1| Attitude

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Niza

—¿Cómo te sientes, Niza?

Suzane, mi psicóloga, me mira expectante mientras espera que responda para anotar en su libreta cualquier cosa que escriba.

—Emocionada—sonrío y me apoyo en el respaldo del sofá—. Hoy cumplo veintitrés, quiero ver qué cosas tienen preparadas para mí los chicos. Puedo apostar que Diane y Orena tendrán para mí ese pastel de fresas que tanto me gusta de Magnolia's Bakery.

—Estoy segura de que así será. Me alegra ver tu avance. Desde que empezamos las sesiones un año atrás, has tenido un gran progreso. La idea de comer ya no te asusta, ahora te entusiasma y es... Magnífico.

Suzane me regala una sonrisa afable. Una ola de apego nace en mí. Mi terapeuta tiene razón, es como si fuera una Niza diferente a aquella que entró por primera vez en su consultorio. Ya no era más un venadillo tembloroso y lastimado; me había vuelto más fuerte y había hecho las paces con mi pasado y todo lo relacionado a él: el abuso de mi tía, el maltrato de mi madre, mi relación con la comida y mi nuevo comienzo en Rennart International.

Aún existen fantasmas que me asedian sin tregua por las noches, cuando se supone que todo debía estar en silencio y ser tranquilo. El supuesto mar en calma que es mi vida se agitaba con el recuerdo de ojos como una tormenta y me atravesaban como el hierro que los revestía.

Algunas veces soñaba con Clay y esperaba estúpidamente que estuviera a mi lado al despertar, y otras ocasiones lo extrañaba tanto que soñaba con él aún estando despierta.

Su ausencia aún escuece y es tema constante de charlas en mis terapias, pero al menos me había reconciliado con lo que sucedió. No lo odiaba por dejarme; de alguna manera, atesoraba el recuerdo de nuestra relación como un destello fugaz de calma y luz en la época más oscura de mi vida.

Así que donde sea que estuviera Clay, esperaba que la vida lo recompensara con felicidad luego de darle tanta tristeza.

—Gracias, Suzane—dije con suavidad—. Ha sido un año de muchos cambios, y aún me estoy adaptando.

—Puedo imaginarlo. ¿Te sientes más cómoda en la nueva escuela? ¿Qué tal te trata?

—Mucho mejor. —Mi voz se tiñó de entusiasmo—. Estamos iniciando una nueva rutina en danza contemporánea y me encanta. Siento que conecto más con mi cuerpo, es toda una experiencia.

Suzane se acomoda las gafas en su nariz y me dedica una mirada significativa para después cerrar su libreta.

—De acuerdo, señorita, en ese caso, no te retendré por más tiempo para que disfrutes de tu cumpleaños. —Se pone de pie, la imito y agradezco su abrazo cuando me estrecha contra sí.

Suzane huele siempre a frutas y aunque es nativa de Nueva York, no puedo evitar asociarla con mi pueblo porque su aroma me recuerda a casa. Quizá por eso me siento tan cómoda con ella.

—Como siempre, te dejaré tarea—anuncia cuando nos separamos—. Para la próxima sesión, quiero que me digas cinco cosas que extrañes de la vieja Niza y cinco más que tú creas hayan mejorado en este último año. Será el tema de la siguiente terapia.

—De acuerdo—sonrío y tomo mi bolso del sillón—. Te veré la siguiente semana, cuídate.

Se despide con un gesto de la mano. Bajo por el ascensor y salgo del complejo de departamentos hacia un sol abrasador en Nueva York. Las personas caminan apuradas por la acera, el tráfico es pesado y el sonido de un montón de cláxones llena el aire, pero, por alguna razón, el tiempo parece haberse ralentizado, como si estuviera encerrada en una burbuja.

Impasse [+18] [Libro 2 de la Bilogía Artes]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora