AMOR EN TIEMPOS DE HIELO. ✔️

Capítulo 3/"Dulce Ataque"

No mentiré, el tiempo con Harry siempre a sido maravilloso. Dos horas juntos se me pueden ir fácilmente en cinco minutos, pero... a pesar de que veniamos conversando por el camino, la caminata de hoy se me hizo realmente larga. Seguramente la tomé así por el frío tan intenso y el aire helado que ha estado soplando desde siempre. Jamás había sentido que nuestra "pequeña" ciudad, Marlext, fuera tan grande. Las cuadras parecían cada vez más largas cuando las piernas me comenzaron a pesar por el cansancio y el no saber a dónde nos dirigiamos no era algo que me motivara mucho.

—Emos llegado.

La paz volvió a mi cuerpo reemplazando la amargura que me estaba callando desde hace un rato, para dejar salir el aire de mis pulmones en un suspiro de alivio. <<Al fin>>

Entramos a una cafetería pequeña, demasiado hogareña justo en la esquina del inicio de cuadra de por donde veniamos, la cual, de primera impresión se me hizo muy conocida. Tiene ventanas grandes que doblan la esquina al igual que ella y un techo de madera barnizada y tejas, precioso. El fuerte olor a chocolate caliente y café se sienten en cada rincón nada más entrar. También hay varios visitantes, eso si, más de los que suelen visitarme a mi. Algunos de ellos ríen, otros hablan cómodamente, también están los que parecen disfrutar su soledad y en la última mesa del final a la derecha está una joven enojada que al parecer espera a alguien. La decoración es increíble. Tienen un mostrador de madera y cristal que deja a la vista gran parte de lo que tienen a la venta junto a la carta o menú. Detras del el tenemos a un chico de más o menos dieciocho o diecinueve años, atendiendo a una señora mayor. Y por lo que veo ninguno
de los dos se han percatado de nuestra llegada. Detrás del chico hay una puerta que debe llevar a la cocina. Y junto a mi, se encuentra algo que me golpea la mente y me obliga a intentar recordar haberlo visto antes. Se trata de un tocadiscos enorme sobre una mesita de madera que guarda en la parte inferior varios vinilos en sus estuches correspondientes. <<¿Funcionará? Parece demasiado viejo.>> Algo que también me llamó muchisimo la atención, fue el hecho de que hubiera una sola mesera corriendo de aquí para allá, llevando cafés, chocolates y dulces. Bueno....no es que necesiten más de estos trabajadores, pero la cara de
frustración dibujada en su rostro ha llamado la atención de los que somos la mayoria.
Mencionando también la parte de que para la edad que aparenta (Casi setenta) no deberia
estar haciendo estos trabajos. No creo que sea saludable para ella.
Por otro lado, el lugar me resulta muy conocido, solo que no recuerdo haber estado aquí, está un poco lejos de mi casa. Solo que si admito haber pasado en el auto una o dos veces por el frente sin prestarle atención
a lo que ahora veo que me estaba perdiendo.

—Hola tía Sora.—Saluda Harry a "La mesera" mientras la abrasa por la espalda, haciéndome caer en cuenta.

¡No puedo creer que esta señora sea Sora, la tía de Harry!. De pequeña, mis padres solían
traerme a desayunar aquí cuando veniamos de visita a la ciudad. De hecho, justo en este lugar nos conocimos Harry y yo hace más de diez años atrás.
Sora fue quien se encargo de Harry con mucho amor después de que sus padres murieran en un accidente aéreo espantoso, del cuál no pude enterarme hasta tiempo después. <<Sigo sintiéndome mal por no haber estado para el en esos momentos>> Su madre y él se tenían un cariño envidiable. No puedo ni imaginarme lo duro que debió haber sido para Harry, personalmente, perder a las dos personas que lo trajeron al mundo el mismo día siendo tan solo un niño. Ahora, después de tanto tiempo, el continua llevándoles flores cuando el clima le permite llegar hasta el lugar y según he escuchado, también se queda a hablarle un rato a su madre con la esperanza de que aún ella pueda escucharlo.

Harry la libro de su abraso y ella lo tomó por amabas mejillas para mirarlo bien y después
abrasarlo.

—¡Ya te habias olvidado de esta vieja gorda!—Una señora que iba pasando nos miro y
nosotros la miramos a ella —No, usted no Patricia.—Continuó Sora hacia la señora—Hablo de mi. Que desde hace dos semanas que la pequeña Kristell esta de vuelta en la ciudad este jovencito no ha venido a visitarme.