11/08/14.

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La confusión volvió a mi como un rayo. ¿Yo elegí esto? ¿Qué trabajo? ¿Porque alguien querría un trabajo así? Mi cabeza ardía mas que el primer día, palpitaba como si fuera a explotar y mi cerebro rogaba por dejarlo descansar.
Estuve meditando un rato mis opciones, estaba en una camilla, dado a que no podía mover mucho mis manos y pies, estaba amarrada, tenía una almohada bajo mi cabeza y una cobija cubriendo mi cuerpo. Estaba cómoda, a decir verdad. Pero este no es el tipo de personas que te suben a una camioneta de la nada, a la fuerza, para luego amarrarte y ponerte cómoda, acobijada y según mi estomago bien alimentada.
Así que en realidad no sabia que pensar. ¿De donde los conocía? ¿Que iba a pasar mañana? ¿Despertaría muerta? ¿O con comida esperándome?
Esperaba por lo mejor, pero me estaba preparando para lo peor. Cada vez recordaba menos de mi, y trataba de aferrarme a lo poco seguro que sabia. Luego estaba el tema de mi otra yo, quizás fue un sueño. O me tienen tan drogada que veo cosas. Nunca se sabe. A lo mejor el tal Mark era mi novio pasado en una vida pasada, mi amor eterno, o podría ser un extraterrestre intentando hacerme pruebas para luego llevarme con el a salvar su planeta.
Cuando me di cuenta que estaba divagando - más de lo normal - obligue a mi cuerpo a relajarse y dejar de pensar en todas esas tonterías. Pero antes de dormir, rece un poco. No es que me considere la persona mas católica del mundo pero siempre estuve segura de Dios. Y en estos momentos, era de las pocas cosas con las que me sentía segura.
Cerré los ojos y pensé un poco, si Dios me escuchaba, si mi madre y mi hermana estaban vivas, si este era el lugar en donde tenía que estar, le agradecí por darme un día más de vida, incluso si fuera duro, y le rogué porque las respuestas llegaran a mi, esperando un poco que Él me contestara. Pero no, Dios no contesta así como así.
Seguía con la confusión en mi cabeza y con la necesidad de levantarme e ir a casa, pero eso no iba a pasar. Lo único bueno que podía hacer por mi en ese momento era dormir. Abrí los ojos un momento y luego los volví a cerrar lentamente, ordene a mis manos que dejaran de forcejear, deje que poco a poco mi cuerpo se fuera relajando, y luego el cansancio y el sueño se hicieron cargo del resto.

Cuando desperté al día siguiente lo primero que vi fue plata. Plateado. Por todos lados. Así era el lugar. Tan... Clínico. Mire hacia la derecha y enfocando la vista note una mesita de color blanco con algunos cajones, encima había una bandeja plateada -vaya, que original color.- con unas jeringas del tamaño de mi mano en ella y un suero color azul eléctrico. Un vaso de agua, un plato pequeño con alguna fruta, curiosamente mi favorita. Debió ser coincidencia. Un plato mas grande con lo que parecía un sándwich caliente y un poco de fresas encima. Mi favorito también. No podía ser coincidencia, estas personas me conocían, o me habían investigado muy bien.
Escuche como la puerta se abría y al ver que no era Mark, solté un pequeño suspiro, como si lo estuviera esperando a el. Cosa que no. Claro que no. No.
La persona que acababa de entrar se acercó a mi a paso decidido, un flaquito con anteojos y bata blanca. Parecía joven, de unos 20 diría yo. Aunque venia decidido su mano temblaba y desde aquí se podía notar. Cuando llegó junto a mi me saludo alegremente.
-Buenos días Amanda, cuanto tiempo ¿eh? Estuvimos buscándote.
Su voz era ronca, muy ronca, tenía los ojos azules y el cabello castaño. Parecía alguien inofensivo, me lo dijo con tanta naturalidad que me aseguro que al menos él sí me conocía.
-¿Porqué? Y ¿quién eres tú?- Las palabras salieron antes de poder detenerlas.
El chico abrió los ojos sorprendido y dudo un poco.
-¿No me recuerdas?-contestó decepcionado.
-¿Acaso crees que si lo hiciera te estaría preguntado quién eres?
-Amanda... No te recordaba tan dura. -sonrió un poco. Y es inevitable, yo sonrío también.
Se aliviana un poco el ambiente y luego me dice;
-Fuimos compañeros antes de que te ofrecieras para esto. Incluso fuimos amigos antes de conocernos aquí, éramos inseparables-dicho esto, su sonrisa se agranda- pasamos 8 años juntos, ya sabes, desde pequeños. Cuando pensabas que de grande ibas a ser una princesa que salvaría al mundo. La primer princesa en salvarlo. Con su vestido brillante y un buen puño golpeador. -me mira y su expresión cambia drásticamente- te cuento todo luego, ¿está bien?
-¿Porque no ahora? ¿Qué me pasó?-Se movió y tomo una jeringa con suero azul, me miro un momento y se acercó más a mi.
-¿Qué haces?-Le pregunto.
-Tienes que sanar, esto te ayudará. -me contesta con un tono de voz diferente. Más firme.
-No voy a dejar que me drogues.- agito mi mano derecha intentando zafarla pero esta no cede. Intento de nuevo, y de nuevo.
Su mano toma mi brazo y lo levanta. Inyecta la jeringa y el liquido va bajando insertándose en mis venas.
-Es por tu bien. -Me dice.
Ni siquiera me dijo su nombre, pero se da la media vuelta y acerca la mesita blanca.
-Tienes que comer, si quieres te desató las manos -ofrece amablemente- en un rato mas te llevare a caminar un rato, tienes que reponerte y prepárate.
Quiero hablar pero algo me lo impide. Mi brazo donde la inyección estaba surtiendo efecto había empezado a arder, como si fuego vivo me estuviera atravesando. Exactamente la sensación que sentí afuera del Seven Eleven, antes de caer y desmayarme.
Esta vez no me desmayo, el ardor disminuye al cabo de unos minutos y mi voz parece ser recuperada. Tengo muchas cosas que decir, preguntarle cual es su nombre, ¿era mi mejor amigo? ¿Porque me abandono? El debe saber lo que me pasó. ¿Porque no me lo dijo todo? Preguntarle porque no recuerdo nada, o qué es el suero azul eléctrico.
Y Lo único que logra salir de mi boca es una oración tan común y cotidiana.
-Tengo hambre.-Le digo.
-Muy bien, Amanda. Vamos a alimentarte. -Me desata las manos.- Siéntate.
Lo hago. Miro a mi alrededor, hay mas camillas pero la mía es la única ocupada. Un ventanal ocupa el lado izquierdo, es de mañana y el sol se encuentra hermoso. Este lugar es hermoso. Afuera. Aquí aparte de camillas, hay una bóveda, unos sillones medio circulares color blanco, la puerta, el chico y yo.
Una vez que devuelvo mi vista a él noto que me esta mirando, observando en realidad. Retoma su expresión amistosa y suelto un poco de aire.
-Toma.- me dice, extiende su mano con un tenedor y un pedazo de melón en ella.- Abre la boca.
Saboreo el melón y lo paso por mi garganta.
-Me llamo Liam, por cierto.- sonríe dulcemente.
Y por segunda vez, le devuelvo la sonrisa.

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⏰ Última actualización: May 09, 2015 ⏰

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