1.-Nostalgia del colegio.

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Era una sensación verdaderamente curiosa la que sentía mientras estaba sentado en ese banco. Intencionadamente me puse a la sombra para que no me diese el caluroso sol, pero la brisa se había enfriado en las últimas semanas y notaba algo de helor en el ambiente, que me tomó por sorpresa. No duré mucho allí, ya que en pantalón corto podía sentir cómo se me congelaban hasta los pelos de las pantorrillas poco a poco.

Me levanté en busca de algo de calor solar, pero el principio del otoño es una época muy complicada, al igual que lo es la primavera. A pesar de que aún hace calor como en verano, el viento empieza a enfriarse y las sombras se hielan cuando no te das cuenta.

Y aún así, hacía calor. Y tenía sed. Mucha sed, la verdad. Suelo ser alguien sediento, y el calor me lo hacía ser aún más. Por suerte, aquí en la universidad hay un montón de fuentes esparcidas por todos lados, así que no tardaría en dar con una. Es mi primer año de universitario, así que todavía no conozco muy bien el lugar, aunque ha resultado ser muy acogedor. Me he desenvuelto bien estos primeros días entre clase y clase, conociendo poco a poco a mis compañeros... aunque he de admitir que no es lo mismo que años anteriores. El instituto resultaba muchísimo más cálido en lo que a compañerismo se refiere. Sí, es cierto que algunos compañeros eran unos totales imbéciles, pero a su modo se hacían querer y tenía muy buenos amigos. Ahora, sin embargo, me siento solo de cierta manera.

Caminando por las calles del campus, bajo un caliente sol. Esas largas calles, con algún árbol salpicado que daba la falsa esperanza de una sombra con la que cubrirse, a pesar de ser una trampa gélida. Veía la fuente al final del trayecto. Me acercaba con pies pesados y la mirada fija. Grande sería mi sorpresa cuando, tras un fugaz parpadeo, ya no estaba en la universidad.

Miré confuso a mi alrededor, sin saber muy bien dónde me encontraba repentinamente. Era una pista deportiva, hecha de asfalto pintado de azul. La reconocí con bastante velocidad, se trataba del patio del colegio en el que estudié hace ya mucho tiempo. No comprendía qué pintaba yo allí repentinamente, pero la verdad es que se me hizo nostálgico en cierto modo. Aquellas paredes de ladrillo amarillento que esperaban pacientes a que los niños llenasen sus aulas. Estaba igual a como yo lo dejé hace tanto tiempo.

-Este sitio... ja, en esta pista solía jugar con mis amigos. Eran buenos tiempos, la verdad. No tenía nada de lo que preocuparme, solo de pasarlo bien. ¿Qué tendría cuando salí de aquí, doce años? Solo han pasado seis o siete desde entonces y siento que ha sido una eternidad.

Aún con algo de confusión me paseé por el patio, acercándome cada vez más al edificio.

-Que pequeño parece todo. He debido crecer desde entonces, lo recordaba infinitamente más grande.

A pesar de ser a penas las once de la mañana, plena hora escolar, no había nadie en el interior de las aulas. Miré con detenimiento, pero ni siquiera se escuchaba un simple ruido. No comprendía qué pasaba, pues era un jueves como cualquier otro hasta hace solo unos minutos.

-Esta de aquí era mi clase. La recuerdo muy bien, yo solía sentarme allí atrás, al fondo.

Por poco nace una pequeña lágrima de mis ojos, pero la contuve rápidamente. Recordar estos pasillos y aulas era conmovedor para mí. Aquellos definitivamente fueron años muy felices, llenos de alegría... ¿qué habrá sido de todas las personas con las que perdí el contacto después de irnos de aquí? Hubo muchos de los que no volví a saber nada nunca. ¿Serán felices a día de hoy o terminarían arruinando su adolescencia por malas decisiones? En ese momento de verdad quise volver a aquellos días sencillos y poder hablar con todas aquellas personas nuevamente.

Miré por todos lados, con una curiosa sonrisa en mi rostro. No sabía qué demonios hacía yo en ese lugar en aquel momento, pero me encontraba extrañamente feliz. ¿Qué es lo que echaba de menos de aquel lugar? ¿Es acaso la época que pasé aquí yo la que me hace sentirme de esta manera? ¿Echo de menos ser un niño? ¿Fue siquiera tan buena esta infancia? Ahora, desde la perspectiva de un joven estudiante de filosofía, dudar parece que es parte esencial de mí.

Sin embargo, este bello momento debía tener su final. ¿Por qué estaba allí ahora yo? Tenía que regresar a la universidad cuanto antes, dentro de poco comenzaría mi próxima clase. Por suerte, el campus no está demasiado lejos de este pequeño colegio, así que no tardaría mucho en llegar. La valla estaba cerrada, así que con habilidad salté la puerta.

Sin embargo, la sorpresa no acababa aquí. Al saltar, ya no estaba en el colegio, sino en otro, ahora desagradable, conocido lugar.

A la sombra de septiembre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora