Fue un día de sumo movimiento y ajetreo en la hacienda Meraki. Los patrones saldrían de viaje, por un par de semanas, al siguiente día. Antes de marcharse, se encargaron de que todo estuviera en orden para que no hiciera falta nada durante su ausencia. Querían poder disfrutar de su viaje tranquilamente, sin tener la preocupación de que algo les había quedado pendiente, así que aprovecharon para realizar todas las diligencias que requerían de su presencia.
Sara y Franco confiaban plenamente en Gonzalo, quien estaría al frente de todo lo pertinente al cuidado y la administración de la hacienda, mientras que Gaby quedaba como la encargada de la casa. Ella había decidido quedarse, visto que a pesar de ser verano, estaba tomando un taller para perfeccionar la habilidad de sus movimientos, con las manos, a la hora de hablar por lenguaje de señas. Eso era de suma importancia para ella y su carrera de idiomas, por lo cual sus padres no pusieron ningún pero cuando ella prefirió no ir a España para visitar a Andrés.
Su hijo había concluido sus estudios en Canadá, pero en vez de regresar a casa, se había mudado a Europa para estar junto a su novio y poder comenzar una carrera como compositor musical en la madre patria. Allí iba a gozar de grandes oportunidades, no las tendría si se quedaba en un pequeño pueblo como lo era San Marcos. Sus padres lo extrañaban, sin embargo, también estaban orgullosos y contentos de que él luchara por sus sueños.
Gracias a todas las actividades, el tiempo se les había pasado en un abrir y cerrar de ojos. En el despacho, Sara se encargaba de dejar lista la nómina de pago para los empleados de la hacienda, mientras que Franco revisaba y firmaba documentos para las empresas Trueba, en donde todavía era el accionista mayoritario. Cuando ambos salieron del estudio, se dieron cuenta que ya había anochecido. Sara suspiró profundamente porque aún les faltaba terminar de armar el equipaje. Antes de poder continuar con los pendientes, tenían una cena con Gaby para poder despedirse de ella correctamente.
"¿Todo bien, mi amor?" Le preguntó su esposo cuando ambos llegaron hasta el recibidor, cerca de las escaleras, abrazándola por los hombros desde atrás.
"Sí, solo un poco cansada. Eso es todo," le contestó mientras acariciaba los brazos que la rodeaban.
"Hoy fue un día muy estruendoso. ¿Por qué no subes, te das un baño, te relajas y me esperas para terminar de empacar? Yo te disculpo con Gaby y te subo algo rápido para cenar. Mañana nos podemos despedir de ella," le ofreció.
"No es necesario, mi amor. Además, quiero cenar con ella porque mañana se va temprano a la universidad, no tendríamos tiempo ni de desayunar y no la vamos a ver por dos semanas. Nunca había estado lejos de ella por tanto tiempo," le explicó.
"Tienes razón," le dijo apretandola un poco más para luego dejarla libre y que ella se diera la vuelta para quedar cara a cara con él.
"Aún tengo algo de tiempo antes de la cena. Voy a aprovechar para subir y refrescarme." Le comunicó, sujetándose a su cuello y besándolo dulcemente en los labios. "No me tardo nada. ¿Si? Me esperan, no cenen sin mi," le dijo mientras reía, alejándose y subiendo las escaleras rápidamente.
Treinta minutos más tarde, Sara bajó las escaleras, visiblemente más relajada. Se había dado un baño, cambiandose con su pijama de pantalón y camisa de algodón. Gaby y Franco la esperaban en la sala para cenar. Al verla bajar ambos se pararon del sofá para dirigirse al comedor.
"Disculpen que no me haya cambiado para ustedes," les dijo con una sonrisa de disculpa.
"¿Qué dices? Si de cualquier modo estas preciosa," recalcó Franco, agarrándola de la cintura para darle un rápido beso en los labios para luego sacar dos sillas en donde se sentaron Gaby y ella.
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Encuentros
FanfictionSerie de one-Shots. Cada one-shot pueden ser leidas como historias independientes o tambien en el orden correspondiente y despues de leer Sanando Heridas. En algunos casos habrá continuidad pero esto no va impedir que la historia pueda ser leída s...