Dan escuchó la puerta de la calle cerrándose y se encogió en el sillón. ¿Por qué ahora? «¡Rápido, sonríe!», pensó, limpiándose una única lágrima de su mejilla rasguñada. El agua salada y la áspera sensación de la manga de su grueso abrigo de lana hicieron que su herida superficial se volviera escarlata y quemara, aun si no había sangre manando de ella.
Su padre caminó a lo largo de la sala sin mirarlo, absorto en sus pensamientos. Parecía estresado y realmente cansado como siempre que su equipo perdía un juego. Después de todo, el basquetbol era todo en su vida, sobre su adorada esposa, sobre su salud, sus problemas personales e incluso sobre el aire que respiraba, pero jamás sobre su único hijo. Era cierto que estaba muy disgustado porque Dan no era parte de su mundo en la cancha, si embargo, lo amaba de cualquier manera.
—Buenas noches, papá —llamó Dan, asustándolo.
—¡Dan! Lo siento, no te vi. Buenas noches —respondió el hombre, caminando sobre sus pasos e inclinándose sobre el sofá. Notó las heridas en el rostro de su hijo inmediatamente.
—¿Qué te pasó?
—Oh, sólo un recuerdo del granizo de hoy. No es nada —el chico retiró la mano que ya estaba inspeccionando su piel dolorida.
—¿Quieres un poco de hielo?
—Fue hielo lo que hirió.
Su padre frunció el ceño—. No me discutas, jovencito. ¿Te duele?
—Un poco —decidió decir luego de un momento. No podía mentirle a su padre, no sobre esto cuando ya le había estado mintiendo los últimos dos años; porque James Henson nunca escuchó tal cosa como que su hijo estaba siendo acosado, y así era como debían quedarse las cosas, incluso si todo había terminado.
El hombre le dio algunos cubos de hielo envueltos en una toalla y le dijo que comiera algo antes de subir las escaleras y sencillamente no volver a salir hasta la mañana siguiente. Dan nunca sabía qué sentir ante su padre. Él lo amaba y siempre tratada de ser amable, pero el hombre nunca pasaba demasiado tiempo en casa, así que siempre había un pequeño vacío en su corazón imposible de llenar.
Las lágrimas mezcladas con hielo derretido cayeron sobre sus rodillas.
¿Por qué estaba tan deprimido? Recordaba sentarse en el sillón esa tarde para leer cuando, repentinamente, se encontró secando lágrimas de las páginas. Se sentía confundido, se sentía enojado, se sentía débil. Una sola palabra estaba a punto de escapar de sus labios e hizo un esfuerzo terrible por mantenerla dentro., aun si eso e provocaba sufrimiento y dolor a su corazón. Era consciente de que si se permitía pronunciar esa palabra, ese nombre, no podría detenerse. Porque eso significaba volcar toda su vida en algo demasiado ridículo para ser racional, algo como el destino; tirar todo por sobre su hombro y esperar que callera en el lugar correcto.
—No puede ser...
Su mejilla estaba roja. O importaba cuánto esperara a que se calentara de nuevo, estaba congelada, aún así, roja. La cara ya no le dolía pero sentía que su pecho sangrar. La voluntad del chico era débil, su defensa ya estaba resquebrajada. Con los pulmones vacíos, se rindió y vocalizó la palabra silenciosamente, permitiendo que su lengua se deslizara suavemente en las vocales y consonantes, susurrando su nombre cuando nadie podía escucharlo.
«...Eric...»
Sin llorar más, se quedó dormido en el sofá.
Dan despertó en medio de la noche con un terrible dolor en la espalada y el cuello. Recogió sus gafas rotas del suelo, luego caminó por la sombría casa hasta su habitación. Sin encender ninguna luz, se puso el pijama y se metió en la cama. Tan pronto como sintió la suavidad de la almohada contra su mejilla herida, deslizó la mano bajo esta, buscando comodidad, mas lo único que encontró fue la nota indeseada que le había enviado la bibliotecaria. Resignado, el chico soñó mientras aferraba el papel contra su pecho.
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Soul Mates (Español) (Boyxboy)
FanfictionDan vive en un mundo donde encontrar a tu alma gemela es una de las cosas más importantes que una persona puede llegar a realizar, pero el sistema no es perfecto y, desde luego, su mala suerte no hace las cosas más fáciles. ¿Cómo pudo esperar otra c...