4. La Primera Vez (Astrid)

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Por B.B. Asmodeus.

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Fandom: How To Train Your Dragon, Libros de Cressida Cowell.

Resumen: Empezó con una bofetada.

Pareja: Astrid/Personaje Sorpresa. Menciones de Astrid/Heather.

Categoría: Romance, Humor, Lemon.

Nota 1: Respuesta al Reto #7 de Caldo Toothcup para el Alma, grupo de FB.

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4.

La Primera Vez

(Astrid).

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Empezó con una bofetada.

Eret sintió su rostro ser volteado con la fuerza del golpe.

Atrapó la muñeca de la vikinga en el aire. La utilizó para jalonear a Astrid, para arrastrarla hasta una esquina inhóspita del establo.

"¿Quién, en nombre de Thor, te crees que eres?" Eret acorraló a la joven entre un pedestal, donde descansaba una silla de dragón sin utilizar, y la pared. Astrid había perdido todo su fulgor de enojo en el momento que había notado la fuerza de Eret aplicada a su persona. "¿Crees que puedes andar con estos jueguitos sin enfrentar consecuencias?"

"Déjame ir." Astrid intentó empujarle cuando Eret se acercó hasta aplastarla.

"¿Por qué? ¿No es esto lo que quieres?"

Astrid relamió sus labios. "Lo siento—No debí haberte golpeado, no sé qué me ocurrió."

"Yo sí. Estabas celosa."

Astrid gruñó. "Veo que mi bofetada te dejó algo averiado—"

"Lo que no comprendo, es por qué. ¿Qué no tienes una hermosa y letal novia que te mantenga satisfecha? ¿Por qué me andas celando, Hofferson?" Levantó el mentón de la vikinga para que sus miradas se entrelazaran. Por más valiente que Astrid quiso parecer, los sentimientos caóticos en sus ojos celestes, la traicionaron. Entre menos distancia creció entre sus bocas, menos pelea vino de Astrid. "¿Esto es lo que quieres?"

La besó.

El efecto fue inmediato. Astrid se colgó de sus hombros, mientras sus labios cedieron a su boca.

Eret la dominó con lo que tuvo a su alcance. Gimiendo en triunfo, alzó su cuerpo sobre los barrotes de madera. Sus manos se dividieron en acariciar un seno de la vikinga, y escurrirse por debajo de la falda.

Tal vez, si meses de tensión incomodándolos, no hubieran sido los responsables de esta colisión, Eret tendría la cabeza fría de ir despacio. Pero, no la tenía. Y estos meses habían sido infernales. Ver a Astrid pavonear con Heather por el pueblo, como si su deseo por Eret no existiera, le había exprimido de cualquier tipo paciencia. Astrid lo había llevado a este estado. Astrid había actuado irracional, cuando había visto a Eret queriendo divertirse con la Princesa Tantrum, no él.

Sus dedos masajearon la entrepierna de la chica. Sintió el pulso de su sangre, bajo la ropa de los pantaloncillos. Astrid chilló. Onduló su cuerpo hacia sus caricias. Sus lenguas se encontraron una y otra vez. Eret succionó sus labios, su mentón, se cuello, y tras desvestirla de su jubón azul, desvendó sus senos para succionarlos también.

Astrid mostró estar igualmente poseída por el deseo. Hizo sonidos inimaginables. Enterró sus manos en los mechones del navegante, despeinándolo, mientras sus pezones eran mordisqueados.

"No entiendo... Lo que hiciste... No lo entiendo."

Eret volvió a su cuello, suavizando sus besos. Tomó una mano de Astrid—un apéndice que siempre había considerado bello—para entrelazar sus dedos juntos. Cuando sus rostros se alinearon. Eret quiso consolar la guerra de lealtades encarnando a su mejor amiga. "Hay cosas que no están en nuestro control." Tal vez su romance con la Jefa de Berserk estaba careciente de pasión. Quizás, era solitario ser la pareja de alguien que viajaba tanto. Tal vez, Heather era la novia perfecta, pero simplemente, la atracción entre Astrid y Eret era demasiado potente.

Al rotar el cuerpo de la joven, Astrid se aferró a la silla de dragón. Eret cubrió sus espaldas, una vez que su propio torso fue desnudado. Ambos regocijaron al contacto de pieles. Eret dibujó curvas en los omóplatos pálidos con su nariz, inhalando el aroma natural de la mujer. El cuerpecillo de Astrid era hermoso, frágil en su tamaño, pero mortal con sus músculos reafirmados. Cuando los pantalones de ambos fueron empujados hasta sus rodillas, no hubo dudas a lo que se aproximaba.

Sus dedos masajearon el núcleo de Astrid, buscando por aquellos puntos que la nublarían. Frotó los labios de carne encendida, para conocerlos y disfrutarlos. Para marcar su sendero por el territorio más íntimo de Hofferson. La chica le entregó jugo, gruñidos de aprobación, y contoneos de sus caderas.

Dolería. Porque Eret estaba consciente de que Heather no era posible de esto. Dolería, porque Astrid nunca había estado con un hombre—No eran mejores amigos, por nada. Astrid le contaba cosas bastantes privadas.

Eret sabía que Astrid abrazaría el dolor. Ella no se preocupaba por algo tan mezquino.

Uñas se encajaron en el cuero de la silla, ante la primera volcadura de sus cuerpos. El gemido de Astrid fue tan retumbante, que Eret tomó su mentón para silenciarlo con sus labios. No dio descanso, una vez dentro, una vez unido con la mujer que lo había estado enloqueciendo por tanto tiempo. Embistió sin freno a su ímpetu, sosteniendo las caderas de Astrid, para que no hubiera escape.

"...Freyja." Fue lo único que Astrid repitió con coherencia. El resto fue una cadena de jadeos, gemidos, y besos húmedos, tejiéndose con el clap-clap-clap de pelvis y glúteos.

-Mía. Eret gruñó para sí, uno de sus brazos apretando el pecho de Astrid, manoseando hasta que la piel de la vikinga ardiera. -Mía, porque ahora que ya la tengo... Por encima de la cabellera cabizbaja de Astrid, una figura ajena se escurrió entre las pocas sombra del medio día. Eret reconoció el atuendo de metal y cuero. Los mechones color media-noche, que recién arribaban, seguramente buscando por su chica. -No te la regresaré.

Heather se paralizó, a pocos metros de la pareja.

Eret mordió el lóbulo de la rubia, ignorando a su enemigo en favor de hundirse en el cuello de su flacucha amante.

-Seré el primero, y el último.

Érase Una VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora