capítulo cuatro

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Expresiones fáciles

Yacía una hoja pegada en la pared, mostrando las diferentes expresiones faciales que podían existir, un espejo a un lado de la hoja y un chico intentando imitarlo.

Sostenía en su manos el teléfono, y vio como la persona del video explicaba con insistencia el como sonreír, y es hay donde el se empezaban a sentir frustrado, el día anterior cuando aquel chico había sonreído a su dirección, había sido casi incapaz de devolverle la sonrisa, estuvo seguro que su sonrisa fue más bien una mueca extraña que una sonrisa. Así que esta vez se había esforzado en conseguir un buen video, una buena teoría y en practicar más, para así poder lograr tener una sonrisa.

El tipo del video le decía que había que alzar las comisura de sus labios con naturalidad, sin exagerar, después procurar mostrar sus dientes, aunque era opcional, no olvidar mostrar una mirada amistosa, ya que nuestros gestos debían de estar conectados con nuestra mirada.

Escuchaba todo con atención, y ahora era hora de la práctica.

Su rostro serio se reflejo en el espejo, suspiro hondo y luego trato de hacer lo que en el video le enseñaron. Comenzando por las comisura de sus labios, luego trató de mostrar un poco sus dientes, y no supo lo mucho que los odiaba hasta este punto.

"Sería mejor si los arrancará"

Para culminar entrecerro sus ojos, y vio como lo había logrado, parecía que sonreía.

Volvió a poner su rostro serio y volvió a repetir su acción, una y otra vez.

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Una capucha negra que cubría su rostro y tembloroso cuerpo, las mangas tan largas que eran capaz de cubrir un garfio que su mano sostenía, como si de un asesino novato se tratase, se acercaba a uno de los espacios apartados donde sabía iban las parejas a tener sexo.

Mientras caminaba por el sendero de la lujuria, se pudo escuchar gemidos y suspiros de placer, placer que a el le gustaría sentir ahora que los iba a matar, lujuria que era lo que quizás obtendría después de quitarles la vida.

La sombra negra se aproximó más y más, hasta que quedó detrás de ellos, la mujer estaba muy ocupada montado a un hombre de considerable edad, la mujer parecía haber visto porno en exceso, por la manera exagerada en la que gemia y pedía más, solo lo montaba duro y si fuera el él que estuviera dirigiendo tal acto, podría decir que se veía hasta doloroso.

Mentalizado a lo que iba hacer, solo alzó su garfio y lo enterró en la yugular de la mujer, la arrastro hacia atrás e hizo un corte seco. La sangre salía como si de una fuente se tratase, manchando así el suelo blanco y pulcro que ellos habían profanado, él con su novato asesinato y ellos con su sucio sexo. El hombre que había sido montando se quedó estático, trato de pararse y salir corriendo, pero el garfio del contrario fue más rápido y se lo incrustó en el ojo, el tipo grito con todas sus fuerzas, como si su vida dependiera de ello, y fue por eso que el garfio libero su cuenca, solo quedando el ojos incrustado en la punta, para acto seguido enganchar la lengua de tan ruidoso hombre. Por ahora solo sentía dolor. No fue hasta que enterró el garfio en su yugular que el hombre por fin murió.

El de capucha negra se encargo de cortar sus cabezas y lanzar las al río, cerca de la estación de trenes. Esto saldría en las noticias y sería la evidencia de que había cumplido.

Arrastro los cuerpos y lo puso en medio del lugar, con una reverencia pidió disculpas a esas pobres almas. Se quito la capucha y la quemo. Entro al establecimiento, vestido como todo un chico de fiesta, pantalones ajustados, camisa elegante y botella en mano, trato de bailar con una que otra señorita.

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