Unos fuertes golpes cerca de la pequeña cocina, ahora desordenada, provocaron que Tiago se removiera de donde estaba acostado. Una pronta corriente de frío lo invadió al instante haciéndolo fruncir el ceño y que con sus manos, las cuales permanecían acurrucadas contra su pecho, buscaran instintivamente algo para cubrirse, pero al no ser así suspiró fuerte y aún con el ceño un poco fruncido fue abriendo los ojos perezosamente teniendo la vista un poco borrosa en los primeros intentos. Cerró un poco los ojos nuevamente por un momento y los talló con sus dedos, sintiendo nuevamente aquel helado frío recorrerlo por completo. Cuando por fin pudo acostumbrarse a la pequeña claridad que se colaba por sus gruesas cortinas cafés, pudo notar la razón de aquel frío.
Tiago había olvidado el momento en que quedó profundamente dormido, algo que no había sucedido en un buen tiempo, pues está demás decir que Tiago sufría de insomnio. Pero luego lo notó. Se había dormido sobre sus cobijas y con la ropa puesta.
Otro golpe más bastó para que volviera a su realidad, ese ruido… ¿De dónde venía ese ruido?
Dio un pequeño salto cuando el golpe se intensificó, pero luego se sobresaltó cuando el pequeño sonido de metales chocando entre sí y una cerradura moviéndose se escucharon.
Eso era imposible, Tiago solo conocía a una sola persona que pudiera hacer eso. ¿Pero, cuándo?
—¡Tiago!
Definitivamente era ella.
[…]
Su dolor de cabeza no se comparaba en nada con las ganas de vomitar todo el líquido ingerido aquella noche, provocando que con esfuerzo y mucho mareo, lograra llegar, afortunadamente, al baño de aquella pieza en la que se encontraba durmiendo anteriormente.
Los sonidos que provocaban cada arcada los alcanzó a escuchar Paulo cuando subía las escaleras para despertar a su amigo. Por lo que aceleró sus pasos y se aseguró de que, mínimamente, el peli-blanco le atinara dentro del retrete.
—Puta mierda Mau, ¿Estás bien? — Se acercó al cuerpo del nombrado y con algo de duda, se dedico a acariciarle la espalda, tratando de ver lo menos posible dentro de la taza del baño.
—¿Me veo bien? — Intentó bromear entre jadeos cansados, pero una arcada más fue suficiente para que volviera a meter su cabeza dentro del escusado. Sintiendo su estómago retorcerse de dolor y de fuerza. Soltando un par de lagrimas por el esfuerzo.
Estaba decidido. Mauro no ingeriría más alcohol en su vida.
O mínimamente, en los últimos meses.
—De hecho no. Te vez de la mierda amigo—Se burló el rubio una vez Mauro había terminado de devolver todos esos líquidos.
El de ojos verdes sonrío queriendo reír, pero el dolor de estómago le advertía que si hacía eso, probablemente terminaría peor. Sin embargo, ese dolor de cabeza no se iba.
Paulo lo notó.
—¿Quieres una pastilla, o algo?, ¿un té? —Ofreció.
—¿Desde cuándo tan servicial vos? — río. Pero asintió. —Una pastilla para el dolor de cabeza no me vendría mal. —Confesó.
Paulo le dio un pequeño golpe en el hombro.
—Para tu información Mauro, yo soy un tipo muy decente y amable. Soy como un ángel. —Presumió ayudando a levantarlo.
—Claaaro, por eso la amabilidad con Duki todo el tiempo, ahora entiendo amigo. ¿Cómo no lo había notado?, tremendo hijo de puta que soy.
—Yaa, para de jugar tonto — Dijo el rubio sin parar de reír. Y le entregó la pastilla con un vaso de agua.
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La Máscara De Tu Dolor
Fanfic•°.*🌾'•°.*🌾'•°.*🎭'•°.*🌾'•°.*🌾'•°.*🎭'•°.*🌾'•°.*🌾'•°.*🎭'•°.*🌾'•°.*🌾'•°.*🎭'•°.*🌾'•°.*🌾'•°.*🎭'•°.*🌾'•°.*🌾'•°.*🎭'•°.*🌾'•°.*🌾'•°.*🎭'•°.*🌾'•°.*🌾'•°.*🎭'•°.*🌾'•°.*🌾'•°.*🎭'•°.*🌾'•°.*🌾'•°.*🎭'•°.*