Capítulo 13

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Sam jamás lloraba frente a otros, y ya estaba muy viejo para empezar. Mas ahora no hubiera importado, porque no podía detenerse. Su abdomen estaba dolorido de sollozar todo el día. Ahora lloraba lágrimas incontenibles, en silencio, sin expresión.

Su mente le decía que no había necesidad de culparse a sí mismo, pero su corazón clamaba que era su culpa. Si hubiese prestado más atención, si hubiese estado ocupado tratando de arreglar las cosas en lugar de sentir celos de su mejor amigo, Joan aún estaría... «Sabes que no es así. No se fue de repente».

Era cierto. Su relación no iba bien desde hacía tiempo, y ambos acordaron silenciosamente que no importaba. ¡Vaya error, por supuesto que importaba! Al menos para él. Seguro, tenían peleas estúpidas y dejaban de hablarse por un par de días, pero siempre terminaban buscándose para reconciliarse. El problema estaba en que eventualmente dejaron de reconciliarse. Los rencores permanecían mientras hacían lo mejor que podían para ignorarlos, para contener cada queja en la punta de la lengua, lista para ser usada en la siguiente discusión. Lo peor de todo, es que no tuvieron una última discusión.

—Conocí a alguien.

Sam no reaccionó. Supuso que aquella cita repentina se trataría de algo como esto, y aún así, se preguntaba si había alguna posibilidad de estar equivocado. No la miró, sólo se veía las manos, cruzadas sobre la mesa.

—Entiendo —murmuró.

Joan frunció el ceño, pero no comentó nada sobre su indiferencia. Sabía que él intentaba hacer las cosas más fáciles, aunque aún le molestaba. Él lo sintió.

—¿Acaso esa persona es...?

—No.

—Ya veo.

—Lo siento —. Lo decía en serio.

—No hay nada de qué disculparse —dijo Sam, poniéndose de pie. La alcanzó y revolvió su suave cabello rojo—. Les deseo lo mejor —. No se apresuró fuera de la cafetería y definitivamente no se volvió para verla una última vez, porque no lo habría resistido, su escudo de estoicidad ya estaba agrietado.

Ahora estaba hecho en pedazos.

Sam no solía ser tan serio, especialmente cuando estaba con Dan; porque Dan era brillante y alegre, pero tendía a sentirse solo, y Sam odiaba eso. Le gustaba verlo feliz; esa era la razón de haber hecho de sí mismo una caja de sorpresas, y funcionaba. Dan podía reírse hasta las lágrimas incluso con el chiste más estúpido que pudiera contar. A menudo sospechaba que Dan se ría por el mero placer de hacerlo.

Su teléfono sonó: un mensaje. Limpiándose otra lágrima, lo tomó y encontró una foto de un enorme oso de peluche vestido como el maestro de ceremonias de un circo. Lucía bonito a sus ojos irritados.

DAN.T.: ERIC GANÓ ESTO EN EL PARQUE DE DIVERSIONES.

Sam se sintió horrible por pretender, pero no quería molestar a los demás. No cuando Dante estaba tan feliz teniendo la cita perfecta con su alma gemela. Deseó poder tener lo mismo.

SAM_FROST: ¡QUÉ ROMÁNTICO! TE REGALÓ UN OSO DE PELUCHE SUPREMO. AW. SABÍA QUE TENÍA UN BUEN CORAZÓN... MUY EN EL FONDO.

DAN.T.: ES PARA SU HERMANA, IDIOTA.

SAM_FROST: EH... ERES TAN FRÍO.

Esperó por una respuesta que jamás llegó. Por un momento sintió que era realmente egoísta, luego se dio cuenta de que Dan no quería decir nada serio con ello. De hecho, si él supiera que estaba en este estado, abandonaría a Eric allí mismo y correría hacia su apartamento, arriesgando su vida al cruzar las calles a toda velocidad si esperar por la luz roja. Tiraría la puerta abajo y aparecería en su habitación con una caja de postres de durazno. Encendería las luces, limpiaría sus lágrimas y se sentaría a su lado. Lo obligaría a comer no dejaría de tocar su brazo repetidamente con un solo dedo si se negaba. Lo haría enojar y, de alguna manera, encontraría la forma de hacerlo reír también, y luego simplemente le diría que no estaba solo, no con palabras, sino con sus acciones. «Dante es un muy buen amigo...».

Sam, de alguna forma, recogió los pedazos de su corazón y se las arregló para ponerlos en su lugar. No tenía ganas de ir a la escuela, pero no podía darse el lujo de faltar a los exámenes sin una excusa médica. Siendo así, el lunes temprano estaba parado en la puerta de Allen Wright, esperando a Dante y rezando que Russell no apareciera.

Apoyado en la pared, sólo para sentirse menos solo, sacó su teléfono y empezó a digitar furiosamente un corto mensaje, borrándolo y digitándolo una y otra vez. Cuando consideró que había pasado suficiente tiempo, presionó el botón de enviar.

SAM_FROST: ¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁS?

La respuesta llegó unos segundos después.

DAN.T.: ¡VOY PARA ALLÁ!

Sam suspiró. Seguramente aparecería con Eric.

No es como si tuviera algo en su contra. Bueno, en realidad sí (por golpear a Dante), pero no podía culpar al tipo por rechazar a alguien que no amaba, especialmente cuando el pretendiente era tan insistente como Sam suponía que Russell había sido para sufrir de esa manera. Por ahora sólo podía respirar profundamente y contener sus emociones. No quería preocupar a Dante o mostrar debilidad ante Eric.

De pronto, aparecieron volteando la esquina y dan lo ubicó de inmediato allí, de pie en lo alto de las escaleras. Corrió esquivando a los otros estudiantes, y lo atrapó en un ajustado abrazo de su cintura, porque era tan alto como podía alcanzar. Después de todo, Sam era uno de los chicos de mayor estatura en toda la escuela. Sam revolvió su cabello.

—Ok, deberías soltarme. Eric me está viendo como si fuera a matarme aquí mismo.

—No lo hará, o no tendrá su verano de ensueño —. La respuesta de Dan sonó amortiguada sobre su camisa, pero suficientemente alta para que el aludido la escuchara claramente. Eric se sonrojó y miró al suelo. Esa fue la primera sonrisa honesta de Sam en varios días. Dante lo soltó al fin y repentinamente clavó los dedos en su costado, justo bajo las costillas—. ¡Idiota! ¡¿Por qué no contestas mis llamadas?! ¡Estaba preocupado como el demonio! ¡No te atrevas a ser mi amigo si planeas hacerlo de nuevo!

El dolor le hizo agacharse y Dan aprovechó para tomar su rostro entre sus manos y mirar directo dentro de sus ojo. Pasado un momento, dio un paso atrás y le dio tiempo para recuperarse antes de soltar: —¿Qué ocurre?

Por Dios Santo, obviamente lo sabía. Y él no era suficientemente educado para no decirlo en voz alta. Negarlo habría sido inútil. Suspiró.

—Bueno, ocurrieron algunas cosas... interesantes este fin de semana y... —. Sus ojos grises se encontraron con el asfalto a juego mientras se frotaba el cuello—. Realmente no es nada. No debes preocuparte.

—Sam... ¿Es... Joan?

Quiso darse la vuelta, ocultar el rostro y huir, pero eso habría despertado las alarmas en Dante.  «No tengo ninguna necesidad de molestar a las personas con mis problemas estúpidos. Sí, mi novia me botó, mi alma gemela me dejó. Puedo vivir con eso. Debo hacerlo».

—Algo así. Nada que no pueda manejar. Ya te lo contaré en otro momento.

—Sí, pero-

—Al parecer —Eric lo interrumpió, hablando por primera vez—, tenemos que darnos prisa. Faltan cinco minutos para que comience el examen. Vamos —. Tomó a Dante por los hombros y lo empujo dentro de la escuela antes de que pudiera quejarse. Sam los observó alejarse, y cuando Eric se volvió para verlo por encima del hombro, Sam pronunció un callado "gracias" con los labios. Eric le devolvió una sonrisa y siguió caminando.

«Genial, ahora le debo una».

Soul Mates (Español) (Boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora