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"Derretirme una vez más, viendo tus ojos."



15 de septiembre de 1861

El clima era demasiado bonito para el desastre que había en aquella casa, la de los Wembley. Organizar una fiesta no era tan fácil como aparenta, sirvientas por todos lados limpiando la gran mansión, hombres corriendo muebles de un lado para otro, chefs cocinando todo tipo de bocadillos, postres y todo lo que se llega a comer en una fiesta.

Las tres hermanas Wembley se encontraban entre un laberinto de vestidos, joyas y máscaras, pues la fiesta era de máscaras, una fiesta en honor al cumpleaños de cierta señorita, el cual no quería festejar, pero parecía demasiado importante para los demás, tanto como para poner locos a todos menos a la señorita de cabellos castaños claros y rizados, con ojos del dulce color de la miel, la hija del medio, Hada Wembley, la cumpleañera.

Ella se encontraba mirando por la ventana, el clima era demasiado disfrutable como para estar allí encerrada escuchando a sus hermanas debatir sobre vestidos, collares, listones, y muchas otras cosas que a ella no le llamaban la atención. Se levantó de donde estaba sentada y salió afuera, a disfrutar del sol, de la brisa, disfrutar de todo menos de estar en aquella casa del horror de la organización de una fiesta.

Hada era una muchacha a la que le gustaba ser libre, andar de acá para allá, sin prestarle atención a nadie más que no sea ella misma. Claro, ahora es así. El ya no está. El niño al que le dedicaba toda su atención, tiempo y amor ya no estaba, se había ido, y no sabría si regresaría, ya había esperado cinco años, no sabía si podría aguantar otros cinco más, era algo en lo que no le gustaba pensar demasiado, sentía que su corazón se encogía con cada recuerdo de ellos dos; cada juego, risa, llanto, sueño, pues ellos todo lo compartían, dos almas gemelas bailando la misma sintonía. Pero ya habían pasado cinco años desde la última vez que se vieron, ya no eran dos niños alegres, ya eran dos adultos que al parecer habían formado dos caminos diferentes, y nadie cabía en el camino del otro, y su cumpleaños ya no es lo mismo sin el.

El atardecer llegó tras varias lecturas bajo el mismo árbol de siempre. Tonos naranjas y rosados adornaban el cielo, la joven ya tenía que volver a casa y prepararse, era cuestión de tiempo para que la fiesta comenzará.

—Gracias Dafne...

Agradeció a su hermana por ajustarle el corset, y ayudarla con su peinado, que no era muy complicado, pues solo consistía en un rodete con unos rulos salidos por su coronilla y nuca, su vestido también era sencillo, de color beige con muy pocos detalles dorados en lo que es la parte de arriba del mismo. Su hermana menor le ofreció su máscara de un color más claro que su vestido, con dos plumas en el costado derecho, ese era el último detalle, ya todo estaba listo, ahora solo faltaba bajar esas escaleras, sonreír y ser amable con todos.

La fiesta ya había dado comienzo, la gente bailaba y disfrutaba, en cambio Hada solo estaba parada en una esquina, viendo como todos disfrutaban de la fiesta en honor a ella, no quería estar allí, pero los demás si, así que solo quedaba fingir, después de todo, podría estar ahí un rato y luego escapar.

—Señorita Wembley. — Llamó una voz masculina a sus espaldas sorprendiéndola. —¿me concedería la siguiente pieza?

El muchacho rogó a sus adentros que por favor aceptara bailar con él. Había esperado por esto cinco malditos años, y ya tenerla frente suyo era lo mejor que podría haberle pasado en el día.

—Sería todo un placer...— respondió ella con suma amabilidad, el chico se le hacía conocido de algún lado, pero no podía adivinar de dónde.

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