Capitulo 5

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Cuando la cena terminó y los invitados se fueron Talon se encerró en su habitación. Alguien abrió la puerta de esta.

Talon estaba tumbada en la cama, sobre la colcha, leyendo a la luz de unas velas. Al oír la puerta abrirse ella levantó la mirada. Se sentó en la cama. Aster se sentó a su lado.

-Sé que estas molesta, y lo entiendo...- empezó él, pero se vio interrumpido por su hija.

-No me mientas, no me digas que lo entiendes cuando no es cierto, cuando no te has parado a pensar en cómo me siento.

-Talon tienes que entender que todo tiene una explicación.

-Pues explícamelo. Porque no entiendo por qué me estás obligando a hacer algo que sabes que acabará conmigo.

-Talon, el otro día vino el Lord y sabes que eso tiene un porqué-su hija lo miró- No quiero que estes sola si estalla la guerra. Si algo me pasa durante la guerra no me gustaría que os quedarais, tu madre y tú, solas y desamparadas.

-Entonces me estás condenando a algo que me puede hacer infeliz por tus propios miedos. Pero ¿y si le pasa algo a Fenris? ¿Qué ocurrirá entonces?

-Talon no le des vueltas a eso, es una decisión tomada. Solo quería pedirte que empieces a portarte como una hembra prometida.

-¿Qué significa eso?¿Quieres que deje mi trabajo y me encierre en casa?- dijo algo molesta

-No, solo digo que no te metas en problemas. Piensa en Fenris.

-Sí, padre. Te prometo que no me meteré en problemas- dijo seria y algo cansada del tema.

 Te prometo que no me meteré en problemas- dijo seria y algo cansada del tema

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Habían pasado unos días de la cena cuando Dafne decidió volver a la herrería.

Cuando entró Dorian estaba afilando unos cuchillos, pero no estaba solo. Dorian la miró cuando se percató de su presencia, se alejó de donde estaba y pidió permiso para ausentarse.

Se acercó a ella y la besó en los labios con esa pasión que los caracterizaba.

Fueron a la parte trasera de la herrería.

La habitación hacía las veces de almacén, no era muy amplia y tenía un banco enfrente de la puerta y en las otras paredes habían armarios y estantes de madera.

Se sentaron en el banco, uno al lado del otro. A Dafne el silencio se le hacía incomodo y apremiante así que decidió romperlo.

-Mis padres nos han puesto un ultimátum.

-¿Cómo que "nos han puesto un ultimátum?- pregunto el muchacho serio- ¿A quién? ¿Ultimátum para qué?

Dafne cogió aire para poder explicarse bien sin interrumpirse, no estaba segura de poder contarlo bien si era interrumpida.

-El otro día mis padres y los de Talon organizaron una cena para decirnos que llevábamos muchos prometidos.-Dorian la miró interrogante así que decidió continuar.- Nos han dado un año para casarnos. Tú y yo, Talon y Fenris.

Dorian la miró pensativo. Dafne temía su reacción.

-Bueno...- empezó su respuesta- pues si tenemos que casarnos, nos casaremos antes de un año- dijo Dorian serio.

Mientras la pelirroja hablaba había notado como el enfado se iba apoderando de su rostro como una máscara que lo había descompuesto.

-¿No estas enfadado?

-No, enfadado no. Molesto, sí- ella lo miró interrogante- Estoy seguro de que nosotros nos casaremos antes que Fenris y tu prima.

-¿Y qué importa que nos casemos antes?

-Me importa porque llevamos cinco años prometidos y Talon y Fenris llevan casi diez años.

-Dorian, no importa cuando se prometieron o cuando nos prometimos. Lo que importa es que tenemos un año para casarnos.

Él se puso de pie mientras hablaba.

-Te prometo que nos casaremos antes de un año, pero apunta mis palabras: Fenris apurara hasta el último día para casarse con Talon. Ahora tengo que volver al trabajo.

Dafne se levantó, mientras se acercaba a Dorian se iba despidiendo, y besó sus labios.


Talon estaba caminando por los pasillos del palacio de Keir

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Talon estaba caminando por los pasillos del palacio de Keir. Ese día había venido Morrigan a hacer una visita a su padre.

Habían pasado un par de días desde la cena, desde aquella amenaza en cubierta, y todavía no había podido hablar con Fenris. Perdida en sus pensamientos giró en un pasillo.

Se detuvo en seco. Sus ojos chocaron con la figura que menos pensaba volver a ver. No podía ser. Nada podía empeorar esa semana.

El macho estaba de espaldas. No la había visto. Intentaría pasar inadvertida.

A medida que se iba acercando a él su corazón se iba acelerando, a causa de los nervios y su figura fuerte se iba rebelando. El ilyrio de caballos largos se giró. La miró. No podía ser, no la podía estar mirando a ella, se estaría equivocando.

El pecho le dolía por la velocidad a la que latía su corazón y algo ardía en ella. Una mezcla de sentimientos primitivos, animales, desconocidos; coraje, rabia y miedo, dedujo. No entendía lo que pasaba, ¿le tenía que contar lo que había visto? ¿Debía callarlo?

Tan envuelta en sus pensamientos como estaba no vio que el macho caminaba hacia ella. Sus cuerpos chocaron y el la sujetó para evitar que se cayera.

Las manos del desconocido la aferraron por la cintura, su piel cálida rozaba la de ella, Talon se agarró a su brazo para retomar el equilibrio. Ella intentó alejarle de su cuerpo, la palma desnuda de la joven tocó uno de los sifones rojos del dorso enguantado del joven. Entonces las pupilas se le dilataron y lo que quiera que fuera a decir nunca fue dicho.


Hasta aquí el capítulo de hoy. Contadme que me encanta leeros

¿Qué os ha parecido? ¿Qué creéis que pasará? ¿Qué teorías tenéis?

Yo me despido.

Una Corte De Sangre Y SecretosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora