Capítulo 22

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Si quieren releer para refrescar la memoria, que sea el capítulo 20, no el 21.

Este es el último, muchachos.

Me disculparán por la pequeña broma.


Eric inhaló el calor de la mañana entrando por la ventana, buscando paz mientras destellos de la noche anterior penetraban sus sentidos. Un vago dolor bajo su piel, una débil arcada perforando su estómago, el ardor del vidrio enterrándose en sus rodillas. Todos ecos en el aire que respiraba distraídamente al mirar el techo. Exhaló la exasperación en sus pulmones y notó la masa densa en su pecho ceder levemente. Mirarse las manos era una buena distracción de la rabia fría que lamía como fuego sus nervios.

El colchón se hundió a su lado y pudo oír el frustrado suspiro de Dante junto con el frufrú de las sábanas al liberar sus brazos.

—¿Dante? —dijo con voz ronca. El chico parpadeó, enfocándose en él pero sin decir nada. Eric notó que sus ojos parecían ligeramente más grandes sin las gafas. Bastante encantador, pensó—. ¿Está todo bien?

—Lo siento, no pude dormir —murmuró—. Tenía demasiado en qué pensar.

Eric suspiró y miró el techo— Yo igual.

En realidad, Eric estaba tan agotado después de todo el alboroto que había armado, que prácticamente se había desmayado en cuanto tocó la almohada. Sin embargo, no descansó entre sueños turbios, urgentes. Una vez despierto, se quedó quieto, tan profundo en sus pensamientos como el propio Dante.

—Quiero disculparme por lo de anoche —dijo Dante repentinamente, sobresaltándolo por segunda vez.

—¿Por qué? —preguntó, mirándolo.

El chico apenas parpadeó—. Todas esas cosas que dije... Aunque lo dije en serio, creo que no consideré tus sentimientos. Perdona.

Su corazón apenas se estremeció. Producto del vínculo entre ellos, sin duda.

—No, es... está bien —dijo Eric, su voz casi temblando—. Sólo que no entiendo por qué eres tan amable conmigo.

Dante guardó silencio durante un rato, pero con toda seguridad, continuó.

—De verdad quiero hacer que esto funcione, pero si honestamente sientes que debemos romper, lo entenderé. Si esta relación te hace daño, preferiría que nos separáramos —dijo con total naturalidad—. Además, si te perdono o no, no es responsabilidad tuya, y siento que lo que dije anoche pudo darte esa impresión, así que lo siento.

Eso no le había ocurrido a Eric. Había estado demasiado ocupado pensando en lo loco que era que pudiera, hasta cierto punto, sentir el dolor de Dante como para analizar lo que le habían dicho en su estado suicida. Igual, no recordaba casi nada de las palabras.

Eric se quedó perplejo ante la indiscernible expresión en el rostro de Dante, que en ese momento era como piedra.

—¿De verdad estás dispuesto a terminar por mi bien? —preguntó, sólo por llenar el silencio.

—Sí. Si te hace bien, sí.

—¿Por qué?

—¿Harías lo mismo por mí? —preguntó Dante, suavizando el ceño—. ¿Me dejarías si te dijera que me duele?

Incapaz de contenerse, Eric soltó un resoplido. Se sentía casi insultado—. ¡Por supuesto! —gruñó—. ¡Ya te lastimé suficiente! Forzarte sólo lo haría peor... Pero... no quiero perderte, así que depende de ti.

Soul Mates (Español) (Boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora