3. Mueve más un par de tetas que una carreta

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Areum

Conforme iba teniendo dinero, me iba comprando más caprichos de los que nunca había tenido: ropa nueva, extensiones, uñas nuevas, pestañas, bolsos preciosos, libros, más estudios de formación, ahorros...era un sueño.

Y todo se lo debía a Jungk... Digo, al Señor Jeon. Él no tenía por qué saber eso, no después del drama que hizo borracho. Qué picardía tenía si no le daba el mínimo pudor traerse a dos chicas mientras estaba yo cuidando a su hijo.

¿Aunque a mí qué me importaba con quién tuviera sexo? Era su empleada, nada más. Jungkook no tenía un rol más allá de pagarme.

Y esa transferencia del otro día...fue demasiado dinero.

-Menudo bolso llevas -mi amiga de la uni, Monique, miró el bolso blanco y dorado con semblante hipnotizado -. ¿Cuánto te ha costado?

-Lo suyo...

-Pues qué suerte has tenido con el trabajo tía, ¡yo también quiero ser niñera! -comentó Miri, caminando las tres fuera de clases, bajando la verde colina de la uni que conectaba con la calle.

-No es tan fácil como parece, los niños quitan mucha energía... -argumenté, sin poder olvidar los llantos de Seung-, y los padres también. Algunos son muy escrupulosos con la educación de sus hijos.

Seguimos concretando ir a cafés bonitos para estudiar o pintar, pero cuando bajamos a la calle principal, un coche comenzó a pitar.

Frené en seco al ver un familiar Mercedes Benz negro.

¿Qué hacía Jungkook aquí?

-Oh -reaccioné, mirando el reloj de mi muñeca-, viene a recogerme y...cuatro horas antes.

Como esperaba, del coche salió su larga figura negra en traje. Se cubrió la frente para tapar el sol a mis espaldas, y buscó mi mirada con una sonrisa ladina que me penetró como una daga.

Ya tenía mi atención, el muy creído ya me tenía y lo peor es que yo se lo permitía.

-¿Hostia y ese quién es? -se adelantó Miri, estirando la espalda como yo lo hice-. Te está mirando mucho.

-¿SÍ verdad? -sonreí irónica y chistosa, porque realmente aquello era un poco surrealista.

Jungkook clavó un potente brazo en el cielo, saludándome con la seguridad de un director de empresa. Todo apuntaba a que me iba a esperar al final de la colina, que no me iba a dejar hacerle el feo de ser discreta y pasar de su cara. Nada de eso. Ya tenía los ojos de los estudiantes en él, sobre todo de las chicas. Mojó varias bragas y a mí me analizaron como un producto.

Ah, la presión social...

-Es el padre del niño al que cuido -sonreí forzada, sin saber qué hacer.

-Pues madre mía cómo está el papi, Areum... Anda que no eres lista.

-Ya eh... -los nervios se adueñaron de mí y me reí-. ¡Adiós!

Bajé yo sola por la colina que daba a la calle principal, con demasiados pensamientos en la cabeza y el pulso a mil. ¿Por qué habría venido a la universidad? ¿Y si no estaba aquí para recogerme..., sino para despedirme?

Se me cerró la garganta con cada paso que daba hacia a su coche y a su figura tan despechada y confiada. Juré que me miró de arriba a abajo y eso solo lo empeoró todo.

Que tiene doce años más que tú, Areum, me recordé.

Frené a un prudente metro de sus impolutos zapatos y no dije más por miedo a titubear. Hoy Jungkook tenía el pelo engominado hacia atrás, y estaba tan elegante como imponente. No me extrañaba que todo el mundo mirara, pues parecía un idol de los de ahora. Estaba tan cerca que dudé si era aceptable en nuestra relación empleada-jefe.

Bebé a la vista ; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora