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Al día siguiente Minjin volvió a invitar a Hyunjin al centro comercial quien no dudó ni un segundo en asentir con la cabeza en aprobación. Probablemente así sería todos los días sábados de ahora en adelante. Su madre ahora la dejó sola ni bien cruzaron la puerta de entrada al edificio.

Hyunjin tomó una gran bocanada de aire antes de ingresar al local de música, tomó cualquier CD y caminó hacia la chica de ojos de cachorrito.

Heejin miró de reojo mientras entregaba la compra correspondiente al cliente que estaba atendiendo en ese momento. Había regresado.

—Bienvenida a MusicWorld ¿En qué puedo ayudarte? —le dijo sonriente por tercer sábado consecutivo.

Hyunjin le entregó la pequeña caja de plástico. Heejin la tomó y se quedó observándola fijamente. Hyunjin esperaba que como las veces anteriores, ella le preguntase si necesitaba algo más y le pidiera seguirla hasta la caja, para cobrarle y luego entregarle su paquete.

—Ban-ah —llamó en voz alta la muchacha haciendo que uno de sus compañeros de trabajo dejara de prestarle atención a un cliente durante unos segundos y se volteara a verla -—¿Puedes cubrirme? Sólo serán unos minutos.

—Está bien —dijo él con una sonrisa —pero me debes un favor.

—que sean dos —dijo con una sonrisa de oreja a oreja— y gracias.

La muchacha volvió rápidamente su mirada a Hyunjin, quien se estremeció por completo.

—Vienes seguido por aquí ¿Cómo te llamas? —preguntó curiosa.

El corazón de Hyunjin pareció detenerse. Abrió los ojos sorprendida y entreabrió sus labios pero no emitió sonido. ¿Que tal si decía algo estúpido? Debía hablar con ella. Responderle. Si no lo hacía la creería una imbécil hasta el fin de los días. Pero no lograba juntar el coraje necesario. No estaba preparada. Estaba tardando en darle una respuesta y comenzaba a ponerse por demás nerviosa. No sabía que tan paciente podía ser la chica con ella. Pero para su suerte Heejin notó su nerviosismo y decidió alivianar las cosas de alguna manera.

—Tal vez fue una pregunta demasiado compleja para empezar —bromeó. Pero se notaba en cada una de sus expresiones que no estaba tratando a Hyunjin de retrasada, sólo quería hacerla sentir cómoda —¿Puedes hablar? —preguntó y rogó internamente porque la chica no padeciera algún tipo de mutismo, porque de ser así que se la tragara la tierra. Suspiró de alivio en su mente cuando la de ojos aceituna asintió— ¿Sabes leer? —volvió a asentir— Bien, entonces ¿Cómo me llamo? Te daré una pista —dijo divertida señalando con su dedo índice la identificación que tenía sujeta a su uniforme.

Ella sabía perfectamente su nombre. Había estado deambulando en su cabeza durante las últimas dos semanas. Pero nunca lo había pronunciado en voz alta a nadie más que a Minjin cuando ella debía saber su nombre para preguntar por la chica. No había escapatoria. Debía responderle. Relamió apenas y disimuladamente sus labios, que se encontraban de un color rosa pálido y bastante resecos por su falta de diálogo permanente.

—Heejin —dijo finalmente con la voz algo grave y rasposa. Sentía sus manos transpiradas y temblando.

—¡Whoa! —dijo sorprendida— ¡Tú voz! Es tan linda. No lo hubiera imaginado. Es genial —enfatizó. Hyunjin creía que se le saldría el corazón del pecho de lo rápido y fuerte que estaba latiendo—. Ahora dime tú nombre —fijo ansiosa.

—Kim Hyunjin —respondió luego de unos momentos.

Lo hizo. Le había dicho su nombre. No podía creerlo. Estaba teniendo una conversación con aquella chica que ella consideraba la perfección en persona.

—Kim Hyunjin —repitió ella con su grave voz.

La mente de Hyunjin estaba en llamas. Como si gritara sin sonido. Todo en ella estaba en corto circuito. La perfección en persona acababa de pronunciar su nombre con sus finos labios. Si moría en ese preciso instante no podría haberle importado menos.

