Rubén no hizo más que sostener el pequeño cuerpo del omega contra el suyo, escuchándolo sollozar cada vez menos, acaricio su cabello con dulzura susurrándole lo bello que era y lo mucho que deseaba verlo feliz. Pero nada parecía funcionar.
No quería tener que hacerlo, pero el pequeño chico no dejaba de sollozar. Aferrado a él. Y se dio cuenta de que no podría calmarlo con palabras, suspiró, y con una desbordante calma, comenzó a besar poco a poco el cuello del menor.
Mientras comenzaba a marcar al omega con su aroma, dándole la calma que tanto deseaba. Le abrazó más fuerte, mientras barría con sus labios suaves besos en la piel fría de Alexis. Su aroma se acoplaba de una forma tan natural. Finalmente, poco a poco el llanto del omega se volvió más débil, y el agarre de sus manos cedió poco a poco.
Lentamente, Alexis subió su mirada para ver a Rubén, el alfa le sonrió con cariño tomando entre sus manos su rostro para dejar un pequeño beso en la frente del omega. Por instinto, el menor comenzó a frotar su rostro suavemente contra el del mayor, buscando atención. Atención que inmediatamente consiguió del alfa.
-- ¿Estas mejor? -- Rubén preguntó, admirando el bonito rostro del chico. Alexis sonrió, sus ojos aún estaban cristalizados, pero se sentía más tranquilo.
Asintió lentamente, acurrucándose en los brazos del alfa. El castaño sonrió también, besando su nariz, su frente y lamiendo sus mejillas con parsimonia -- Gracias, Rubén... -- le escuchó susurrar.
El alfa suspiró, aun manteniendo su sonrisa -- No me arrepiento de haber corrido detrás de ti.
Alexis rió, cuando Rubén lo hizo y sin darse cuenta ambos al mismo tiempo arreglaron su cabello. Sin darse cuenta.
Porque en realidad no parecían darse cuenta de que estaban acurrucados en el frío suelo de las calles de la cuidad, mientras el aire frío seguía presente. Pero no lo notaban, realmente no lo hacían. La compañía del otro era el distractor suficiente para olvidar su alrededor.
En un gesto dulce y de agradecimiento, el omega alzó levemente su rostro para dejar un beso en la mejilla del alfa. Quien le mostró una sonrisa brillante, con sus ojos verdes más claros que nunca. Felices.
Rubén sentía que el calor del omega hacia a su alfa sentirse cómodo, y Alexis, al mismo tiempo podía sentí a su omega acurrucarse y sentirse tranquilo ante la presencia dominante del alfa.
No sabían porque, o tal vez sí. Pero estaban muy confundidos como para aceptarlo. Alexis era independiente, extrañaba a su familia, pero no le gustaba mucho la idea de tener un alfa que haga todo por él.
Sin embargo, Rubén ansiaba tener un omega al cual amar, Ainara era todo lo contrario a lo que él deseaba. No era su compañera. Ella había robado años de su vida, y su familia había creído el cuento de que solo necesitaban tiempo para aceptarse.
No.
Rubén jamás la aceptaría.
Pero ahora, con lo que había hecho, pensaba que pronto seria libre de aquella omega de aroma ácido.
Cuando Rubén imagina su futuro, siempre se ve junto a su omega, jugando y cuidando de sus cachorros, mientras ambos trabajaban para mantener el hogar. Creando una familia, un hogar. Un lazo.
Imagina una casa construida por él a las afueras de todo, no demasiado lejos, pero con la suficiente tranquilidad para sus cachorros.
Y ahora, en esos sueños. Rubén solo se ve junto a un omega:
El que ahora sostiene en sus brazos.
El alfa sonríe al imaginarse a Alexis a su lado, trabajando juntos para sacar adelante sus vidas. Y con esa idea en mente, fija sus ojos en el omega. Quien tiene una mirada confundida en su rostro, como si le estuviera analizando.
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ղօ Եҽ sօlԵαɾҽ́ ; 𝖗𝖚𝖇𝖈𝖐𝖎𝖙𝖞
Historia Corta𝐒𝐔𝐌𝐀𝐑𝐈𝐎; ℛ𝓊𝒷𝒸𝓀𝒾𝓉𝓎 𝘜𝘯 𝘰𝘮𝘦𝘨𝘢 𝘢𝘣𝘢𝘯𝘥𝘰𝘯𝘢𝘥𝘰 𝘦𝘴 𝘴𝘦𝘯𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘈𝘭𝘦𝘹𝘪𝘴 𝘦𝘴 𝘪𝘯𝘥𝘦𝘱𝘦𝘯𝘥𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘺 𝘯𝘰 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘢 𝘶𝘯 �...