Capítulo 8

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Faith

Llegué a la suite pasado el mediodía, dejé mi bolso en un sofá caminando al bar para servirme un trago y salir al balcón, el viento que hacía revolvió mi cabello, tomé asiento en uno de los tantos sillones que habían ahí. De un solo trago me bebí todo el contenido, el escozor en mi garganta me hizo arrugar la cara de lo fuerte que estaba.

Cerré mis ojos queriendo perpetuar este momento, me sentía tan tranquila, relajada como si por primera vez después de tanto tiempo las cosas comenzaban a marchar bien. La vida me estaba volviendo a sonreír y no podría estar más contenta con ella.

Escuché los pesados pasos acercarse y una sombra se cernió sobre mi, abrí un ojo seguido del otro, sonreí detallando cada parte de él, no me cansaba de admirarlo una y otra vez. La esposa tenía tanta suerte de tenerlo para ella, ver esa divinidad de rostro cada mañana.

—Hola —saludó sentándose en el sillón a mi lado, inclinándose sobre este para alcanzar mis labios y tomarlos con delicadeza

—¿Tienes los resultados? —pregunté y él asintió mostrando los sobres que traía en su mano

—¿Temes al resultado?

Solté una risita nerviosa.

—Por tonto que parezca, temo de los míos aún sabiendo que estoy limpia —él rió también pasándome los sobres —te veo relajado, por lo que supongo ya los viste y corroboraste que todo estaba bien.

—Si

Saqué los papeles y leí rápidamente confirmando que todo estaba bien. Mi sonrisa se ensanchó dejando de lado y levantándome para sentarme en sus piernas, últimamente me parecían de lo más cómodo.

—¿Sabes que significa eso? —tomé su labio inferior jugueteando con él.

—¿Qué?

—Que ya nada me va a impedir que esté sobre ti todo el tiempo

Me miró con complicidad, llevó una mano a mi cabello pasando algunos mechones por detrás de mi oreja.

—Me parece una muy buena idea.

—Respecto a lo de ayer, ¿te parece si establecemos nuestros límites? —ronronee en su oreja

—Dime los tuyos

—No me gustan los celos ni que impongan nada.

—¿Celos? Yo no te he celado, linda.

—Y qué fue eso de mencionarme mi pareja. Me pareció un ataque de celos.

Arrugó su entrecejo sacudiendo su cabeza y mirándome con burla.

—No te equivoques, sólo comenté lo obvio. Cuando buscas a alguien más teniendo pareja es porque lo que tienes no te parece suficiente, evidentemente él no te complace tan bien como te gustaría.

Sonreí mostrando mi dentadura y devolviéndole la misma burla que me estaba mostrando.

—¿Tú tampoco te sientes complacido con tu esposa? Parece que no, porque en ningún momento dudaste en meterte entre mis piernas.

Miré sus ojos buscando la más mínima culpabilidad en ellos pero no encontré nada, permanecía tan sereno como si lo que estábamos haciendo no estuviese mal.

—Es obvio, hay cosas que no se preguntan porque las respuestas son evidentes. No soy un hombre que se complace con una sola mujer, desde siempre he tenido muchas y las seguiré teniendo siempre.

—O hasta que se te deje de parar —rió asintiendo hacia mi, la diversión en él era palpable.

—Pues si. ¿Qué hay de ti?

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