Parte tres

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Jimin no dejaba de ver o usar el anillo que Jungkook le había regalado

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Jimin no dejaba de ver o usar el anillo que Jungkook le había regalado. Era idéntico al que el menor llevaba pero con una piedra celeste como el cielo en lugar de púrpura como la suya. Era anillo más hermoso que había visto en su vida. El anillo que era casi imposible de encontrar en duplicado y menos con una piedra diferente. ¿Cómo la había conseguido?

Cuando veía su mano con el anillo y luego la mano de Jungkook con su anillo, se sentía como si significara algo. Como si lo hubieran comprado juntos para compartir. Y, la idea le gustaba...

No recordaba que era lo que hacía antes de conocer a Jungkook, eso pensaba mientras reían juntos y olvidaba por completo sus problemas. Lo pensaba siempre que se quedaban en silencio, mirándose con una sonrisa. Y, lo pensaba aún más cuando estaban casi tan cerca que podrían rozar sus brazos. Jungkook podía no tener redes sociales, ni teléfono para enviarle mensajes, ni siquiera le había hecho saber si tenía familia pero, lo sentía más real que cualquier otra persona que conociera.

Y se sentía vivo a su lado.

Estaban sentados uno al lado del otro disfrutando del sol en el parque de siempre, pero Jimin tenía muy presente cada movimiento de Jungkook y cuando vio de reojo que posó su mano sobre el asiento -en medio de sus cuerpos sentados- casi sintió la necesidad de tocarlo. Nunca había deseado tanto tener contacto físico con alguien como con Jungkook y había una gran oportunidad ahí... si tan solo fingiera no darse cuenta que su mano estaba ahí y rozarla. Pero sabía que sería extraño y tal vez un poco muy gay hacer algo así, por lo que no iba a hacerlo. No quería que Jungkook pensara que le gustaba porque claramente no era así.

Y es que la verdad era que a Jimin no le gustaba los chicos. Nunca le había gustado uno...

—Mis padres no estarán hoy en mi casa —murmuró Jungkook, moviendo sus manos a su regazo y jugando con sus dedos—... ¿Te gustaría venir? —Quedó completamente sorprendido por esa invitación tan imprevista.

Luego del día en que le preguntó si tenía pareja, algo había cambiado también. Jungkook ya no se burlaba o lo molestaba jugando, tampoco le discutía, ahora era amable y gentil. Podría decirse que casi adorable. Tampoco había un día en que se vieran y que Jungkook no tuviera algo lindo que decir de su aspecto físico.

—Uhm, ¿es lejos? —Jimin preguntó, pero tal vez no debería aceptar ir solo.

—No —respondió levantándose de su asiento—. Es a unas diez cuadras, podemos caminar por ahí. Si quieres volver, lo entenderé.

Jimin no conocía mucho ese lugar pero sabía que era seguro al mismo tiempo que costoso vivir por ahí. De hecho, estaba realmente sorprendido de que Jungkook viviera a solo diez cuadras.

Asintió y comenzaron a caminar hacia la casa del menor. Las diez cuadras pasaron rápido entre conversaciones que solo ellos entendían y, cuando llegaron, Jimin quedó sorprendido al ver la casa del menor. La gran casa que tenía. No pudo contra su curiosidad y aceptó entrar.

Cuando volvamos a vernos [ jikook - kookmin ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora