas brotaron de mis ojos. Me estaba arrastrando yo sola al pasado.

Me sentía igual que antes y eso solo traía recuerdos a mi mente que ya no quería. Que creí haber enterrado para no volver a verlos nunca, pero aquí están.

Volvía a sentirme insuficiente, incapaz.

Estaba odiándome tanto.

Aparté las lágrimas, molesta.

¿Por qué mierda estaba llorando?

Me pase las manos por la cara y las mejillas húmedas.

Bien, solo tenía... no lo sé. No quería hacer nada, solo pasar el resto de la tarde en la cama, pero sabía que si lo hacía terminaría llorando de nuevo. Así que preferí tomar una ducha.

Fui al baño, abrí la regadera y en lo que esperé a que el agua se calentara me observé en el espejo arriba del lavabo.

Tenía el cabello completamente alborotado, las mejillas sonrojadas, probablemente por pasarme las manos demasiadas veces, los ojos rojos y los labios también rojizos.

Deslicé el dedo índice sobre ellos. Al menos no había rastro de sangre.

Odiaba verme así.

Ver que una situación me había llevado de nuevo a estar así.

Antes, era cosa de todas las noches. Era hasta rutinario.

Antes, cualquier cosa me afectaba. Cualquier cosa me rompía.

Intentando evitar esos pensamientos comencé a desvestirme, me detuve en seco al ver las cicatrices en mis muslos.

Hace mucho no les tomaba importancia. Las ignoraba o las veía y no me ocasionaban nada. Hoy no.

Pasé saliva y con la mano temblorosa tracé una. Eran demasiadas.

No eran profundas, se veían como un pequeño rasguño. Y aunque la cicatriz fuese pequeña, el motivo fue grande.

Demasiado.

Me arrepiento.

Me arrepiento enormemente de haberle hecho eso a mi cuerpo. De dañarme de esa forma.

No sabía lo que hacía, no era consciente. Solo estaba buscando un escape y lamentablemente encontré ese. Aún puedo recordar la satisfacción que sentía al ver esas marcas en mis muslos. Sentía que así podrían validar mis problemas.

Porque no, no era la gente quien los minimizaba e invalidaban. Era yo misma. Yo misma me llamaba exagerada, me decía que quería llamar la atención, que había gente con más problemas y aun así seguían y luchaban mientras yo solo lloraba en la habitación sin poder buscar ayuda. Aunque me decía que no la necesitaba. Pero si la necesitaba. Y demasiado.

Lo Inefable del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora