Capítulo 4

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POV Dowoon

Crucé violentamente las puertas de los dormitorios para ver a Mark sentado en el suelo fuera de nuestras habitaciones. Tenía su Stenson en las manos, su cabello rubio sobresaliendo en todas direcciones, y estaba mirando fijamente la mancha de tierra en la pared opuesta. Levantó la vista cuando golpeé su muslo con la punta de mi bota.

Su rostro era como un trueno cuando sus ojos azules se encontraron con los míos. Se levantó:

—¿Y ahora qué? –preguntó con frialdad.

—¿Dónde está Lucas?

Mark inclinó la cabeza hacia la habitación de Lucas. La puerta estaba cerrada. Pasé por delante de Mark, escuchando sus pisadas detrás de mí. Abrí la puerta y vi a mi hermano sentado en su cama. Sus brazos enormes estaban tensos bajo su camisa apretada. Su cabello echado hacia atrás en un moño en la parte superior de su cabeza. Y, por una vez en su condenada vida tonta, no se estaba riendo. Me miró fijamente a los ojos:

—He hecho alguna mierda jodida en mi vida, puedo matar sin remordimiento, follar a cualquier perra de maneras diferentes, pero lo que les hacen a esos putos y perras en ese lugar, me dan ganas de cortar algunas pollas y comerlas para el desayuno.

—Controla tu mierda. —Miré a Mark—. Los dos. Duerman un poco. Mañana estaremos en ese puto salón. Necesito estudiar este lugar un poco más. Voy a intentar conseguir una choza, la del barbero. Tengo que estar lo más cerca de la del dentista como pueda.

—¿Lo has visto? —preguntó Lucas, su voz más dura de lo normal.

—Vi a Amo cargando a un pelirrojo a la choza del dentista. Su peso era diferente de la última vez que vimos a Shinwon, pero estoy muy jodidamente seguro de que es él. —Me pasé la mano por el rostro—. Vuelve mañana al granero. La misma mierda, día diferente. Una vez que tenga una imagen de él, la confirmación de que está aquí, y tenga una evaluación completa de la distribución y los patrones de cambio de los guardias, voy a calmar mi mierda y elaboraré un plan para sacarlo.

Lucas y Mark asintieron. Volví a mi habitación, pero me detuve delante de la de Bangchan. Abrí la puerta en silencio y miré dentro. Mi jodido pecho se apretó cuando lo vi, sin camisa, sentado en el suelo frío y duro. Su cabeza estaba agachada y la sangre caía a su alrededor de los recientes cortes en su brazo.

Una desalmada mirada negra azabache se encontró con la mía. Entré en la habitación y cerré la puerta. Antes de siquiera tener una oportunidad de hablar, Bangchan masculló:

—Jodidamente no me gusta esto. —Negó y sus labios se curvaron sobre sus dientes—. Tienen que morir. Todos tienen que morir. —Bangchan siseó mientras se cortaba en el antebrazo—. Tengo que matarlos.

Este era el viejo Bangchan, el que conocía mejor que el hermano más tranquilo que había visto últimamente.

—Y tendrás tu oportunidad —prometí—. Solo necesitas darme tiempo. 

Bangchan me fulminó con la mirada, leyendo mi rostro. Cuando hizo contacto visual demasiado tiempo, bajó los ojos y dijo:

—Solo dame una puta matanza. —Su rostro se tensó—. Yo... no puedo evitar lo que haré si no lo haces.

De regreso en mi habitación, me desplomé en la cama y dejé caer la cabeza contra la cabecera. Cerré los ojos. Entonces, como lo hacía todas las noches, la puta tormenta de recuerdos llegó estrellándose, la culpa y la vergüenza recorrieron todas las fibras. Visiones de sangre inundando mi mente y ahogando el aire de mis pulmones...

—Tenemos que irnos. –Key cruzó la abertura de mi tienda. En segundos estuve de pie. Tomé mi arma, mi casco y salí corriendo hacia el camión. El lugar era un puto caos.

El Hades de Yoon DowoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora