El Hades de Yoon Dowoon

Capítulo 10

POV Shinwon

Miré a los árboles mientras pasaban rápidamente, un destello verde y marrón. La camioneta estaba en silencio mientras avanzábamos por un camino de tierra. Campos y campos verdes se extendían a nuestro alrededor. Si no lo supiera, podría haber pensado que estaba en New Zion. Pero de alguna manera pensé que siempre había sabido que no era cierto. Todo sobre la guarida de este diablo se sentía diferente. Y no de la manera en que lo habría pensado. No sentía miedo, pero tampoco me sentía seguro. Estaba estancado en un estado de purgatorio, sin saber a dónde pertenecía.

Una hoja caída, atrapada en un fuerte viento.

ㅡ¿Debo quedarme con Yongbok a partir de ahora? —pregunté mientras miraba por la ventana. Jugueteé con la manga del suéter, blanco, que Seungmin me había traído.

Mi corazón era un lío tembloroso mientras pensaba en la última vez que había visto a Yongbok. Una parte de mí temía que me odiara, que no me diera la bienvenida a su casa. Pero, por otro lado, quería salir de esta camioneta en la que viajaba y correr hacia sus brazos.

Una de las manos de Dowoon estaba tensa en el volante. Tenía un cigarrillo en la otra, y tomaba caladas regulares por la zona iluminada mientras conducíamos.

Durante las últimas horas, había intentado reconstruir lo que me había sucedido en New Zion, al final. Recordé que Sungkyu, temeroso de un ataque de los hombres del diablo, comenzó a reunir a nuestro pueblo. Recordé haber escondido a Seonwoo cerca de la prisión. Recordé que Minho regresó y me prometió que, si algo me pasaba, se aseguraría de proteger a Seonwoo. Recordé haber liberado a Minho de su celda, a la hermana Yubin, al hermano Changmin, a Jongup y a Yongguk.

Entonces recordé a Amo encontrándome cerca del bosque mientras corría de regreso a Seonwoo. Me tomó de la mano. Había intentado resistirme a él, pero había sido violento y había puesto algo en mi brazo. Me había estado poniendo algo en el brazo desde hacía muchas semanas, la poción que me hacía sentir extraño, pero ese día había sido diferente. Porque esa fue la última cosa que realmente recordaba. Solo quedaban destellos y segmentos de otros momentos: cuartos oscuros, Amo y sus amigos riéndose de mí.

Y dolor. Mucho, mucho dolor.

Dowoon giró a la izquierda, el movimiento del vehículo alejándome de mis pensamientos. Vi una casa. Similar a la de Dowoon, pero más grande y con más vegetación fuera. Mi pulso se disparó cuando la camioneta se detuvo.

Dowoon señaló la casa.

—Esta es la de Hyunjin y Felix.

—Oh. —Un súbito ataque de nervios se apoderó de mí. Traté de concentrarme en las ventanas, buscando cualquier movimiento, pero no podía ver más allá del reflejo de los árboles contra el cristal.

Jugué con las manos en mi regazo.

—He deseado este momento por tanto tiempo… sin embargo, ahora me encuentro congelado en este asiento —dije con voz temblorosa. Miré mis manos, la piel destrozada, la palidez cenicienta, y me pregunté qué pensaría Yongbok de mí—. He pensado en este momento muchas veces, Dowoon. Durante mucho tiempo creí que nunca tendría esta oportunidad. Ver al hermano que he amado durante tanto tiempo, pero maltratado de muchas maneras... —Me reí nerviosamente—. Supongo que no entiendes lo que estoy diciendo.

Se movió en su asiento.

—Creo que probablemente lo hago.

—¿Sí? —dije con alivio. Alivio de que tal vez alguien supiera cuánto temía este momento tanto como atesoraba que finalmente estuviera aquí.