La alianza Potter

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Capítulo 4: La alianza Potter

Harry parpadeó, luego parpadeó otra vez. De alguna manera, de todas las discusiones que había imaginado tener con Narcissa Malfoy, esta nunca había sido una de ellas.

—Pero podría ir por Flú —dijo, intentando con su sonrisa más encantadora. Narcissa sólo le dio una larga y lenta mirada que le dijo a Harry que lograba ver la mayoría de sus engaños, y dejó el pergamino que había puesto sobre la mesa. Los ojos de Harry se lanzaron a ella, y luego se alejaron cuando reconoció la letra de Snape. No quería saber lo que Snape había escrito en esos pergaminos. Sólo mirándolos, recordándole que existían, traía la picadura de la traición más agudamente que nunca.

—Es probable que los Weasley hayan cerrado el acceso a su red Flú a excepción de las necesidades más importantes —dijo Narcissa—. No es inconcebible que tu hermano y tú también puedan estar en peligro por Voldemort, Harry, y ellos lo sabrían.

—Pero la Madriguera está protegida por barreras —dijo Harry. Él sabía eso; Connor lo había tranquilizado cuando dijo que se quedaría con los Weasley durante el verano—. No vamos a estar en peligro. Podría enviarles una lechuza y pedirles que abran su Flú a las once o así, y podría ir.

Narcissa negó con la cabeza, haciendo que su cabello suelto ondulara sobre sus hombros. —Eso es verdad. Podríamos hacer eso. ¿Dónde está mi mente hoy? —murmuró ella, masajeando su frente. Harry no aventuró ninguna broma, porque temía la respuesta—. Sin embargo, todavía me aseguraré de que los Aurores sepan dónde estás, Harry, y cuando es probable que salgas de la Madriguera, incluso si no permites que realmente te acompañen allí. De esa manera, tendrás protección adicional mientras estés fuera de las barreras de Malfoy Manor.

Harry negó con la cabeza. —Con todo respeto, señora Malfoy‒

—Por favor, Harry. Llámame Narcissa.

Harry asintió con incertidumbre. —Está bien, Narcissa —dijo—. Respetaré todo, no veo por qué los Aurores estarían interesados. Tienen otras cosas que hacer.

Una extraña expresión cruzó el rostro de Narcissa. Harry la miró con suspicacia. Se las había arreglado para sobrevivir los pocos días que había estado en la mansión al utilizar su familiaridad con las expresiones y movimientos de Lucius y Narcissa para guiarlo en lo que debía decir y hacer. Draco era la única persona con la que no tenía que hacer eso, lo que le permitía estar más relajado cuando estaba cerca. Ahora Harry se preguntaba si no había pasado demasiado tiempo relajándose. No saber qué haría Narcissa a continuación lo hacía sentir como si su estómago se estuviera desintegrando.

—Los Aurores son parte del caso contra tus padres, Harry —dijo Narcissa en voz baja—. Están vigilando la Mansión en parejas rotativas, y pidieron que se les informara si ibas a otro lado. Quieren protegerte contra las personas que podrían lanzarse sobre ti, ya sea por acusación o por simpatía equivocada. Creo que mi sobrina y la Auror Mallory están de guardia ahora. Ambas han estado aquí mucho más a menudo que cualquiera de los otros.

Harry sintió que luchaba contra las ganas de retorcerse. Luchó por evitarlo con éxito. —Está bien, entonces —dijo—. Enviaré una lechuza a los Weasley y les pediré que abran su Flú a las once. Regresaré a las tres. ¿Es aceptable, señora Malfoy?

—Es aceptable —murmuró Narcissa, y esta vez la expresión era familiar, una triste, pero Harry no podía ver ninguna razón para que ella la usara. Él se alejó cuando ella se acercó a él. Narcissa suspiró y colocó su mano suavemente en su regazo—. Muy bien, Harry. Déjame buscarte pergamino y tinta.

—Los puedo conseguir yo mismo. Gracias, señora Malfoy —Harry le sonrió agradecido y regresó a su habitación. Tenía dos cartas que escribir, dos para que Hedwig las entregara, y preferiría que nadie supiera que estaba enviando la segunda.

Tormenta de mares y estrellas (Sacrificios 05)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora