¡Omega en celo!

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El celo de Mark ya había iniciado, y todos lo sabían, podían olerlo. Sin embargo, parecía que solo cierto omega japonés de cabello rojizo lo estaba padeciendo.

Durante la noche anterior, mientras Yuta hacia uso de su "tiempo secreto", el joven omega canadiense se coló en su cuarto con la absurda escusa de que el frío de la noche no le permitía dormir bien. El pelirrojo no le negó la entrada, al contrario, se movió a un costado dándole una buena cantidad de espacio en la cama, para que finalmente el menor decidiera que era mucho más cómodo dormir pegado a su costado, respirando contra su cuello y aplastándolo con la mitad de su cuerpo. Adorable.

El despertar fue algo distinto al de todos los días. Mark comenzó dando besos perezosos en la mandíbula del japonés, pero como este no despertaba empezó a repartir mordidas ligeras y pequeños chupones a lo largo de su cuello y clavícula. A su vez, una mano traviesa se hacía paso por debajo de la ropa de Yuta, acariciando con delicadeza las líneas de tinta que decoraban la pálida piel del cantante.
Segundo a segundo dichas caricias subían por su abdomen plano, llegando luego de un rato finalmente a su destino: sus pezones.

Mark se entretuvo por un largo rato en lo botones rosados, dándoles demasiado atención hasta dejarlos casi rojos. Los pellizcaba con poca fuerza, rozaba y acariciaba con la yema de sus dedos, para finalmente comenzar a lamerlos y mordisquearlos hasta que sacó un agudo gemido al mayor.
Nakamoto había despertado hacía ya un rato, desde que Lee comenzó a dejar chupones, pero no dijo nada, apenas y se movió, quería saber hasta donde llegaría Mark por su atención.

-Buenos días, hyung.

-Y vaya que lo son.

Mark río entre dientes antes de volver a su labor de marcar la piel de su mayor. Yuta por su lado había dejado de callar sus gemidos y jadeos, ahora que Mark sabía que estaba despierto no valía la pena restringirse.

-Sabes que tenemos ensayo, ¿Verdad?

Yuta dirigió una de sus manos a las caderas del omega menor y la otra a la parte trasera de su cuello, tirando de forma leve de los pelillos de su nuca.

-Lo sé, solo cállate y déjame disfrutar de ti.

Vaya...

Mark excitado era completamente diferente al siempre tierno, alegre e inocente omega bebé que mostraba en el día a día.
Cuando el celo del chico llegaba este cambiaba por completo. Le gustaba llevar las riendas de la situación, conseguir por si mismo placer y ofrecerlo por partes iguales. Generalmente el canadiense prefería pasar sus calores con otros omegas, independientemente de si un alfa los acompañaba o no, y eso a Yuta le encantaba. Un omega no estaba preparado biológicamente para complacer a otro, podían tener sexo sí, pero no sería igual de placentero en un celo que el nudo de un alfa, aún así el japonés se sentía más que dispuesto a complacer a su amado compañero.

El pelirrojo gimoteó cuando el menor rozó su creciente erección por accidente mientras se subía a horcajadas a una de sus piernas. En devolución del gesto, Yuta alzó un poco su pierna, rosando el bulto entre los pantalones, ya manchados de lubricante, del omega menor.
Mark miró a los ojos a su compañero, sus pupilas lucían dilatadas y su vista estaba nublada; siguió observándolo, su cabello algo largo y de un color rojo furioso estaba totalmente desparramado por la almohada, le pedían a gritos poner su mano entre ellos y tironear sin delicadeza.
Las mejillas del japonés estaban sonrojadas por la excitación, su boca se encontraba entreabierta y jadeante, y sus labios rojos y apetecibles lo atrajeron a un primer beso con sabor a mañana. Quizás en otro momento pensaría que es un poco desagradable, pero ahora mismo la calentura nublaba sus sentidos de una forma tan agradable que ni el aliento mañanero le molestaba.

En Manada // NCTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora