4 - Orejas de mar

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Nota de autora: Cabe recordar que el equipo élite está formado por 12 integrantes.

... 

Trece años internada en la milicia.

Normalmente Erin amaba salir de la ciudad, pero hoy sentía que algo iba mal. Había un aire diferente que los rodeaba, más espeso y palpable. Parecía que la magia que normalmente se olía al salir de la ciudad era más potente y eso la inquietaba.

Ese sentimiento perturbador la obligó a parar, y sus compañeros, como si también sintieran el cambio de ambiente que los rodeaba, también lo hicieron.

Erin estaba a punto de abrir la boca para expresar su preocupación, pero entonces todo sucedió muy rápido. Mientras sus amigos estaban distraídos con su atención puesta en ella, una figura negra, que no pudo distinguir, pasó corriendo y embistió a su compañero, llevándoselo como si no pesara más que una hoja de papel. Ella jadeó sorprendida.

- ¡Kai! - gritó la chica a su lado.

- ¡POSICIONES! - le interrumpió su capitán.

Erin agarró el brazo de Natalie que acababa de caer de rodillas y la levantó con fuerza antes de unirse al círculo que formaban. Su arco estaba tenso por la fuerza con la que tiraba de la cuerda y solo se oía su pesada respiración. Acababan de perder a uno de sus compañeros, y ni siquiera notaron la presencia de un intruso. Erin tanteó su mente para saber a qué clase de hada podrían enfrentarse y rezó para que por el momento Kai estuviera manejando bien la situación. Que se mantuviera con vida, mientras buscaban la forma de salvarlo.

Cerró los ojos y se concentró únicamente en lo que oía, olía y sentía. Siempre le habían dicho que su intuición era uno de sus mejores dones y sabía que era cierto. Lo estaba buscando, a quienquiera que fuera el que se lo llevó.

Entonces, una imagen muy clara apareció en su mente. Aunque tenía los ojos cerrados, pudo imaginarse el trazo de un hilo blanco, que iba conectado desde los arbustos de alrededor directamente hacia la mente de su amiga Natalie.

Ahí está el hada. - pensó fijándose en el recorrido de la hebra que había aparecido en su mente. Este era otro de sus muchos dones, Erin era capaz de rastrear magia. Normalmente, esta capacidad aparecía en forma de trazos de hilos blancos que la ayudaba a precisar donde estaba el hada respeto su posición, lo que no entendía era porque ese hilo, en vez de conectarse a ella, se conectaba directamente con la mente de su compañera.  

Solo tuvo un instante para comprender lo que estaba sucediendo. En un rápido movimiento bloqueó con su arco de hierro la espada con la que Natalie había estado a punto de golpearla y dejó que su amiga forzará todo su peso en ella, antes de que los demás soldados la empujaran hacia atrás.

En cuanto estuvo en el suelo, Erin la sujetó.

- Natalie céntrate, estoy aquí. - la continuó agarrando mientras ella forcejeaba. Miró a sus compañeros. -La están controlando. - confirmó ella.

- Nos enfrentamos a un Daemati, no mantengan contacto visual. - comentó uno de los soldados.

Erin desvió su atención de Natalie cuando escuchó que la arboleda se agitaba y vio aquella sombra fugaz que se había llevado a Kai saltando de los árboles directamente hacia su capitán. Erin no dudó. Soltó a la chica, cogió su arco y disparó. Las manchas rojas que quedaron en el suelo fueron prueba suficiente de que no había fallado.

Erin casi sonrió satisfecha, eso seguro que tenía que doler. Había utilizado flechas de Eplium, el único material que conocían que era letal para las hadas, así que aunque no acabara muerto, regenerar esa herida iba a ser difícil.

Matar un reino: la venganza de los olvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora