Camelia Vera
Cuando Neri me marcó para preguntar cómo había salido todo, mentí. Le dije que no me habían dado el permiso para salir antes.
Vaya mierda.
Me tragué la verdad, porque a pesar de saber exactamente lo que mi amiga me diría, había tomado el celular y le había respondido con un "SÌ" a Raúl.
Denme créditos, al menos me había tardado en responder.
De todas formas, al día siguiente me obligué a levantarme de la cama y seguir viviendo. Luego de un desayuno extrañamente normal mi papá se fue al futbol, no voy a mentir, eso animó un poquito mi día.
Tal vez los cosas saldrían bien hoy.
Pasé el resto del día en casa, con mi mamá, Sussan y por supuesto Effy —que ya no era extraño verla ahí—, y cando faltaban una hora para encontrarme con Raúl me fui a alistar.
Me dirigí al centro del pueblo con el tiempo justo. Esperé sentada en una banca del parque, habían pasado algunas semanas desde esa última vez que nos vimos...
Pero no quería recordar ese momento.
sacudí la cabeza y luego recordé que estaba en público.
cuando al fin había pasado una hora me quedó claro que él no vendría. Le envié varios mensajes sin obtener respuesta, caminé a casa con una mezcla de emociones.
Raúl. Quería gritarle obviamente, por todo, pero yo también tenía la culpa por ser tan estúpida. Todo lo que había hecho al fin me explotó en la cara, no podía llegar a casa así, seguramente mi papá ya está ahí y no quería darle más motivos para echarme en cara.
Recorrí el sendero para llegar al mirador. Mi celular empezó a sonar mientras yo seguía aclarando mis emociones. Pasaron más de 5 minutos cuando Raúl volvió a intentar, entonces contesté después de dar un suspiro profundo.
—¿Hola, Camelia?
Su voz sonaba tan molestamente relajada.
—¿Qué quieres Raúl?
—No empecemos, yo solo...
—No te molestes, en serio —traté de sonar despreocupada.
—¡Déjame hablar! —exclamó.
—De acuerdo, sorpréndeme.
—Lo olvidé, pero podemos dejarlo para otro día.
—¿Es una broma? —respondí enojada.
—Estoy hablando en serio, o ¿escuchas que me esté riendo?
—Dos veces, me cancelaste dos veces después de que rogaras porque me podías explicar todo.
—No te rogué —respondió, subiendo el tono.
—Oh, sí que lo hiciste —repliqué, furiosa—, ya no puedo esperar nada de ti.
—Lo olvidé, tenía otras cosas que hacer —dijo, alzando la voz—. ¿Qué quieres que diga?
—¿Cosas importantes como ir y besar a esa tipa?
—No —suspiró—, eso fue un error, créeme.
—No parecía un error aquella noche —grité—. ¿Quién es ella?
No contestó.
—vete a la mierda Raúl. Te estoy dando la oportunidad de explicarlo.
—¡No quiero lastimarte! —exclamó.
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Tan simple como esto.
Novela JuvenilSi el insomnio fuera dinero definitivamente Oliver Brent sería millonario. Las cosas no fueron lo mismo, no desde del accidente, pero por lo visto tampoco será igual después del verano en las Amapolas, ¿Dónde se había ido esa presión en el pecho?, ¿...