—Gusto en conocerte, Hyunjin —ella asintió. Si escuchaba su nombre por ella, así fuese un apodo, una vez más se volvería loca —Eres chica de pocas palabras. Yo soy todo lo contrario. Siempre me dicen que no se cuándo debo callarme una vez que comienzo a hablar— no dejaba de hablar con una sonrisa en su rostro. Como si hablar con ella la pusiera de buen humor.

Heejin observó cómo entraban varios clientes y las dos chicas atendiendo necesitaban ayuda. Torció su labio hacia un lado, en verdad le hubiera gustado tener un poco más de tiempo.

—Parece que tendremos que dejar el resto de nuestra charla para otro día, me necesitan allí. Ven acompáñame.

¿Para otro día? Pensó Hyunjin ¿Ella seguiría hablando con ella? ¿Eso fue lo que quiso decir?

Caminaron hasta la caja registradora. Cómo de costumbre Heejin se dirigió a aquella pequeña habitación, volviendo con el CD que había tenido en sus manos desde hacía un rato, mientras hablaban, pero ahora envuelto en ese papel de color azul, con los números del día de la fecha.

—¿Todos los CDs que compras son para ti? —preguntó mientras tomaba el dinero y le entregaba la bolsa. Hyunjin la miró sorprendida y asintió— Ya veo. Los siento. Hago muchas preguntas. Solo dime si te molesta —Hyunjin negó repetidas veces con la cabeza— Que bueno. Que los disfrutes. Gracias y espero que vuelvas pronto —dijo tranquilamente con una hermosa sonrisa mientras se dirigía a atender más clientes que comenzaban a agolparse, esperando ser atendidos.

Hyunjin salió a toda prisa del lugar. Se sentía tan extraña. Entró en uno de los baños para mujeres del centro comercial. Un lugar donde podía estar un poco más tranquila, sin tanta gente alrededor. El blanco de las paredes la reflejaba un poco. Respiraba agitada. Las últimas palabras que le dijo. No fueron por cortesía de la casa, fueron por deseo propio. Le dijo que esperaba volver a verla. Habló con ella. Le agradó. No creyó que fuera un bicho raro o una completa estúpida. Hyunjin caminó unos pasos hasta quedar frente a un gran espejo colocado sobre los lavabos. Al menos por fuera lucía como una chica común y corriente. Ella era la que se sentía extraña. Alzó una de sus manos y tocó apenas uno de sus pómulos. Juraría que lo sentía cálido, aunque este se viera como de costumbre. Abrió el grifo tomando algo de agua fresca entre sus manos y enjuagando su rostro. Luego se secó con unas servilletas de papel del surtidor. No sabía que rumbo tomarían ahora las cosas. Pero había logrado mantener una conversación con alguien. Con ella. Y no había resultado ser el fin del mundo.

Una vez se encontró con su madre se dirigieron hasta el auto. Durante el corto trayecto, un semáforo en rojo los interceptó haciendo que se detuvieran unos instantes. Su madre aprovecho para decir algo y romper el silencio.

—¿Cómo te fue hoy en el centro comercial, cariño?

Hyunjin se encontraba viendo hacia afuera por la ventanilla del vehículo cuando su madre le preguntó. Ella la oyó y se encogió levemente de hombros, como si no hubiera significado la gran cosa. Pero entonces ella la vio. No podía ver su rostro directamente, pero alcanzó a ver parte del reflejo de Hyunjin en el espejo retrovisor. Ella tenía una pequeña sonrisa en su rostro. Ni siquiera estaba segura de que ella fuera consiente que estaba sonriendo. El estruendo de una bocina la sacó de sus pensamientos. No había notado que el semáforo había caminado a color verde. Rápidamente puso el cambio y el auto marchó. Hyunjin le dedicó una mirada con el ceño algo fruncido.

—Lo siento, me distraje.

Hyunjin había sonreído. Ella lo vio con sus propios ojos. Debía contarle eso a Sunhyon. Debía contarle a Kim Soonhu y a Haseul. Sentía deseos de gritarlo al mundo. Hyunjin estaba mostrando sus emociones muy discretamente, pero era un avance. Fuera quien fuera la persona que estaba logrando este cambio en Hyunjin, le estaba infinitamente agradecida.

Whole | 2jinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora