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—¿Entonces Mau?

—¿He?

—La fiesta boludo, ¿Vas a ir?

—¿Qué fiesta? — preguntó el peli-blanco confundido, ¿De qué fiesta hablaban?

—No puede ser, ¿en donde andas vos últimamente, he? — se quejo Spallatti con un toque gracia

—¿Cómo que donde Matias?, Si es re obvio que anda perdido en algo últimamente, y ese algo tiene nombre y apellido

—¿De que hablas Duko? — se hizo el desentendido el ojiverde, ¿Lo habían descubierto?

—Eaaa, ¿La conoces?

—¿O lo conocemos? — se metió Paulo curioso

Los nervios que el peli-blanco soltaba eran tan evidentes que la tención que ejerció su cuerpo cuando pensó que lo habían descubierto se podía notar de lejos, y Lombardo lo supo, es por eso que decidió callar.

—Nadie, olvídenlo

—¿Cómo que “olvidar” wacho?, Si es re obvio que sabes, ¿Quién es? — insistió Matías

—Nadie boludo, solo una pelotudeces que se me ocurrió para ponerlo nervioso y funcionó, fin. Solo fue joda, ¿Cierto Lit?

—S-si, claro, solo el pendejito este que quería jugar conmigo y lo logro el hijo de puta — le siguió la corriente a Lombardo, quien le había salvado el culo por segunda vez, pues la primera fue cuando ayudo a convencer a Paulo de que le pasase los apuntes el primer día

—Ya vez, no seas tan intenso gato — regaño el de tatuajes — O me vas a decir que te gusta Lit y que… Ehhh, ¿Estás celoso?

Todos en esa mesa dirigieron su vista a Spallatti, quien frunció el ceño por la incomodidad de tener todas las miradas sobre el.

Se sentía nervioso.

—Pero que estupidez decís ahora Mauro — contestó Matías entre confundido y divertido

—Bieeen, esto se está poniendo raro — comentó Paulo, quien en todo ese tiempo casi no había dicho nada y solo se había dedicado a analizar toda la situación — Mau, ¿Me acompañas a tirar esto? — preguntó al ojiverde

—¿He?

—Solo ven

Mauro no pudo hacer mucho cuando el rubio ya lo había tomado de la muñeca arrastrándolo hasta el bote de basura.

—Entonces, cambiando de tema — empezó Paulo mientras tiraba los desperdicios — Toma — dijo esté tendiendole un papelito

—¿Qué es esto? — preguntó Mauro confundido tomando dicho papel

—Es la dirección de la fiesta, por si te decides ya sabes a dónde llegar — le guiñó un ojo

Mauro sonrió.

—Lo tendré en cuenta, gracias

[…]

Y ahí estaba otra vez, escondido detrás de una de las paredes de aquel salón, con la mirada fija en aquel pelinegro dándose porras a si mismo para ir donde el y hablarle.

"¿Qué tan malo podía ser?". Se preguntaba a si mismo, pero es que ya llevaba dos meses diciéndose lo mismo y solo había conseguido pedirle un lápiz.

¡Un maldito lápiz!

La buena noticia fue que esté accedió sin tanto esfuerzo tras dedicándole una mirada algo desconfiada.

La Máscara De Tu DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora