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Después de tres días desde esa supuesta entrevista que Mina tuvo, Nayeon comenzó a sospechar que algo iba mal.

Mina estaba comportándose un poco rara. Tomaba agua todo el tiempo, casi ni probaba bocado de la comida y se encerraba mucho en su propio mundo.

Preguntó dos veces, pero recibía la misma respuesta. Mina no quería hablar de ello.

Se quedó sentada en la mesa de la cocina. Miraba atentamente como Mina veía una serie desde la sala. Se veía... diferente. No era la misma. Y no sabía cómo tomarlo.

Finalmente decidió que se quitaría esa duda.

Se sentó a su lado, Mina rápidamente apoyó su cabeza en su hombro y siguió con la vista en la pantalla.

— ¿Podemos hablar? — propuso Nayeon.

— ¿De qué?

— Sólo... quiero preguntarte algo.

— Hazlo.

— ¿Por qué no comes, Mina?

La japonesa la miró, recibió a cambio una mirada preocupada y atenta. Se quedó en silencio un buen rato, pensando sí sería bueno para ella decirlo.

— Estoy gorda, Nay.

A la mente de Nayeon volvió el recuerdo de una charla con Mina. Aquella de hace un año donde le confesó tener problemas con la comida de pequeña. Le dijo sobre su pérdida de peso tan veloz, sus métodos para engañar a sus padres y como nadie lo notó.

— No estás gorda, Mina.

— Por supuesto que lo estoy. — atacó. Levantó su cabeza del hombro contrario y suspiró. — No conseguí el trabajo porque lo estoy. A la directora le sorprendió mi mala forma, no volveré a comer hasta lograr entrar ahí.

— No lo necesitas, Mina. Ya te lo he dicho miles de veces, eres completamente hermosa. No necesitas menos o más peso, estás en un punto donde todo de ti es hermoso.

Mina negó con su cabeza, sus lágrimas queriendo salir.

— No soy hermosa, Nayeon. Soy un asco.

Su novia la tomó de las mejillas, miró a sus ojos vidriosos y ya ninguna sabía cuál lloraría primero. Nayeon acercó su frente hasta tocar la de Mina, sus narices acariciándose y tan cerca que podían respirar su propio aliento.

— Jamás en mi vida conocí a alguien como tú, amor. Jamás me había enamorado tanto, jamás había amado tanto a otra persona. Cuando te conocí eras hermosa, y hoy lo eres mucho más. Todos pensamos que estás muy bien así, todos nuestros amigos están contentos de lo mucho que trabajas por lo que quieres. Así que no necesitas cambiar para encajar porque ya lo haces. No importa la opinión de una persona que no conoces, sólo debe importar que seas feliz con lo que eres. Y antes de ese día lo eras, cariño, estabas tan segura de ti.

A este punto, ambas lloraban. Mina se dejó besar sintiendo el sabor salado de las lágrimas y se alejó.

— Come, Mina.

Pero la japonesa se quedó quieta y murmuró:

— No.

beautiful • minayeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora