5. El paraíso se desestabiliza

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Areum

Lo confieso, me tiré a sus brazos en la cama. Quería que me abrazara como en las películas.

-Qué cariñosa -vibró su pecho desnudo bajo mi cabeza, y me rodeó con sus fuertes brazos en un abrazo. Tuve un éxtasis difícil de explicar.

Me abrazó con gusto y apagó la luz. Dormía sin camiseta, y yo no tenía ninguna queja que objetar. Las pulsaciones me bajaron enseguida, tranquilas a su lado. Su olor me sedó y su suave respiración me cubría la piel a compases.

Seungie se portó tan bien como siempre, y no sé si su cerebrito de nene entendería nuestra situación, pero lo cierto era que se durmió mirando a sus "padres" dormir juntitos. Pensé en la madre, en dónde estaría y por qué no habría querido hacerse cargo de tan bonito niño. Pobrecito, crecería sin crianza maternal.

...

Abrí los ojos y sonreí. Pero no de forma inocente.

Memoricé los tatuajes tan bien hechos de su brazo, que rodeaban mi cintura. No me pude concentrar mucho teniendo el culo empalado por la erección de sus calzoncillos. Qué gusto daban las erecciones mañaneras de los amantes.

Al final nos quedamos los tres en casa como una familia de verdad. La lluvia no amainó hasta el mediodía, cuando Jungkook salió de su despacho/cueva con mala cara. La verdad, es que le había oído discutir con alguien por teléfono, con una voz que no quería oír nunca dirigida hacia mí.

-¿Todo bien? -pregunté desde la moqueta, jugando con Seungie y sus juguetes de colores y formas.

-Sí -mintió, con una sonrisa forzada, pasándose una mano por el pelo. Su hijo gateó hasta sus impolutos zapatos, leal como ninguno-. Ya ha dejado de llover, no te quiero entretener más aquí, Areum. Seguro que luego tienes clase.

¿Me estaba echando? Me estaba echando.

-Vale...

Desapareció del salón y me dejó sola con mis pensamientos. ¿Qué le habría pasado por la cabeza para estar así de frío?

Me despojé de la ropa que él me había dado, y me puse el vestido y la chaquetilla de ayer. Tenía el tanga hecho un absoluto destrozo, y lo lavaría nada más llegara a casa. Me fui sin bragas de su casa.

-¿Se puede? -llamé a la puerta de su despacho, y arrugué la nariz al ver que estaba fumando en su asiento, con las piernas abiertas en reflexión-. ¿Estás bien? Te noto un poco callado.

-No te preocupes -me hizo un gesto con el dedo para que me acercara, y señaló su mejilla para que le diera un beso. Hubo trampa y giró la cabeza para besarme bien. Bueno, tampoco me quejaba. El sabor a tabaco no me entusiasmó, pero a él se lo pasé por alto-. Nos vemos mañana por la mañana.

-Vale, descansa -me despedí y caminé hacia fuera, pero su voz me hizo frenar.

-Oye, he dormido muy a gusto.

Intenté que no se viera el rubor de mis mejillas, pero fallé estrepitosamente.

-Yo también, Jungkook. 

Ver que esa tontería de comentario le sacó una sonrisilla, aunque fuera pequeña, me dio algo de esperanza. Tal vez repetiríamos la velada. Yo estaría encantada de volver a sentir el tacto de su piel.

-Adiós Seungie -sacudí la mano en el aire, con una sonrisa, y se quedó expectante cuando cerré la puerta.

-¡¡Mama!! -se me cerró la garganta al oír su voz dolida a punto de explotar en llanto. Joder...así era imposible irse de esta casa. Oí un golpe de pequeño tamaño contra la puerta, y deduje que se había estampado, porque se puso a llorar con ganas.

Bebé a la vista ; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora