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Nayeon había vendado los ojos de Mina, quien había reído por lo cursi que estaba siendo su novia.

Todo el camino a casa hubieron una y mil preguntas sobre la sorpresa que esperaba por ella. Nayeon, por supuesto, no respondió a ninguna.

Al llegar a su pequeño departamento, Mina se quitó la tela. La sorpresa había resultado estar frente a ella. Nayeon sostenía un pequeño gatito naranja.

— ¿De verdad, Nay? — rió con humor.

— Nuestro primer hijito, Mina, es nuestro.

La chica se acercó y tomó al animal entre sus brazos. El pequeño cachorro era amigable, se dejó acariciar y mimar. Mina sonrió con felicidad pura.

— Yo... yo no tengo nada para ti. — contó con pesar.

— Estabas en la clínica, Mina. Está bien que no me regales nada.

La japonesa dejó al gato en el suelo, quien comenzó a caminar lejos de ellas. Nayeon se acercó hasta besarla alegremente, tomando sus mejillas, las cuales estaban más rellenitas. Luego la abrazó sintiendo que esta vez su cuerpo finalmente cabía por completo en sus brazos.

— Te amo, Nayeon. — murmuró.

— Te amo, Mina.

Al separarse, Nayeon la guió a la cocina. Lugar donde le mostró el pequeño pastel que había hecho para ellas.

Mina sonrió. — No tenías que hacerlo.

— Créeme que sí. — asintió contenta. — Es una celebración doble. Haz salido de la clínica y es nuestro aniversario.

— Pero yo no te...

— ¡Mina! — regañó. — No tenías que darme nada, lo entiendo. Esto es porque quise, sabes que me gusta el romance.

Nayeon se dejó abrazar, sintiendo como Mina se escondía en su cuello. Se quedó ahí sólo sintiendo a su novia cerca.

Sintiendo que finalmente Mina era Mina.

— Quiero un pedazo grande.

Sí, Mina había regresado.

beautiful • minayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora