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Pride/Selim

—Padre —lo llamé, indicando que viniera a la bodega, puesto que tenía que hablar conmigo de algo importante.

—¿Pasa algo, Selim? —pareció no entenderme.

—Guardé uno de mis libros en la bodega cuando vino (T/n)-chan, ¿podrías acompañarme a por él? Me da miedo ir yo solo —mentí.

—Por supuesto, hijo —sonrió con su ojo normal cerrado.

Una vez llegamos, cerré la puerta.

—¿Qué tenías que decirme? —pregunté sin rodeos.

—¿Seguro que es el lugar correcto, Pride? —cuestionó.

—Quiero una respuesta, no otra pregunta —exigí.

Me recordó a (T/n), siempre respondiendo mis preguntas con más preguntas.

—Es sobre ella —abrí los ojos—. ¿Qué quieres de la hija de Roy Mustang, Pride? Entiendo que juegues con ella siendo Selim, pero... ¿por qué mostrar lo que eres en realidad?

—La quiero y punto. Es mía, de mi pertenencia.

—Pride, no debería saber que no eres humano —repuso.

—No dirá nada, lo sé, si no estuviera seguro no lo habría hecho. Además, olvidas que puedo observarla en cualquier momento. Siempre que sale el tema de los homúnculos vigilo que esté callada y, ¿cuánto a pasado? ¿Dos, tres meses desde que me vio como homúnculo? Y no ha dicho una palabra. Sabe que su querido padre pagará las consecuencias de sus errores.

—Supongo que tienes razón —suspiró—. Aún así, sigo sin confiar del todo. Mustang sospecha de mí y su hija puede alimentar su desconfianza.

—Si dice algo, la mataré —volví a mentir, aunque confesara nuestra naturaleza a toda Ciudad Central, no podría hacerle daño.

—Te tomo la palabra —respondió, abriendo la puerta—. A propósito, ¿dónde está ahora?

Usé la omnipresencia de sombras para mirar dónde se encontraba. Sin darme cuenta, estaba de rodillas en el suelo, delante de padre.

—¿Ocurre algo, Selim? —preguntó curioso.

—Tengo cosas que hacer —excusé y subí a mi cuarto lo más rápido posible.

Mientras tanto...

(T/N)

—Buenos días, señorita Mustang —sonó una voz que se me hizo terroríficamente conocida—. Un honor tener delante a la hija de esa rata de fuego.

—¿Qué haces aquí, Alquimista Carmesí? —me levanté del borde del barranco.

Selim no me había llamado hoy para ir a su casa y papá estaba ocupado cuidando a un par de críos o algo así, por eso me había ido lejos de la Central para desconectar un poco. Me senté en un barranco a admirar el precioso cielo nublado. Me daba algo de vértigo, por lo que no miraba abajo ni por dinero.

—Me enteré de que Roy ahora tenía una huérfana y quise conocerte —se encogió de hombros.

—No soy huérfana, ahora tengo un padre —objeto, encarando al mayor—. Creí que tú...

—Eso no importa —le restó importancia—. No sólo vengo a conocerte, quiero convertirte en una hermosa bomba. ¿Qué me dices?

—No, gracias —me negué—. Soy (T/n) Mustang y, ahora que me conoces, puedes irte.

—¿Por qué te atribuyes un apellido que no es tuyo? ¿Cómo era el apellido de tus padres? —interrogó, acercándose demasiado a mí.

—No lo sé —confesé—. ¿Qué más da? Ya tengo uno mucho mejor.

—¿Sabes que tus padres eran médicos?

—¿Médicos? Eso es imposible, fui llevada al orfanato militar porque mis padres eran Alquimistas Nacionales, ellos murieron en Ishbal.

—Sí que murieron en Ishbal, pero no eran Alquimistas —se rió—. Tu querido padre te ha engañado toda tu vida.

—¡Cállate! No hables mal de él —chasqueé los dedos, consiguiendo alejarlo con llamas de fuego.

—Seguro que están muy orgullosos de que los olvidaras —volvió a reírse de forma cruel.

Esquivando el caliente fuego, intentó agarrar mi brazo para hacer que explotara. Fue un milagro que lograra esquivarlo. Junté mis manos e hice una pared alta, que lo golpeó desde abajo. Fue cuestión de segundos que esta se convirtiera en escombros.

—¿Quieres saber tu apellido real? Puedo decírtelo, antes de hacerte explotar, claro.

—Deberías estar encerrado o muerto, ¿por qué sigues jodiendo? —dije con desdén—. ¡No quiero saber nada de ellos!

Sonaba cruel. Era cruel. Era falso. Me encantaría saber cosas sobre mis padres biológicos, pero eso significaría poner en riego mi relación con papá.

—¿Ni siquiera quieres conocer a tu hermanita?

Sus palabras me dejaron estática. ¿Tengo una hermana...? En un pestañeo, recibí una patada del Alquimista Carmesí en el estómago, haciéndome caer al vacío. ¿Me había mentido para despistarme? ¿No soy hija única? Mis padres... si no estaban en Ishbal combatiendo... ¿Fueron asesinados por algún Alquimista Nacional? De ser así, ¿quién lo habría hecho?

Muchas cosas llegaron a mi mente...
Riza, papá, Gran General, Alquimista Carmesí, alquimia, fuego... Muerte.

Selim.

Pride.

Homúnculo.

No puedo morir aquí.

Intenté crear algo con alquimia, incluso si tenía que usar fuego para ralentizar la caída. Espera... ¿y mis guantes...? Si mi círculo de transmutación había desaparecido, no podría usar alquimia.

—Lo siento, papá —murmuré—. Lo siento, Selim, pero no podré seguir jugando a los militares contigo.

Cerré los ojos. Voy a morir.

Orgullo [Pride x tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora