5.-La sonrisa de mi soledad.

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Nuevamente abrí los ojos, que ahora estaban cubiertos con una pequeñísima capa de lágrimas. Demasiados sentimientos para mí en muy poco tiempo, definitivamente. Miré a todos lados, y esta vez estaba en la cima del faro de la ciudad, era otro atardecer. Me resultó raro, hasta ahora no se había repetido ningún momento del día, pero esta vez por algún motivo sí había pasado.

Definitivamente las vistas no tenían nada que envidiar a ningún mirador de pacotilla, pero aquel faro abandonado era para mí una especie de refugio al que huir cuando el mundo me trataba mal. Observé durante unos instantes la puesta de sol, conteniendo las pocas lágrimas que habían nacido de mis ojos.

Al final recordé qué hacía allí arriba, pues justo un día después de todo lo ocurrido en mi recuerdo anterior, vine aquí arriba. Como en muchas otras de mis incursiones a la cima de la torre, no sabía muy bien qué hacer allí, pero simplemente ver el cálido fin del día me transmitía calma. En el fondo soy un sentimental.

Aquel día tras la fiesta de graduación, allí arriba... no estaba solo, ahora que lo pienso. Aquel día mis amigos vinieron conmigo para tratar de consolarme.

-Es verdad, ellos estaban aquí. - Dije mientras esbozaba una pequeña sonrisa.

Esos dos años de bachillerato hice muchos amigos nuevos, pero lo que ocurrió en la graduación me hizo pensar de nuevo, tal y como solía hacer en mis oscuros años de secundaria. Menos mal que estaban ellos aquí, de haber estado solo no quiero imaginar a qué pesimistas ocurrencias hubiese llegado.

Esa tarde aquí en el faro pudo haber sido perfectamente el último punto de inflexión en mi vida hasta el momento tal y como lo veo ahora. En aquel escenario me di cuenta de que quería estudiar filosofía, aprecié más aún a mis amigos actuales... pero a la vez, me hizo preguntarme cosas que no logré resolver en ese momento.

-En aquellos años de secundaria en los que estuve solo, pasé muchas horas en mi casa en completo silencio. ¿Acaso he desperdiciado por completo mi adolescencia? Y sabiendo cómo era yo, ¿se dará el caso en el que desaprovecharé mi juventud? Todavía es pronto para saber, ¿pero quizás terminaré echando a perder mis mejores años?

Esa comitiva de cuestiones me atormentaron aquel día en el atardecer junto a mis fieles amigos, pero ahora que estoy yo solo en el mismo sitio, puedo ver una respuesta sensata a todo aquello: claro que no lo hice, simplemente cometí el error de hundirme yo solo en ese aislamiento. Sin embargo, aunque no viviera una vida emocionante logré salir de aquello y a día de hoy puedo disfrutar de amigos envidiables... visto así, ¿suena haber cometido un error como un error? En lo absoluto.

Seguí contemplando la puesta de sol, ahora con una plena sonrisa. Y con la socarronería del que sabe que ha dado con algo profundo, indagué más en mis respuestas. A la vez me asoló un vago pensamiento, ¿puede que esté haciendo esto para autoconvencerme de que estoy haciendo lo correcto? Decidí acallar aquella voz y aprovechar el momento en el que vivía. Para preocuparme hay cientos y miles de años, pero solo en este momento puedo pensar que he superado errores en el pasado y estoy haciendo las cosas bien.

Finalmente, en aquel nostálgico atardecer pude cerrar una etapa y dar comienzo a una nueva. Y ahora, con la esperanza de irme de aquel faro solitario y continuar mi vida, cerré los ojos. Los cerré con suavidad, quería seguir apreciando la anaranjada calidez un poco antes de regresar. No duró mucho rato, pues a los poco segundos todo parecía cambiar a mi alrededor.

Al abrir mis ojos, me vi parado en medio de una de las calles del campus, con una fuente en frente de mis ojos. Miré algo avergonzado alrededor, para asegurarme de que nadie me hubiese visto allí de pie sin hacer nada. No sabía cuánto tiempo había transcurrido desde el comienzo de mi odisea, pero al mirar el reloj de mi muñeca me calmó ver que no había cambiado la hora.

Bebí agua y me senté en un banco cercano, a la sombra. Miré las hojas del árbol que me cubría, y con una pequeña sonrisa no pude hacer más que pensar que no hacía tanto frío a la sombra en septiembre como pensaba. 

A la sombra de septiembre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora