-Kacchan-

158 18 7
                                    

Algunos días después, el color había vuelto a la cara de todos los chicos de la clase 2-A, y ahora al fin las bolsas debajo de sus ojos habían dado paso a el color natural de su piel, y el reconfortante sentimiento de tener el estómago lleno durante todo el día llenaba sus corazones de un sentimiento que no se habían percatado de haber llegado a perder.

Ahora todos los chicos le daban descanso a sus mentes en la cálida y suave comodidad de sus sábanas.

Izuku se revolvía entre sueños, con una sonrisa embobada apoderándose de sus facciones, soñando con melena rubia y hermosos orbes rubíes.

Por su parte, Katsuki era el único con sus ojos aún abiertos, con su mirada clavada en el techo y sus brazos siendo el cómodo soporte de su cabeza por detrás.

Katsuki también soñaba. Pero él en vez de soñar en blanco, tenía verde bosque pincelando sus sueños. Soñaba con una cabellera sedosa de color verde opaco, y ojazos similares a bellas esmeraldas.

Y en un breve escape de sus pensamientos, Katsuki tuvo en cuenta la hora, y siendo consciente de sus pocos deseos de dormir, Katsuki tuvo el repentino deseo de correr un poco.

Siendo que ya pasaban las dos y media de la madrugada, y Katsuki aún no se encontraba en posición de darle un poco de descanso a sus agotados parpados. Él prefería descargar sus pensamientos con un poco de sudor. Y tal vez el golpe de aire frío podría hacer callar alguno de sus molestos pensamientos.

Se levantó bruscamente de la protectora suavidad de sus mantas, y comenzó a hurgar entre su armario en busca de ropa. Se cambió con lo primero que sus manos sacaron del armario.

Cuando Katsuki abrió las puertas de los dormitorios para salir, el congelado otoño le dio de lleno en el rostro. Y es que, estaban en finales de otoño, cada día comenzaba a sentirse aún más la presencia del frío.

Por esa única razón, Katsuki estuvo por dar media vuelta y tomar el fresco dentro de unas horas. Pero considerando que tenía opciones tan limitadas, el rubio realmente necesitaba de ello.

Sin si quiera calentar, y con una holeada de dolorosos pensamientos atacando su corazón, Katsuki echó a correr.

Echó a correr con la esperanza de olvidar.

Olvidar ojos verdes y tortuosos pensamientos que cargaban de culpa a su agitado corazón.

Y muchos, muchos, muchos pasos después, Katsuki podía comenzar a decir que el sudor recorriendo su piel se sentía mucho mejor que ir a terapia. En ese mismo instante teniendo un momento de sinceridad consigo mismo, y, únicamente para él, admitiendo que dejar una diminuta rendija abierta en las puertas de su corazón no podía ser tan malo, no si se trataba de ojos verde esmeralda.

Aunque un par de kilómetros lejos de Katsuki, Izuku no la estaba pasando tan bien. Removiéndose con incomodidad en su cama, con la respiración entre cortada y una fina capa de sudor perlando su frente.

Katsuki tenía pensamientos que aceptar, pero Izuku tenía pesadillas con sentimientos que el mismo no lograba ver.

Soñar con Bakugo siendo herido se había vuelto su diaria, pero esta noche algo nuevo llegó a su mente.

Katsuki rechazaba cruelmente los sentimientos que incluso el propio Izuku ni si quiera sabía que tenía, de una forma que únicamente hubiera sido capaz de hacer el Katsuki de secundaria. Pero el blondo había cambiado, Izuku sabía que sí. Pero los nuevos sentimientos floreciendo en su interior no podían parar de atormentarlo, e Izuku no era capaz de enfrentar algo que no sabía cómo llevar.

Nunca había sentido algo similar, lo más comparable era la sensación de protección que sentía cuando era pequeño y su madre tenía que cuidar de sus heridas en algunas ocasiones. Pero a pesar de ser la referencia más cercana que tenía, seguía sin poder dar un nombre.

Últimamente se sentía algo extraño al estar junto a Katsuki. No sabía que era con exactitud y eso hacía que en cada ocasión demostrará nerviosismo al estar junto al rubio. Se sentía culpable.

Por los pensamientos de Izuku no había nada más que culpa y preocupación respecto a Bakugo.

Se sentía aterrado de estarse sintiendo de esa forma.

En su cabeza solo cabía la idea de que estaba mandando todo avance que ha tenido su relación con el rubio a la basura, y no podía evitar sentirse culpable cada que Katsuki rondaba alrededor de él.

Midoriya Izuku había sentido muchas cosas a lo largo de su vida. Desde romperse varios huesos, sentirse él ser humano más miserable del planeta, también se había llegado a sentir amado. Pero nunca jamás había sentido una sensación tan burbujeante y nueva dentro de sí, y eso lo tenía más asustado que nunca.

Despertar de golpe por las noches no era su pasatiempo favorito, y quedar con el mal sabor de boca gracias a la desagradable imagen de Katsuki siendo herido definitivamente tampoco era su parte favorita.

Ahora que Izuku estaba despierto sabía que no iba a poder volver a dormir. Así había pasado desde el día en el que comenzó a pasarla mal por las noches.

Miró el reloj junto a su cama.

3:40 a.m.

Un largo suspiro abandono sus labios, quitó suavemente las sábanas que estaban sobre su cuerpo, y recogió las que habían sido tiradas al piso por el movimiento de minutos atrás.

Izuku sintió que su corazón titubeó, la pesadez de la pesadilla cayó de nuevo sobre él.

Oh...

También, cada que Izuku tenía una pesadilla, había adoptado la costumbre de ir a ver si Katsuki se encontraba bien.

Al principio se negó al pensamiento, porque le pareció intrusivo y muy poco razonable de su parte. Pero luego la necesidad se volvía tan grande, que no podía tener tranquilidad hasta que comprobara con sus propios ojos que Katsuki estaba bien.

Aunque no siempre lo hacía, sólo cedía a los impulsos de su corazón cuando la pesadilla era demasiado para él y para su sensible corazón.

Aunque esta vez el rubio no había sido herido, tampoco había estado en medio de alguna batalla.

Esta vez su mente le había jugado una mala pasada, jugando con sus sentimientos. Recreando como sería si Izuku se llegara a declarar románticamente, y plasmando al rubio rechazando muy cruelmente sus sentimientos, diciendo cosas muy hirientes que Izuku creía había dejado completamente enterradas en el pasado.

Creía.

Izuku consideró que en ese momento un poco de agua fresca no sería mala para refrescar sus pensamientos.

Y la idea le pareció lo suficientemente buena como para querer ir a visitar su lago favorito. Ese lago que estaba a un par de minutos de la U.A.

Su mente se animó ante la idea, y en unos cuantos minutos ya estaba listo para salir.

Que fuera sábado solo hizo las cosas más fáciles para Midoriya.

En menos de lo que se dice All Might Izuku ya se encontraba corriendo a toda velocidad en camino a su destino.

Y en cuanto al fin dió con su destino, el chico de pecas casi deja caer su mandíbula ante la imagen que llegó sus ojos.

—¿Kacchan?—



Aprendiendo a Relajarnos /KatsuDeku/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora