-Sabes, Kelly- dijo Blas, mientras se acomodaba en la silla -me acuerdo cuando era chico, y mi abuela me hacía tomar leche fría con masitas. Era lo mejor del mundo. Y siempre me decía que la leche fría me ayudaba a crecer fuerte-
-¿Y? ¿creciste fuerte?- le pregunté, con una sonrisa.
- Ponele, creo que si- me respondió, y se golpeó el pecho con un puño. -Pero bueno, no importa, el punto es que me gusta comer masitas con compañía y un vaso de leche-
Nos quedamos en silencio por un rato, disfrutando de las galletas. De repente, Blas se echó a reír. -Uy, Kelly, me acordé de una boludes- dijo, con una sonrisa maliciosa. -Te acordas de cuando fuimos a la playa el verano pasado?-
-Y si, obvio- le respondí, divertida. - Cómo me voy a olvidar si te comiste un caracol a la parrilla, boludo-
-No fue un caracol!- me dijo Blas, indignado. -Era un caracol gigante, un caracol marino, un caracol... ¡Un caracol legendario!-
-Claro, claro- le dije, riéndome. -Un caracol legendario que te hizo vomitar toda la noche-
Blas se encogió de hombros y se echó a reír. -Bueno, no importa- dijo. -Lo importante es que la pasamos bien".
-Y hablando de pasarla bien- dije, -me acuerdo de esa vez que fuimos a ese festival de música. ¿Te acordas de cuando te subiste al escenario con esa banda de rock?-
-¡Ah, sí!- dijo Blas, con una sonrisa pícara. -Esa fue una noche épica. Me subí al escenario con la guitarra y empecé a tocar. La gente se volvió loca, ¡fue increíble!-.
-Sí si, pero no te olvides de que te caíste al final, y rompiste la guitarra- le recordé, riéndome.
- Bueno, no importa", dijo Blas. - Son detalles.
Los dos reímos y compartimos mas anécdotas, recordando todos los momentos que pasamos juntos.
De repente, Blas se acercó a mí, con una mirada que me hizo sentir mariposas en el estómago. -Kelly- me dijo, con la voz baja, -te quiero mucho-.
-Yo también, Blas- le respondí, sin poder evitar sonrojarme.
Nos quedamos mirando por un rato, con una complicidad que solo nosotros entendemos. En ese momento, me di cuenta de que nuestra amistad era algo especial, algo que podría ser mucho más.
-Sabes-dijo Blas, con una sonrisa, -me acuerdo de esa vez que te invité al cine, y te llevé a ver esa película de terror. ¿Te acordas que te cagaste toda y te tuve que agarrar la mano?-.
- Bue - le respondí, con una sonrisa. -Y te acordas de cuando te pusiste a gritar como un boludo cuando salió la monja?-.
- Y bueno, esa película daba mucho miedo- dijo Blas, con una sonrisa. -Pero lo importante es que la estamos pasando bien, ¿No?-.
Y la verdad es que sí, la pasamos bien. Esa tarde, mientras comíamos galletas y contábamos historias, me di cuenta de que no importa lo que pase, siempre voy a estar ahí para él, y él para mí. Somos amigos de verdad, y eso es algo que no tiene precio.
Después de las galletas, nos quedamos charlando un rato más, hasta que el sol empezó a ponerse.
Blas fue el primero en sacar el tema.
-¿Puedo preguntar que paso en el centro comercial? ¿Qué te hizo tener un ataque de pánico? -Pregunto con cautela.
Yo me que callada unos segundos, mire hacia abajo y conteste.
- Es que vi a mis ex amigos del colegio, ellos estaban en la escalera del frente, riendo.
Blas me miro con lastima y a mi me dieron ganas de llorar, porque no hay sentimiento mas feo que la lastima.
Se siente horrible, tener depresión se siente horrible, se siente diferente, se siente...erróneo.
Es como si la única imagen que tienen las personas de vos es una persona triste, la gente te tiene lastima, te ven inferior, te ven chiquito y te hacen sentir chiquito.
El sentimiento de inferioridad va creciendo hasta que es tan grande que logra encerrarte, y lo primero con lo que te definís es un ser inferior, y ahí es cuando nos sentimos aislados, o mas bien cuando nos aíslan, cuando nos aíslan y nos dejan sentados en nuestra oscuridad, callados.
¿Por que callados? Porque si hablamos es porque queremos llamar la atención, porque hacemos sentir culpables a los demás, si hablamos los hacemos sentir culpables de la sombra que nos persigue para todos lados, la sombra que es mas grande que nosotros.
Aun que si nos callamos y simplemente desaparecemos de la tierra la opinión de los demás cambia. ¿Por qué no pidió ayuda ¿Por qué se quedó callado? ¿Por qué no habló?.
A ellos realmente nos les interesa como te sentís hasta que se enteran de que queres desaparecer, y se preocupan, pero no se preocupan por tu malestar, se preocupan por ellos, por lo mal que quedan por no ser un buen amigo, se preocupan por ellos.
A veces quisiera sentirme normal.
A veces quisiera ser normal.
- Esta bien -Dijo Blas, rompiendo el silencio.
¿Eh? ¿Esta bien?.
-Si queres llorar, yo voy a llorar con vos-Puso sus manos en su cara y empezó a actuar que estaba llorando, yo no pude evitar reírme y le tire un trapo a la cara.
- Basta, tonto- Dije entre risas.
- ¿Sabes? Vos lo que tenes que hacer es unirte a mi clase de teatro.
- Pero ni en pedo Blas.
- Pero, si nunca fuiste a una clase de teatro no tenes idea de como puede ser, es muy divertido.
- Pero ya me imagino a mi leyendo un guion en voz alta y actuándolo y ya entro en pánico, aparte mira si hay alguien de mi ex clase, no no, no puedo ser un theater kid como vos.
- No podes estar mas alejada de la realidad vos, y no, no hay nadie de tu ex clase, te lo digo yo que los conozco a todos, somos pocos y aparte esta es otra gente, es otra vibe.
- No se Blas, no se.
Blas salió de su silla para venir y enfrentarse a la mía, agarrarme las dos manos y lo siguiente que hizo fue empezar a gritar.
- ¡POR FAVOR! ¡POR FAA!.
Dios mío.
¿Este es el mismo chico con el que sueño todas las noches?.
- Te juro, te prometo por mi mama que la vasa a pasar de diez.
-Bueno, bueno esta bien, mañana te acompaño, pero si no me siento cómoda me voy rapidísimo.
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AISALADA
Teen FictionSer diferente. La sociedad nos ha etiquetado como raros, nos ha dejado solos en nuestra propia oscuridad. La depresión me ha envuelto como una niebla espesa, opacando la luz de mi alma. Pero en medio de la tormenta, un rayo de esperanza surge en for...