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HueningKai se dirigió a la cocina seguido por el chico de orejas y cola, el cual sólo lo miraba y se sentó en una de las sillas. HueningKai se preguntaba cómo es que el chico tenía ropa puesta, después de todo ¿había cambiado de forma?, frunció el ceño y se volteó, mirando a el chico, quien le sonrió.

— ¿Entonces me podré quedar aquí? — SooBin frunció el ceño, y movió sus orejitas.

— Supongo que sí —Murmuró— Tú necesitas un lugar dónde vivir y yo a alguien con quien compartir, sería bueno — El híbrido sonrió, y bajo un poco su cabeza.

HueningKai se dispuso a cocinar algo para ambos, quizás aceptar que SooBin se quedase le iba a funcionar para no sentirse tan solo. A pesar de que tenía amigos los cuales estaban siempre y por eso eran los mejores, ellos tenían sus vidas y el no quería molestar. SooBin se acercó a HueningKai  y lo abrazó por la espalda, apoyando su cabeza en su hombro. El menor se sobresaltó y movió un poco su cabeza, haciendo que SooBin riera.

— No me gusta que esté triste — HueningKai rió

— No estoy triste — SooBin mordió el hombro de el menor— Oye —SooBin gruño, haciendo que Kai frunciera el ceño— ¿Por qué me muerdes?.

— No me gustan que me mientan —Gruño una vez más.

SooBin había estado cerca del departamento de HueningKai por meses, como también se había encargado de que nada malo le pasara. Desde que lo había visto por primera vez, en la cual el menor le había dado un poco de comida, no quiso alejarse de el. SooBin había elegido a HueningKai y sería la única persona con la cual estaría por el resto de su vida y nada podría cambiar eso. Pero no estaba dispuesto a decirle eso a HueningKai, no hasta que sintiera que el menor también lo aceptara.

Mordidas : sookaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora