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ㅤㅤㅤGwendolyn estaba triste. Primero, porque ya se había terminado todas sus varitas de regaliz y segundo, porque en todas las vacaciones no habían encontrado nada en la biblioteca sobre Nicolás Flamel. Hermione no había cuestionado cómo entraron a la Sección Prohibida, pero no estaba sorprendida.
Ya estaban un poco desesperanzados, pero cuando regresaron a clases usaban diez minutos de los recesos para buscar en los libros. La búsqueda se hacía cada vez más difícil, entre que se quedaban sin libros y sin tiempo por las clases. Se estaba volviendo la búsqueda de algo imposible.
Y, a todo esto, ya había pasado el cumpleaños de Gwendolyn, en febrero. No espero nada de nadie, ni siquiera de su abuelo. A ese punto, había pasado tanto tiempo desde que celebró apropiadamente su cumpleaños que ese día solo pasaba como uno más del calendario. Si había sido el cumpleaños de Hermione o Ron tampoco lo supo, ellos no lo mencionaron y ella tampoco mencionó el suyo.
No podía negar que a veces de ponía deprimida por su cumpleaños, no solo porque era el mismo día que su madre había muerto al darla a luz, sino también porque recordaba la feliz celebración que su padre hacía por ese día que él proclamaba como el más emocionante del año. El suelo de la casa llena de papel de envoltorio de colores y el horrible canto cumpleañero de su padrino.
Tal vez lloró ese día.
Como si eso no fuera lo peor, Snape quería y sería árbitro del próximo juego de quidditch.
—No juegues —dijo de inmediato Hermione.
—Diles que estás enfermo —añadió Ron.
—Finge que se te ha roto una pierna —sugirió Hermione.
—Rómpete una pierna de verdad —dijo Ron. Gwen le dio un golpe en el brazo. —¡Oye! Me dolió.
—No puedo —dijo Harry. —No hay un buscador suplente. Si no juego, Gryffindor tampoco puede jugar.
Gwen comenzó a pensar en otra alternativa, aunque no había mucho que pensar. En aquel momento Neville cayó en la sala común. Nadie se explicó cómo se las había arreglado para pasar por el agujero del retrato, porque sus piernas estaban pegadas juntas, con lo que reconocieron de inmediato el Maleficio de las Piernas Unidas. Había tenido que ir saltando todo el camino hasta la torre de Gryffindor.
Todos empezaron a reírse, exceptuando Gwendolyn, que se puso de pie y ayudó a Neville a ponerse de pie. Hermione se acercó después con su varita e hizo el contramaleficio, causando que la piernas del chico se separaran.
—¿Qué te pasó? —preguntó Hermione, siguiendo a Gwen que guiaba a Neville a sentarse junto a Harry y Ron.
—Malfoy —dijo Neville temblando. La castaña hizo una mueca. —Lo encontré fuera de la biblioteca. Dijo que estaba buscando a alguien para practicarlo.
